Te invito a visitar mi nueva biblioteca didƔctica en wordpress donde cuenta con exelente informacion educativa para que sigas ampliando tus conocimienots. Ir

Edad de los Metales

La Edad de los Metales es una de las dos grandes etapas tecnolĆ³gicas en las que tradicionalmente se ha subdividido la Prehistoria euroasiĆ”tica. Por definiciĆ³n, es el perĆ­odo que siguiĆ³ a la Edad de Piedra y durante el cual el hombre empezĆ³ a fabricar objetos de metal1 fundido. La existencia de procesos metalĆŗrgicos es indispensable para establecer la adscripciĆ³n de una cultura arqueolĆ³gica a esta etapa, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las fases iniciales del NeolĆ­tico.2 Siguiendo este criterio, la Edad de los Metales comenzarĆ­a con las primeras evidencias de fundiciĆ³n del cobre, que son del VI milenio a. C. (en Anatolia y los montes Zagros) y acabarĆ­a con la progresiva entrada en la Historia de cada regiĆ³n (en Europa esto se produjo durante el I milenio a. C.). En Mesopotamia y Egipto coincide ya con el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allĆ­ es plenamente histĆ³rica.3 4


Sepultura 43 de la NecrĆ³polis de Varna, el primer oro trabajado del mundo.5
 
 
Los primeros indicios de metalurgia en Europa proceden del Ć”rea de los Balcanes, a mediados del V milenio a. C. y son de origen autĆ³ctono. Para el resto del continente las evidencias aparecen durante la segunda mitad del IV milenio a. C., aunque su generalizaciĆ³n y el consecuente abandono de la piedra como elemento bĆ”sico para la fabricaciĆ³n de artefactos solo se materializĆ³ con la llegada del hierro. Debido a la escasez de materia prima, en el Egipto faraĆ³nico esta sustituciĆ³n nunca se llegĆ³ a producir.2
Dado que no existen rupturas en el desarrollo de las tecnologĆ­as metalĆŗrgicas entre la Prehistoria, la Protohistoria y la Historia, en este artĆ­culo se incluyen procesos que se dieron en periodos claramente histĆ³ricos.

Europa, Oriente Medio y Asia

Esta etapa en Eurasia se ha subdividido tradicionalmente en Edad del Cobre o CalcolĆ­tico, Edad del Bronce y Edad del Hierro. De manera simplificada, el CalcolĆ­tico coincide en la mayor parte de Europa con la segunda mitad del IV milenio a. C. y casi todo el III milenio; el Bronce corresponderĆ­a al II milenio a. C.; y el Hierro con el I milenio a. C., Ć©poca en la que el continente entrĆ³ en la Historia.6

El cobre

El cobre, junto con el oro y la plata, es de los primeros metales utilizados en la Prehistoria,7 tal vez porque, a veces, aparece en forma de pepitas de metal nativo. El objeto de cobre mĆ”s antiguo conocido hasta el momento es un colgante oval procedente de Shanidar (IrĆ”n), que ha sido datado en niveles correspondientes al 9500 a. C., o sea, a principio del NeolĆ­tico8 Sin embargo, esta pieza es un caso aislado, ya que no es hasta 3000 aƱos mĆ”s tarde cuando las piezas de cobre martilleado en frĆ­o comienzan a ser habituales. En efecto, a partir del aƱo 6500 a. C., en varios yacimientos se han encontrado piezas ornamentales y alfileres de cobre manufacturado a partir del martilleado en frĆ­o del metal nativo, tanto en los Montes Zagros (Ali Kosh en IrĆ”n), como en la meseta de Anatolia (Ƈatal HĆ¼yĆ¼k, ƇayƶnĆ¼ o Hacilar, en TurquĆ­a).
Varios siglos despuĆ©s se descubriĆ³ que el cobre podĆ­a ser extraĆ­do de diversos minerales (malaquita, calcopirita, etc.), por medio de la fundiciĆ³n en hornos especiales, en los que se insuflaba oxĆ­geno (soplando por largos tubos o con fuelles) para superar los 1000 °C de temperatura. El objeto de cobre fundido mĆ”s antiguo que se conoce procede de los Montes Zagros, concretamente de Tal-i-Blis (IrĆ”n), y se data en el 4100 a. C., junto a Ć©l se hallaron hornos de fundiciĆ³n, crisoles e incluso moldes.
FundiciĆ³n de cobre en murales funerarios egipcios.
La tĆ©cnica de fundiciĆ³n del cobre es relativamente sencilla, siempre que los minerales utilizados sean carbonatos de cobre extraĆ­dos de algĆŗn yacimiento metalĆ­fero; la clave estĆ” en que el horno alcance la temperatura adecuada, lo cual se conseguĆ­a inyectando aire soplando o con fuelles a travĆ©s de largas toberas. Este sistema se denomina «reducciĆ³n del metal». Se mezclaba el mineral triturado, por ejemplo, malaquita (carbonato de cobre), con carbĆ³n de leƱa. Con el calor las impurezas van liberĆ”ndose en forma de monĆ³xido y diĆ³xido de carbono, reduciendo el mineral a un cobre relativamente puro; al alcanzar los 1000 °C, el metal se licĆŗa depositĆ”ndose en la zona inferior del horno. Un orificio en el fondo del horno permite que el lĆ­quido candente fluya hacia el exterior, donde se recoge en moldes; parte de la escoria queda en el horno y las impurezas del mineral flotan en el metal fundido, por lo que es fĆ”cil eliminarlas con un utensilio llamado escoriador.
Como el cobre podĆ­a volver a fundirse muchas veces, Ć©ste solĆ­a convertirse en lingotes, a veces con una forma peculiar (como los del MediterrĆ”neo oriental, que recuerdan al pellejo de un animal), para luego fabricar diversos objetos por fusiĆ³n y colado en moldes. El cobre es muy maleable y dĆŗctil, podĆ­a martillarse en frĆ­o o en caliente, con lo que se duplicaba su consistencia y dureza. En cualquier caso, resultaba imposible eliminar todas la impurezas del cobre, pero, mientras que algunas eran perjudiciales, como el bismuto, que lo hace quebradizo, otras eran beneficiosas, como el arsĆ©nico, que reduce la formaciĆ³n de burbujas en su fundiciĆ³n, pues impide la absorciĆ³n de gases a travĆ©s de los poros del molde, asegurando un producto de mejor calidad. El cobre con alto contenido natural en plomo es mĆ”s blando, lo cual puede ser una ventaja para fabricar recipientes por medio del martilleo de una plancha en forma de disco, curvĆ”ndola en forma cĆ³ncava, para elaborar calderos o cuencos; incluso podĆ­a ser repujado. Algunos metalurgistas consideran que estos cobres con impurezas beneficiosas son, en realidad, «bronces naturales».
La tĆ©cnica del cobre no tardĆ³ en difundirse por todo el PrĆ³ximo Oriente, coincidiendo con el nacimiento de las primeras civilizaciones histĆ³ricas de la zona, principalmente Sumeria y el Antiguo Egipto; pero muchos estudiosos consideran que pudo inventarse en fechas muy parecidas en otras partes del Viejo Mundo. Concretamente en Europa hay un avanzado nĆŗcleo calcolĆ­tico en los Balcanes que incluye ocasionalmente objetos de cobre fundido entre sus hallazgos del IV milenio a. C. (cultura Gulmenita) y todo parece apuntar hacia una invenciĆ³n local. Durante el siguiente milenio y tambiĆ©n con carĆ”cter autĆ³ctono, se detectan procesos metalĆŗrgicos en poblados fortificados del sur de la penĆ­nsula IbĆ©rica, como Los Millares o Vila Nova de Sao Pedro.9 10 Estos primeros metales se difundieron por la Europa central y mediterrĆ”nea durante el III milenio a. C., asociados al vaso campaniforme y a la cerĆ”mica cordada.
En Asia central u oriental no puede hablarse de una Edad del Cobre con entidad suficiente, dada su corta duraciĆ³n, ya que el desarrollo de la metalurgia en lugares como la India o China comenzĆ³ realmente con el bronce.

El bronce

El bronce es el resultado de la aleaciĆ³n de cobre y estaƱo en una proporciĆ³n variable (en la actualidad se le aƱaden otros metales como el zinc o el plomo, creando los llamados bronces complejos). La cantidad de estaƱo podĆ­a variar desde un 3% en los llamados «bronces blandos», hasta un 25% en los llamados «bronces campaniles» (a mayor cantidad de estaƱo, mĆ”s tenacidad, pero tambiĆ©n menos maleabilidad): en la Prehistoria la cantidad media suele rondar el 10% de estaƱo. Se supone que fueron los egipcios los primeros en aƱadir estaƱo al cobre, al observar que Ć©ste le daba mejores cualidades, como la dureza, un punto mĆ”s bajo de fusiĆ³n y la perdurabilidad (ya que el estaƱo no se oxida fĆ”cilmente con el aire y es resistente a la corrosiĆ³n). AdemĆ”s el bronce es reciclable, pudiĆ©ndose fundir varias veces para obtener nuevos objetos de otros ya desechados. La tĆ©cnica de trabajo del bronce es virtualmente idĆ©ntica a la del cobre, por lo que no vamos a incidir en ello (la Ćŗnica dificultad reside en exceder la temperatura adecuada, lo que podrĆ­a provocar que el mineral se echase a perder por oxidaciĆ³n). A tĆ­tulo de comparaciĆ³n se pueden confrontar el cobre puro, el cobre arsenical y el bronce (con un 10% de estaƱo) en la tabla de correspondencia que muestra la dureza relativa de los metales:
Dureza relativa de los metales HB11
El empleo del bronce se iniciĆ³ en Mesopotamia.12 Coincidiendo con la transiciĆ³n del III milenio a.C. al II en el PrĆ³ximo Oriente se implantĆ³ la aleaciĆ³n de bronce y se establecieron las bases de las primeras sociedades estatales complejas, que comenzaron a generar una gran demanda de estaƱo.4 Los metalĆŗrgicos de estas Ć”reas, para satisfacer Ć©sta y la de otros metales preciosos, debieron de convertirse tambiĆ©n en exploradores (a la bĆŗsqueda de minas) y comerciantes (que ofrecĆ­an sus productos a cambio de las preciadas materias primas).12 Los sumerios (y sus sucesores), por ejemplo, carecĆ­an por completo de minerales metĆ”licos y se sospecha que los importaban de los montes Zagros (donde se habĆ­a desarrollado el imperio Elamita, con capital en Susa) y del CĆ”ucaso (donde abundan la malaquita y la casiterita).
Los antiguos egipcios obtenĆ­an la mayor parte del cobre de las minas de Timna, en AravĆ”, junto al desierto del NĆ©guev, aunque sus relaciones comerciales se extendieron por algunas regiones africanas y por todo el Egeo, penetrando en Europa (piezas de procedencia egipcia aparecen por todo este contiente evidenciando algĆŗn tipo de intercambio).
Los habitantes de Siria, Palestina, Anatolia y el Egeo dirigieron sus expediciones hacia Europa, remontando el Danubio en busca del estaƱo de Bohemia y HungrĆ­a; o bordeando el MediterrĆ”neo hasta el sur de la penĆ­nsula IbĆ©rica, donde obtuvieron el cobre argĆ”rico. Es posible que siguieran por el AtlĆ”ntico hasta alcanzar las islas BritĆ”nicas, en busca del cobre y el estaƱo de Cornualles y el oro de Irlanda. AsĆ­, en el segundo milenio antes de nuestra era, casi toda Europa entrĆ³ en la Edad del Bronce. El bronce europeo se caracteriza, en un principio, por una gran varidad de culturas, algunas de las cuales comparten denominadores comunes, como la construcciĆ³n de tĆŗmulos funerarios. SerĆ­a muy tedioso citarlas todas, pero cabrĆ­a destacar, en Europa central, los complejos tecnolĆ³gicos de Unetice, de los TĆŗmulos y de los Campos de Urnas, que, a pesar de sus evidentes diferencias, parecen compartir cierta continuidad cultural. TambiĆ©n habrĆ­a que mencionar la ibĆ©rica de El Argar y todas aquĆ©llas que se desarrollaron en la cornisa atlĆ”ntica, cuya idiosincrasia perviviĆ³ hasta Ć©pocas histĆ³ricas.
Por lo que respecta a Asia central, se ignora si la metalurgia del bronce fue inventada allĆ­ independientemente o fue una importaciĆ³n desde Mesopotamia. En PakistĆ”n, la Edad del Bronce se iniciĆ³ con la cultura del valle del Indo (desde mediados de III milenio hasta mediados del II milenio a. C.), que carecĆ­a por completo de fuentes de abastecimiento mineral. De hecho, se sospecha —por la escasez de objetos de bronce y cobre hallados en yacimientos como Harappa o Mohenjo-Daro, y por el retraso en las fechas respecto a otros pueblos del oeste— que —a pesar de su alto grado de desarrollo— dependĆ­an de sus contactos con los elamitas del oeste y, a travĆ©s de ellos, con los mesopotĆ”micos. AsĆ­ parecen demostrarlo algunos objetos procedentes del Indo encontrados en la regiĆ³n de Diyala, en el valle del Tigris, y varias tablillas escritas de Larsa (datadas en el 1950 a. C.13 ). No es seguro, pero parece ser que de ellos tomaron tĆ©cnicas tan desarrolladas como la utilizaciĆ³n de moldes bivalvos, los remaches y las soldaduras para fabricar piezas complejas e incluso el moldeo a la cera perdida, antes del 2000 a. C.
Caldero trĆ­pode ceremonial de bronce chino, del tipo «Li-ting».
El proceso peor conocido es el de China: se sabe que desde fines del IV milenio a. C. fundĆ­an cobre arsenical, aunque las piezas eran extremadamente raras (de hecho, no se considera una Edad del Cobre en China, sino que se pasarĆ­a directamente del NeolĆ­tico al Bronce). Aunque la metalurgia llegĆ³ con varios milenios de retraso al extremo Oriente se sospecha que pudo ser inventada independientemente de la del PrĆ³ximo Oriente, por la originalidad de las tĆ©cnicas, a veces muy diferentes a las de los pueblos del oeste. La primera cultura de la Edad del Bronce es la que se denomina Erlitou, del II milenio a. C., relacionada con la mĆ­tica dinastĆ­a Xia (si bien, esto es muy discutible): las antiguas leyendas chinas relatan que el primer rey de esta legendaria dinastĆ­a, Yu el Grande (III milenio a. C.), fue un gran fundidor de calderos trĆ­podes ceremoniales de bronce, y agradaban tanto a los dioses que le otorgaron la victoria sobre sus enemigos. Fuere o no cierto, aunque Erlitou sea una cultura sin escritura, supone la transiciĆ³n a Historia de este paĆ­s y, entre sus creaciones, ya aparecen los prototipos de vasijas ceremoniales de bronce utilizados durante toda la antigĆ¼edad por los chinos (sobre todo los calderos circulares de tres patas o cuadrados de cuatro patas llamados li-ting que servĆ­an para para la carne y una innumerable variedad de vasijas para bebidas, por ejemplo las grandes copas llamadas ku o los calderos yeou...).14
A Erlitou le sucede la Ć©poca Shang (1600 a. C. - 1046 a. C.) durante la cual, en un proceso asombroso, los chinos se pusieron a la altura de cualquier otra regiĆ³n en la metalurgia del bronce.15 Las excavaciones de una de las capitales del reino, la ciudad de Anyang, han puesto al descubierto dos grandes talleres de fundiciĆ³n con hornos capaces de alcanzar temperaturas muy superiores a las necesarias, pero tambiĆ©n con sistemas para controlar la intensidad del calor. AsĆ­ elaboraron vasijas rituales, hachas, puƱales, cascos, armas y armaduras de gran maestrĆ­a. Muchas de estas piezas estaban destinadas a las tumbas reales de sus alrededores, ya que Ć©stas han deparado numerosos objetos ceremoniales de bronce de depurada factura. Los calderos li-ting y las vasijas de bebida con formas zoomorfas son las obras metalĆŗrgicas mĆ”s originales de la antigĆ¼edad china, alcanzando su apogeo al final de la Ć©poca Shang, desde el 1300 a. C. Sus sucesores los Zhou continuaron la tradiciĆ³n de los vasos rituales que, durante mucho tiempo, se pensĆ³ que estaban fabricados por medio de la «cera perdida». Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado que los chinos desconocĆ­an esa tĆ©cnica, y que para sus obras maestras utilizaban complicados moldes de arcilla formados por varias partes tan bien ensambladas que no dejaban marcas en las junturas (algunos de mĆ”s de diez piezas). No hay dos obras iguales porque los moldes se rompĆ­an para extraer los bronces.16
Sin embargo, segĆŗn parece, los objetos de bronce chinos estaban reservados a las Ć©lites, pues se han encontrado muy pocas herramientas y muchĆ­simas armas y objetos de culto. Esta situaciĆ³n perdurĆ³ hasta la generalizaciĆ³n del hierro.

El hierro

Hierro meteĆ³rico o sideral.
El hierro es el cuarto elemento mĆ”s abundante en la corteza terrestre,17 sin embargo, su utilizaciĆ³n prĆ”ctica comenzĆ³ 7000 aƱos mĆ”s tarde que el cobre y 2500 aƱos despuĆ©s del bronce. Este retraso no se debe al desconocimiento de este metal, puesto que los antiguos conocĆ­an el hierro y lo consideraban mĆ”s valioso que cualquier otra joya, pero se trataba de «hierro meteĆ³rico», es decir, procedente de meteoritos. El hierro meteĆ³rico era conocido tanto en Eurasia como en AmĆ©rica (descrito mĆ”s adelante).
Aunque durante milenios no hubo tecnologĆ­a para trabajar minerales ferrosos, en el III milenio a. C. parece que algunos lo consiguieron: en las ruinas arqueolĆ³gicas de AlaƧa HĆ¼yĆ¼k (Anatolia) aparecieron varias piezas de hierro artificial, entre ellas un alfiler, una especie de cuchilla y una esplĆ©ndida daga con la empuƱadura de oro. En el segundo milenio destacan un hacha de combate descubierta en Ugarit y, de nuevo, una daga con la hoja de hierro y una exquisita empuƱadura de oro, que formaba parte del ajuar funerario de la tumba de TutankamĆ³n. Las materias primas de estos primeros herreros debieron ser minerales como el hematites, limonita o magnetita, casi todos Ć³xidos de hierro que ya eran utilizados para otros fines en la Prehistoria, por ejemplo para ayudar a eliminar impurezas de la fundiciĆ³n del cobre o como colorantes. De hecho se sospecha que en los hornos de fundiciĆ³n de cobre y bronce pudieron generarse pequeƱos residuos de hierro casi puro, a partir de los cuales comenzarĆ­a el conocimiento de la verdadera siderurgia. Hay antiguos hallazgos de hierro fundido por el hombre desde Siria a AzerbaiyĆ”n. Pero ninguno revela cĆ³mo fueron obtenidos ni las tĆ©cnicas usadas. No se conservan ruinas de talleres, ni herrerĆ­as, por lo que se ignora de dĆ³nde proceden estos objetos, o dĆ³nde «se inventaron».
RecreaciĆ³n pictĆ³rica de una antigua fragua de hierro.
Por textos escritos en tablillas cuneiformes se sabe que los Hititas fueron los primeros en controlar e, incluso, monopolizar los productos de hierro fabricados a mediados del 2Āŗ milenio. Enviaban sus objetos a los egipcios, sirios, asirios, fenicios... Pero su producciĆ³n nunca fue abundante. De hecho, muchos de los envĆ­os eran regalos con finalidad diplomĆ”tica, pues el hierro era diez veces mĆ”s valioso que el oro y cuarenta veces mĆ”s costoso que la plata.18 Cuando el Imperio Hitita fue destruido por los Pueblos del mar, hacia el 1200 a. C., los herreros se dispersaron por Oriente Medio, difundiendo su tecnologĆ­a: de este modo comienza la Edad del Hierro en el PrĆ³ximo Oriente.
Fabricar hierro seguĆ­a un procedimiento muy distinto al del cobre y el bronce (para empezar el metal no se licuaba), primero porque habĆ­a que conseguir hornos con gran capacidad calĆ³rica: el mineral machacado debĆ­a estar totalmente rodeado de carbĆ³n de leƱa (que se consumĆ­a en enormes cantidades) y numerosos fuelles que, a travĆ©s de toberas, insuflaban oxĆ­geno continuamente. El mineral debĆ­a ser precalentado en un horno y por medio de golpes se eliminaban algunas impurezas; luego se llevaba al estado incandescente, en un segundo horno, hasta obtener una masa denominada hierro esponjoso, altamente impuro, por lo que volvĆ­a a ser golpeado en caliente para refinarlo. DespuĆ©s de un largo y repetitivo proceso de martilleo y calentamiento, evitando que el hierro se enfriase, se obtenĆ­a una barra forjada, bastante pura, resistente y maleable. Para las armas y ciertas herramientas, el hierro se templaba enfriĆ”ndolo bruscamente en agua, lo que provocaba cambios de la estructura molecular y una mejor absorciĆ³n de carbono. Los testimonios mĆ”s antiguos del proceso de templado del hierro candente se han hallado en Chipre y datan de 1100 a. C.19 Evidentemente, las instalaciones y herramientas de los herreros eran muy diferentes a las de los broncistas. El bronce siguiĆ³ siendo un metal esencial para las antiguas culturas, sirviendo en campos diferentes en los que no se podĆ­a o no se sabĆ­a aplicar la tecnologĆ­a del hierro.
RecreaciĆ³n de una antigua forja.
El hierro es mĆ”s abundante que el cobre y, por supuesto, que el estaƱo y, una vez dominada la tĆ©cnica, mĆ”s barato que el bronce. Cuando los hititas desaparecieron y sus artesanos se dispersaron, la producciĆ³n de este metal aumentĆ³ considerablemente en todo el PrĆ³ximo Oriente y los centros siderĆŗrgicos se extendieron hasta el Egeo, Egipto e incluso Italia por el oeste; hacia Siria y Mesopotamia por el sur, hacia Armenia y el CĆ”ucaso por el norte, y hacia las grandes civilizaciones asiĆ”ticas por el este.
  • Europa: la Edad del Hierro europea comienza poco antes del aƱo 800 a. C. y estĆ” protagonizada por pueblos, en su mayorĆ­a belicosos, que habitaban poblados fuertemente protegidos por murallas y otros sistemas defensivos. Aunque el hierro fue profusamente empleado para herramientas agrĆ­colas y artesanales, aumentando la productividad y el nivel cultural del continente. Los artesanos de la edad del Hierro europea conocĆ­an el hierro carburado: las placas de metal se trabajaban al rojo vivo, pero sin licuar, calentĆ”ndolas entre carbĆ³n de leƱa para que absorbiese el carbono desprendido en la combustiĆ³n. TambiĆ©n desarrollaron el laminado, alternando lĆ”minas superpuestas de hierro con mĆ”s carbono, y que eran mĆ”s duras, con otras que tenĆ­an menos, y eran mĆ”s maleables, hasta formar un haz que era forjado a unos 200Āŗ C, cuando el metal adquirĆ­a un color amarillo claro. El calentamiento y martilleo continuo iba eliminando las impurezas y mejorando la calidad del metal hasta que acababa por crear una hoja compacta y muy resistente, al estar compuesto de lĆ”minas virtualmente soldadas, microscĆ³picas y de cualidades fĆ­sicas complementarias. Los europeos tambiĆ©n supieron adornar ricamente sus joyas metĆ”licas y sus armas, aprendiendo a engarzar empuƱaduras de madera, hueso, marfil y, mejor aĆŗn, la tĆ©cnica del nielado, incrustando barnices o finos hilos de plata formando complicadas filigranas.
Pilar de Hierro de Delhi.
  • India: la Edad del Hierro comienza en la India en la etapa neovĆ©dica (o «vedismo tardĆ­o»), a comienzos del primer milenio antes de nuestra era, fase en la que se completa la expansiĆ³n aria por el subcontinente. A pesar de las convulsiones, resulta paradĆ³jico que la metalurgia del hierro se manifestase como un catalizador de la agricultura, que adquiere toda su relevancia a partir del aƱo 800 a. C. gracias a la apariciĆ³n de la reja de arado y el hacha de hierro, que permitiĆ³ ganar a la selva nuevos campos de cultivo y la expansiĆ³n del arroz y la caƱa de azĆŗcar (citada en el Ɓtharva-veda). La plenitud de la edad del Hierro coincide con los majayanapadas (diecisĆ©is reinos en las que se consolida el sistema de castas, 700 a. C.-300 a. C.), periodo en el que es posible que inventasen la soldadura autĆ³gena por forja y una apreciadĆ­sima variante del acero llamada wootz de la India. El wootz es un acero muy rico en carbono y sin apenas impurezas ni oxidantes. Los indios comerciaban con lingotes de este material desde el siglo V a. C., ya que poseĆ­a cualidades portentosas, por lo que fue solicitadĆ­simo en todo el ƍndico.20 AdemĆ”s, existe en Delhi un testimonio asombroso de la habilidad metalĆŗrgica de los indios: el «Pilar de Hierro», el Ćŗnico resto de un templo erigido durante el Imperio gupta, columna hecha de un hierro prĆ”cticamente puro, al 98% (casi podrĆ­a decirse que es «hierro dulce»), que ha resistido el deterioro del tiempo gracias a una fina capa de Ć³xido que la protege.
  • China:21 La transiciĆ³n entre la edad del Bronce y la Edad del hierro es muy larga en China, en parte debido a la inigualable pericia de los broncistas chinos, y en parte debido a la situaciĆ³n social del paĆ­s. Lo cierto es que los chinos conocĆ­an el hierro desde la dinastĆ­a Zhou. En 1949 se descubrieron varias espadas zhou del principios del I milenio a. C. en las que se habĆ­an utilizado lĆ”minas de hierro meteĆ³rico. Poco despuĆ©s comenzĆ³ a emplearse tambiĆ©n hierro mineral. Sin embargo, los metalĆŗrgicos chinos usaban el hierro para mezclarlo con el bronce por el sistema del laminado y la soldadura autĆ³gena por forja para fabricar espadas (a menudo llamadas «bimetĆ”licas» por esa magistral combinaciĆ³n de bronce y hierro). AdemĆ”s, los herreros chinos descubrieron que una pĆ”tina de Ć³xido de cromo protegĆ­a el metal de la corrosiĆ³n.
Espada bimetĆ”lica Jian de la Ć©poca de los Reinos Combatientes (siglo IV a. C.).
Las armas mĆ”s apreciadas eran las espadas, que eran forjadas y laminadas con aleaciones mĆ”s duras para el filo y mĆ”s maleables para la vena central. Las espadas de hoja recta y doble filo eran llamadas jian (propias de la nobleza guerrera, pues eran muy caras y difĆ­ciles de manejar), y las de hoja curva y filo simple se denominaban dao (mĆ”s baratas y versĆ”tiles, se popularizaron entre los guerreros menos pudientes). La efectividad de la aleaciĆ³n otorgĆ³ a las «espadas Jian» un enorme prestigio, en tanto que los los «sables dao» eran muy populares, por lo que tardaron en ser desbancados por las armas de hierro.
A pesar de que los chinos tardaron en adaptarse a la mecĆ”nica de la fabricaciĆ³n del hierro, cuando la aceptaron lograron avances impensables. Por ejemplo, se ha podido constatar que en el siglo V a. C., no sĆ³lo comienzan a ser habituales las armas de hierro (como la espada jian descubierta en Ch'ang Sha), sino que uno de los muchos estados que se inscribe en el periodo de las Primaveras y OtoƱos, llamado Wu (a orillas del Yangzi) descubriĆ³ la fundiciĆ³n del hierro: los artesanos de Wu construyeron hornos que superaban los 1350 °C (es decir, autĆ©nticos altos hornos), en los que el hierro se fundĆ­a hasta licuarse. No obstante, el producto obtenido, llamado arrabio, tenĆ­a tal cantidad de carbono (cerca del 5%, a veces, incluso mĆ”s), que resultaba demasiado quebradizo para ser Ćŗtil, por lo que despuĆ©s era necesario descarburizarlo, para ello era sometido a altas temperaturas en hornos abiertos que liberaban los gases en forma de Ć³xidos de carbono: asĆ­ se obtenĆ­a un hierro fundido maleable y funcional. A partir del siglo III a. C. la tĆ©cnica se difundiĆ³ hacia el norte de modo que en la etapa siguiente, la de los Reinos Combatientes, los objetos de hierro son comunes, y no sĆ³lo se conocen minas datadas en esa fase, sino que en Hebei aparecieron numerosas tumbas de guerreros con armas de hierro, unas forjado y otras fundido, junto a piezas ornamentales de bronce (lo cierto es que el bronce siguiĆ³ siendo preferido por la Ć©lite, especialmente para objetos ceremoniales como calderos o campanas rituales).
Escena de forja japonesa.
Las armas y herramientas de hierro se generalizan a gran escala en el Primer Imperio Han (202 a. C.9 d. C.), de hecho, el soberano se apropiĆ³ del monopolio del hierro fundido, construyendo numerosos hornos en la provincia de Henan. Los avances siguieron, hasta se llegĆ³ a descubrir el pudelado, que los chinos llamaron chao (un sistema que permite refinar el arrabio en un horno especialmente diseƱado, para que la oxidaciĆ³n elimine el exceso de carbono). Los chinos tambiĆ©n aprendieron a mezclar hierro fundido con hierro forjado para obtener acero autĆ©ntico. De hecho, existĆ­a la leyenda de que Liu Bang, el primer emperador de la dinastĆ­a Han, poseĆ­a una espada de acero, de cualidades asombrosas, fabricada por este sistema.22
  • JapĆ³n:23 Con la llegada de invasores coreanos y chinos, la cultura neolĆ­tica del JapĆ³n, llamada Jomon, desapareciĆ³ dando lugar a la llamada cultura Yayoi. Esto ocurriĆ³ en torno al 300 a. C., y vino acompaƱado de numerosos adelantos traĆ­dos del continente, entre ellos los metales: el hierro llegĆ³ a JapĆ³n al mismo tiempo que el bronce. De hecho en JapĆ³n la fase Yayoi es tambiĆ©n llamada «Edad del Bronce-Hierro». La creaciĆ³n mĆ”s original de la metalurgia yayoi son las campanas rituales de bronce (llamadas «DĆ“kaku»), profusamente decoradas con motivos abstractos e incluso figurativos.

Ɓfrica

En Ɓfrica24 no puede decirse que existieran ni el CalcolĆ­tico ni la Edad del Bronce en sentido estricto, a excepciĆ³n de Egipto y, por influencia de Ć©ste, la costa mediterrĆ”nea, que pudo conocer el bronce en el II milenio a. C.. Se sospecha que la cultura ibĆ©rica de El Argar pudo haber influido en la llegada de la metalurgia del bronce a la cordillera del Atlas. Sin embargo, mĆ”s allĆ” del SĆ”hara estas influencias desaparecen. AsĆ­, el Ɓfrica negra conociĆ³ un desarrollo muy particular, accediendo a la metalurgia del hierro de manera autĆ³ctona hacia el 1800 a.C. en lo que actualmente es el desierto de NĆ­ger, segĆŗn unos,25 o hacia el 600 a.C., segĆŗn otros, pero siempre sin pasar por las supuestas fases previas.6
Relieve funerario de Meroe, Kush.
AdemĆ”s de dominar periĆ³dicamente las regiones asiĆ”ticas de CanaĆ”n y el SinaĆ­, los faraones egipcios controlaban los territorios nubios, situados al sur de la primera catarata del Nilo (Elefantina). Este dominio tuvo especial relevancia al comenzar el primer milenio, ya que indujo el nacimiento de un estado independiente, el paĆ­s de Kush. Este reino, gobernado por gentes de origen autĆ³ctono, fue desplazĆ”ndose hacia el sur, a medida que la presiĆ³n de las potencias mediterrĆ”neas aumentaba, asĆ­, pasĆ³ de tener la capital en Kerma (3ĀŖ catarata del Nilo), a Napata (4ĀŖ catarata), desde la que, durante un tiempo pudo dominar Egipto (dinastĆ­a XXV, siglos VIII y VII a. C.), brevemente, pues los asirios conquistaron el delta; por Ćŗltimo la capital se trasladĆ³ a Meroe (entre la 5ĀŖ y la 6Āŗ catarata). A diferencia del Egipto farĆ³nico (que siempre careciĆ³ de materias primas o combustible suficiente), Meroe gozĆ³ de una importante industria metalĆŗrgica del hierro, desde antes del 500 a. C., pues poseĆ­a productivos yacimientos metalĆ­feros al norte y abundante madera al sur, de hecho se conservan montaƱas de escorias de aquella Ć©poca. Meroe sufriĆ³ un continuo aislamiento que le obligĆ³ a una economĆ­a casi autĆ”rquica, hasta que la ciudad fue destruida por los nuba en el 350 d. C.
Cartago, tambiĆ©n se asocia a la expansiĆ³n del hierro por el norte de Ɓfrica; y, aunque tenĆ­a relaciones comerciales que se adentraban hacia el corazĆ³n del cotinente, su interĆ©s nunca fue el dominio territorial, sĆ³lo la adquisiciĆ³n de ciertas materias primas y esclavos. Tampoco los romanos, tras la conquista se propusieron adentrarse en el desierto, por lo que el resto de Ɓfrica se caracterizarĆ­a por un desarrollo cultural singular debido al aislamiento.
El Hierro apareciĆ³ en el Ɓfrica subsahariana por primera vez en la civilizaciĆ³n de Nok, entre el 600 a. C. y el 200 d. C., y, desde allĆ­ se difundiĆ³ hacia el sur junto con la expansiĆ³n bantĆŗ. Entonces no sĆ³lo se desarrollĆ³ la metalurgia funcional del hierro, sino tambiĆ©n la del bronce. La metalurgia supuso un importante avance productivo que favoreciĆ³ el gĆ©nero de vida agrĆ­cola y el aumento de la poblaciĆ³n. Aunque en toda la mitad meridional de Ɓfrica convivieron agricultores, ganaderos y cazadores-recolectores. El aumento de poblaciĆ³n es el causante principal de la expansiĆ³n bantĆŗ hacia el sur, lentamente, hasta que en el primer siglo de nuestra era todo el continente ya conocĆ­a los metales. El bronce no sĆ³lo no se abandonĆ³ sino que, a menudo, se empleĆ³ con fines artĆ­sticos (como ocurre por ejemplo con los bronces de BenĆ­n).

AmƩrica

En AmĆ©rica, se desarrollĆ³ la metalurgia del oro, la plata, el cobre y el bronce; pero, en ningĆŗn caso, esta tecnologĆ­a incidiĆ³ decisivamente en las economĆ­as precolombinas. Las pepitas de cobre nativo se conocĆ­an desde antiguo en varias regiones de AmĆ©rica, por ejemplo en la regiĆ³n de los Grandes Lagos, donde abundaban los yacimientos de cobre nativo, desde el 4000 a. C. los pueblos locales acostumbraban a golpearlas hasta darles forma de punta de flecha, aunque nunca llegaron a descubrir la fusiĆ³n.
Las primeras pruebas encontradas hasta ahora de la metalurgia del cobre corresponden a los inicios del I milenio a. C., en los altiplanos boliviano y peruano. TambiĆ©n se efectuaron aleaciones de este metal con plata y oro a partir del 500 a.C. en las actuales Colombia y PerĆŗ. SĆ³lo a partir de la fase ChimĆŗ se comenzĆ³ a usar el cobre arsenicado. El metal casi siempre sirviĆ³ para fabricar objetos rituales o de prestigio, siendo pocos los artefactos utilitarios encontrados.8
En los Andes, el punto de partida de este desarrollo tecnolĆ³gico son las lĆ”minas de oro nativo asociadas a martillos y yunques de piedra pulimentada descubiertos en el departamento de ApurĆ­mac, concretamente en Huayhuaca, datados en el 1800 a. C. Sin embargo, la primera gran cultura metalĆŗrgica del continente fue la de ChavĆ­n de Huantar, que, desde, al menos el 800 a. C. elaboraba objetos de oro en forma de placas martilleadas y repujadas. Incluso llegĆ³ a unir varias placas para formar estatuillas de chapa de oro.
MĆ”s tarde, en torno al siglo IV a. C. la cultura Moche incorporĆ³ la plata y el cobre ya refinado a partir de la malaquita y otros carbonatos cuprĆ­feros; la metalurgia se enriqueciĆ³ notablemente con nuevas tĆ©cnicas, como el repujado en caliente. la incrustaciĆ³n de gemas y, en especial el baƱo de plata y el baƱo de oro: el baƱo de plata consistĆ­a en sumergir un objeto de cobre en una soluciĆ³n de plata pulverizada y sales corrosivas, el cobre reaccionaba ionizĆ”ndose y absorbiendo parte de la plata, posteriormente se calentaba el objeto para mejorar la adherencia y se bruƱƭa para darle brillo. El baƱo de oro consistĆ­a en calentar un objeto de cobre con polvo de oro hasta su oxidaciĆ³n, Ć©sta implicaba la absorciĆ³n del polvo de oro, pero despuĆ©s era necesario retirar la capa externa, oxidada, por medio de Ć”cido, para que el oro saliese a la superficie, despuĆ©s se bruƱƭa, tambiĆ©n. Un excelente ejemplo de las capacidades metalĆŗrgicas mochicas son las mĆ”s de 400 joyas halladas en la tumba del SeƱor de SipĆ”n. Hay noticias, asimismo, de que los mochicas usaban, a menudo, para utensilios prĆ”cticos, un cobre con un fuerte contenido en arsĆ©nico.
No se conoce con seguridad cuĆ”ndo y dĆ³nde apareciĆ³ el bronce autĆ©ntico (aleaciĆ³n de cobre y estaƱo): unos investigadores creen que su uso se iniciĆ³ en los Andes centrales, en el valle del LurĆ­n en torno al aƱo 850, mientras que otros aseguran que en la cultura Tiahuanaco ya se usaba ampliamente. Se supone que se difundiĆ³ rĆ”pidamente, de modo que antes del aƱo 1000 ya se habĆ­a desarrollado su tecnologĆ­a en toda la cordillera, desde Chile hasta Colombia. Para la Ć©poca Inca el uso del bronce ya se habĆ­a generalizado.8
La llamada Zona Intermedia (entre Ecuador y Colombia) tambiĆ©n tiene una antigua tradiciĆ³n en el trabajo de los metales, casi tanto como la de los Andes. De hecho, allĆ­ se ubican los mayores expertos en aleaciones metĆ”licas de la AmĆ©rica precolombina: los muiscas. Estos amerindios mezclaban plata, oro y cobre en diversas proporciones, pero la aleaciĆ³n mĆ”s exitosa fue llamada tumbaga (de cobre y oro, que aƱadĆ­a resistencia a las joyas, sin perder su apariencia Ć”urea: los muiscas, habitantes de Colombia y Ecuador son tambiĆ©n los inventores del moldeo a la cera perdida, en el primer siglo de nuestra era.
Fundidor avivando el fuego mientras retira impurezas con un escoriador
(CĆ³dice de Medoza)
.
De entre todas las culturas precolombinas de la Baja MesoamĆ©rica,26 destacan los mixtecos, cuyo origen es tan antiguo que se sospecha que ya existĆ­an en el perĆ­odo preclĆ”sico mesoamericano. Los mixtecos, ademĆ”s de conocedores de las tĆ©cnicas antes citadas, fueron inventores de otras como la soldadura, la filigrana, el damasquinado, el chapado en oro..., en fin que su orfebrerĆ­a era equiparable a la del Viejo Mundo.27 Los mixtecos tambiĆ©n eran expertos en la fundiciĆ³n de cobre y conocĆ­an el bronce. Numerosos cĆ³dices ilustran las tĆ©cnicas de fundiciĆ³n y reducciĆ³n de estos metales.
Sin embargo, la metalurgia no alcanzĆ³ la importancia econĆ³mica y social del Viejo Mundo; aunque se elaboraron hachas, azadas, mazas, lanzas y otros objetos de bronce, eran mĆ”s bien raros y no mejoraron sensiblemente la productividad de la mayorĆ­a de la sociedad ni la efectividad bĆ©lica de sus ejĆ©rcitos. Incluso las mazas de guerra, que se fabricaban tanto en piedra como en bronce eran, a menudo, de prestigio. Los cuchillos tambiĆ©n solĆ­an ser ceremoniales. La tecnologĆ­a usada para fabricar estas joyas sĆ³lo estaba al alcance de las Ć©lites.
La metalurgia americana
Bronce Moldeo a la cera perdida Mixtecas Muiscas Plata Cobre Mochicas oro Chavin

Los americanos conocieron otros metales; por ejemplo, el platino y el hierro.
  • El platino lo usaron mezclado con el oro: aunque nunca consiguieron una autĆ©ntica aleaciĆ³n de estos metales dado el alto punto de fusiĆ³n del platino. El compuesto (oro blanco) se obtenĆ­a martilleando el oro con polvos de platino (a menudo en caliente), hasta conseguir una pasta uniforme a la que se podĆ­a dar la forma y ornamentaciĆ³n deseada (esta tĆ©cnica sigue usĆ”ndose a escala industrial con aleaciones que requieren elevadĆ­simas temperaturas de fusiĆ³n, como el tungsteno o el titanio y recibe el nombre de pulvimetalurgia).
  • El hierro sĆ³lo era conocido a travĆ©s de meteoritos y era utilizado en forma de esquirlas, como si fuesen lascas, por parte de los indĆ­genas de AmĆ©rica del Norte. Aunque el ejemplo mĆ”s interesante es la explotaciĆ³n del meteorito mexicano llamado «Descubridora» (en Charcas, San Luis PotosĆ­), que aĆŗn conserva un trozo de cincel precolombino de cobre clavado. Otro uso comĆŗn del hierro precolombino es como colorante de cerĆ”mica, una vez pulverizado y aƱadido antes de la cocciĆ³n.
La conquista espaƱola de AmĆ©rica se explica en buena medida (aunque no Ćŗnica, ni siquiera principalmente) por la diferencia tecnolĆ³gica que sitĆŗa a la mayor parte de los pueblos precolombinos en estadios iniciales de la edad de los metales: pocos dominaban la metalurgia del bronce y ninguno la del hierro. A efectos materiales su utillaje se mantenĆ­a en la Edad de Piedra,28 pero, como es sabido, desde el punto de vista cultural sociedades como la inca, maya o mexica habĆ­an desarrollado estructuras sociales y polĆ­ticas muy complejas, tenĆ­an un carĆ”cter totalmente urbano y mantenĆ­an sistemas de registro (escritos o de otro tipo), por lo que no deberĆ­an ser estudiadas como prehistĆ³ricas.

Contextualizando la Edad de los Metales

Aunque la metalurgia haya sido ampliamente definida como un gran avance en el proceso civilizador del ser humano, lo cierto es que en sus primeros momentos, durante el CalcolĆ­tico, no fue mĆ”s que una innovaciĆ³n tecnolĆ³gica relativa. Ɖsta se inscribirĆ­a en un conjunto de procesos de cambio que se produjeron a partir del V milenio a. C. en el MediterrĆ”neo oriental y que, todos juntos, provocaron la denominada emergencia de las primeras sociedades complejas. Entre ellos estarĆ­an, ademĆ”s de la metalurgia, la intensificaciĆ³n de la producciĆ³n, nuevos modelos de ocupaciĆ³n del territorio, la especializaciĆ³n artesanal, el incremento de los intercambios y la estratificaciĆ³n social. 9
Para Renfrew y Chapman la complejidad social fue el resultado del incremento y diversificaciĆ³n de la producciĆ³n y los intercambios. Gracias a Ć©stos se generalizĆ³ el uso de la rueda y del carro por Europa central y occidental. La metalurgia del cobre se extendiĆ³ a la par que el vaso campaniforme. AsĆ­, la uniformidad y extensiĆ³n de los fenĆ³menos campaniforme, cordado y globular suele ser interpretada como resultado del comercio a larga distancia.29 Todos estos cambios provocaron el paso del modo de producciĆ³n domĆ©stico neolĆ­tico (autĆ”rquico) a una serie de economĆ­as integradas (interdependientes), dirigidas por jefes estables, que ejercĆ­an la coerciĆ³n para apropiarse de los excedentes de las comunidades, que en el Ć”rea mediterrĆ”nea llegaron a alcanzar niveles considerados como proto-urbanos. A estas sociedades se les ha dado el calificativo de pre-estatales.30 31 Asimismo, el carĆ”cter transformador de la metalurgia probablemente debiĆ³ incidir en las mitologĆ­as calcolĆ­ticas generando divinidades demiĆŗrgicas y la estratificaciĆ³n social se debiĆ³ reflejar tambiĆ©n en unos panteones mĆ”s jerarquizados, regidos por deidades masculinas y guerreras, que desplazaron a las diosas madre neolĆ­ticas.31
La mayorĆ­a de los investigadores admite que la metalurgia pudo haber sido inventada en varios puntos del planeta diferentes y en periodos distintos. La necesidad de materias primas estimulĆ³ la exploraciĆ³n del mundo e incrementĆ³ el intercambio de mercancĆ­as e ideas entre gentes de lugares remotos.
Pero esto se produjo a partir de la implantaciĆ³n del bronce, cuando la presiĆ³n comercial provocĆ³ una mayor complejidad y extensiĆ³n de las redes de intercambio, que incluĆ­an el estaƱo atlĆ”ntico, el Ć”mbar bĆ”ltico y la sal centroeuropea. La generalizaciĆ³n de comunidades con estructuras altamente jerarquizadas es simultĆ”nea a la apariciĆ³n de armas, elementos especĆ­ficamente creados para la guerra. A la vez desaparecieron progresivamente el vaso campaniforme y el megalitismo, asĆ­ como los usos funerarios correspondientes.4

LĆ­nea del tiempo de la Edad de los Metales en el Viejo Mundo

VƩase tambiƩn

Referencias


  • Real Academia EspaƱola (ed.). «Edad».

  • Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi (2005). «IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana». Barcelona (primera ediciĆ³n) (Ed. UOC). p. 172. ISBN 84-9788-153-2.

  • Heliodoro NĆŗƱez y Antonio Paniagua (2001). «La Edad de los Metales: cronologĆ­a y periodos». Instituto de TecnologĆ­as Educativas. Consultado el 19 de septiembre de 2010.

  • Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi. IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana. pp. 184–185.

  • «La Caixa saca de un largo olvido al enigmĆ”tico pueblo tracio». Terra. Archivado desde el original el 28 de junio de 2012. Consultado el 9 de mayo de 2010.

  • Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi. IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana. p. 173.

  • «Expresiones plĆ”sticas y manifestaciones culturales de las Ć©pocas prehistĆ³ricas e indĆ­genas». RENa Ministerio del Poder Popular para Ciencia, TecnologĆ­a e Industrias Intermedias. 2008. Consultado el 19 de septiembre de 2010.

  • Eiroa, Jorge Juan (1996). «La Prehistoria. La Edad de los Metales». Madrid (primera ediciĆ³n) (Ediciones Akal). p. 12. ISBN 84-7600-981-X.

  • Delibes, GermĆ”n; FernĆ”ndez-Miranda, Manuel (1993). «Los orĆ­genes de la civilizaciĆ³n. El CalcolĆ­tico en el Viejo Mundo». Madrid (primera ediciĆ³n) (Editorial SĆ­ntesis). pp. 7–15. ISBN 84-7738-181-X.

  • El cobre ibĆ©rico era rico en arsĆ©nico, por lo que fue muy apreciado en todo el MediterrĆ”neo antiguo.

  • No hemos puesto ejemplos de la dureza del hierro en la tabla porque, a diferencia del cobre o del bronce, es muy sensible a la corrosiĆ³n, siendo virtualmente imposible hacer estudios adecuados, ya que la mayorĆ­a de los objetos prehistĆ³ricos de hierro estĆ”n muy deteriorados; como mucho hay que conformarse con experimentos de arqueometalurgia o extrapolar datos de objetos mĆ”s recientes. Por ejemplo, el hierro fundido, pero sin forjar (arrabio) es muy quebradizo y oscila entre 80 HB y 120 HB, estĆ” por tanto, por debajo del bronce. Sin embargo, un hierro bien forjado, con la cantidad adecuada de carbono, y bien laminado, puede alcanzar los 300 HB (de hecho las famosas espadas medievales de Damasco tenĆ­an una dureza que iba de los 250 HB a los 325 HB, segĆŗn diferentes estudios). Los metales de hoy dĆ­a tienen una dureza controlada: pueden obtenerse desde aceros ligeros de 120 HB, hasta los que suelen usarse para las herramientas profesionales, de 650 HB y los famosos cuchillos fabricados actualmente en Solingen (Alemania) superan los 450 HB. «Historical Background of Damascus blades» de Dr. John Verhoeven, metallurgist emeritus professor, Iowa State University y Damascus steel

  • Heliodoro NĆŗƱez y Antonio Paniagua (2001). «La apariciĆ³n de la metalurgia y la minerĆ­a». Instituto de TecnologĆ­as Educativas. Consultado el 19 de septiembre de 2010.

  • Montenegro, Ɓngel y Solana, JosĆ© MarĆ­a (1986). «La formaciĆ³n polĆ­tica de la India y sus grandes movimientos religiosos». Gran Historia Universal. Ɓngel Montenegro, coord. (Volumen V: China e India. Antiguos imperios orientales). ISBN 84-7461-659-X. PĆ”ginas 222-223.

  • Montenegro, Ɓngel y Solana, JosĆ© MarĆ­a (1986). «La configuraciĆ³n de la sociedad argĆ­cola china». Gran Historia Universal. Ɓngel Montenegro, coord. (Volumen V: China e India. Antiguos imperios orientales). ISBN 84-7461-659-X. PĆ”gina 165

  • Cotterell Arthur (1984). «La China de los Shang». Historia de las Civilizaciones Antiguas. Volumen II: Europa, AmĆ©rica, China, India. Editorial CrĆ­tica, Barcelona. ISBN 84-7423-252-X.

  • Knauth, op. cit., 1975, pĆ”ginas 114-117

  • JesĆŗs PeƱas Cano (2001). «Hierro: Abundancia». EducaMadrid, ConsejerĆ­a de EducaciĆ³n de la Comunidad de Madrid. Consultado el 19 de septiembre de 2010.

  • Hicks, Jim (1974). Los Hititas. Time-Life International, Brepols Fabrieken, N. V., Holanda. PĆ”ginas 93-94.; una tablilla de barro con una inscripciĆ³n cuneiforme del siglo XIII a. C. dirigida por un soberano hitita a su homĆ³nimo asirio dice los siguiente:
    En cuanto al hierro de buena calidad acerca del cual me escribiste, no estƔ disponible en mi casa de sellos de Kizzuwatna. El momento actual no es propicio para producir el hierro del que te he escrito; se producirƔ, pero todavƭa no han terminado con su trabajo; cuando lo terminen te lo remitirƩ; de momento te envƭo la hoja de un puƱal, como obsequio para ti.
    Lo cierto es que los hititas no tenƭan capacidad para producir mƔs que una pequeƱa cantidad de objetos de hierro, la mayorƭa de los cuales se usaban como sƭmbolos de prestigio, ofrendas o regalos, y no para herramientas o armas en cantidad suficiente como para marcar diferencias respecto al bronce.

  • El metal templado es elĆ”stico y resistente a la deformaciĆ³n, pero no se puede doblar, por tanto, sometido a demasiada tensiĆ³n se quiebra; por el contrario, si el hierro se deja enfriar lentamente es mĆ”s flexible y menos frĆ”gil, puediendo deformarse y abollarse, sin partirse. Los herreros decidĆ­an, segĆŗn la funciĆ³n del objeto a fabricar, si necesitaba ser templado, o era mĆ”s Ćŗtil sin templar.

  • El wootz de la India se convertirĆ­a aƱos mĆ”s tarde en la materia prima de las «espadas de Damasco», aunque su calidad no residĆ­a sĆ³lo en su composiciĆ³n, sino en el modo de trabajarlo: a diferencia de los europeos, los asiĆ”ticos forjaban entre 650 y 800 °C; de hacerlo a temperatura mĆ”s baja el metal se romperĆ­a, pero entre esas cifras, cuando el hierro estĆ” rojo pĆŗrpura, el wootz se vuelve extraordinariamente dĆŗctil; una vez forjada la espada, volvĆ­a a calentarse a tan altas temperaturas y se templaba sumergiĆ©ndola sĆŗbitamente en agua helada mezclada con aceite, y de este modo obteniendo un acero todavĆ­a superior, resistente a la deformaciĆ³n, flexible, pero mĆ”s quebradizo: II. Espadas de Damasco

  • Ho Peng Yoke (1984). «El desarrollo cientĆ­fico y tecnolĆ³gico en la antigua China». Historia de las Civilizaciones Antiguas. Volumen II: Europa, AmĆ©rica, China, India. Barcelona: CrĆ­tica. ISBN 84-7423-252-X.

  • Como es notorio, los avances en la siderurgia china se adelantan en muchos siglos a los de la europea.

  • Gutbrod, Karl (1987). «X. Las antiguas culturas del este asiĆ”tico: JapĆ³n». Historia de las antiguas culturas del Mundo. ArqueologĆ­a. Ediciones del Serbal, Barcelona. ISBN 84-7628-038-6.

  • GĆ³mez-Tabanera, JosĆ© Manuel (1988). «Ćfrica en los inicios del metal». Las culturas africanas. Historia 16, Intervisa, Madrid. ISBN 84-7679-101-1.

  • Iniesta, Ferran (1998). «Kuma. Historia del Ɓfrica negra.». Barcelona (primera ediciĆ³n) (Edicions Bellaterra 2000). pp. 74–78. ISBN 84-7290-101-7.

  • de Grinberg, Dora M. K. (Marzo 2004). «¿QuĆ© sabĆ­an de fundiciĆ³n los antiguos habitantes de MesoamĆ©rica?» (Revista IngenierĆ­as ediciĆ³n). Nuevo LeĆ³n, MĆ©xico: Facultad de IngenierĆ­a MecĆ”nica y ElĆ©ctrica de la Universidad AutĆ³noma de Nuevo LeĆ³n. ISSN 1405-0676. Consultado el Acceso a la pĆ”gina desde el 8 de noviembre de 2006.

  • Vitale, Luis (1991). Historia de nuestra AmĆ©rica. Los pueblos originarios. Centro de Estudios Latinoamericanos, Santiago de Chile: Ediciones CELA. ISBN [[Special:BookSources/9567172012 - VersiĆ³n en PDF|9567172012 - [http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/sys/epo/g.pdf VersiĆ³n en PDF]]] |isbn= incorrecto (ayuda). PĆ”ginas 17-18.
    El cronista y religioso espaƱol Bernardino de SahagĆŗn, reconociĆ³ que «los mixtecas no sĆ³lo fueron los mejores orfebres de AmĆ©rica sino que ningĆŗn otro pueblo los superĆ³ en el mundo». Otro religioso espaƱol, Toribio de Benavente "MotolinĆ­a", explicaba asombrado que los artesanos mixtecas que trabajaban para los aztecas eran capaces de «fundir un pĆ”jaro con cabeza, lengua, patas y alas mĆ³viles y colocar cualquier bagatela en las alas, de modo que parecĆ­a danzar» (Knauth, Percy, op. cit., 1975, pĆ”gina 139)

  • Se han hecho comparaciones entre el armamento de los conquistadores espaƱoles y los indĆ­genas americanos, algunos con interesantes resultados. Aunque sea un caso muy especĆ­fico, es interesante la lectura del artĆ­culo sobre las mazas precolombinas de la regiĆ³n de los Andes por lo completo de sus datos y por lo esclarecedor de ciertos aspectos: Ponce, Ernesto (2002). «Mazas prehispĆ”nicas de metal: sur del PerĆŗ y extremo norte de Chile» (ChungarĆ”, Revista de AntropologĆ­a Chilena, Volumen 34, NĀŗ 2, julio de 2002. PĆ”ginas 215-223 ediciĆ³n). Arica, Chile: SciElo. ISSN 0717-7356. Consultado el Acceso a la pĆ”gina desde el 11 de noviembre de 2006.

  • Delibes, GermĆ”n; FernĆ”ndez-Miranda, Manuel. Los orĆ­genes de la civilizaciĆ³n. El CalcolĆ­tico en el Viejo Mundo. pp. 8–9,14,20.

  • Delibes, GermĆ”n; FernĆ”ndez-Miranda, Manuel. Los orĆ­genes de la civilizaciĆ³n. El CalcolĆ­tico en el Viejo Mundo. pp. 16–19.

    1. Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi. IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana. pp. 174–177.

    Enlaces externos

    Prehistoria del Viejo Mundo
    Edad de Piedra Edad de los Metales
    PaleolĆ­tico MesolĆ­tico
    Epipa-
    leolĆ­tico
    NeolĆ­tico Edad del Cobre
    (excepto Ɓfrica negra)
    Edad del Bronce
    (excepto Ɓfrica negra)
    Edad del Hierro
    PaleolĆ­tico inferior PaleolĆ­tico medio PaleolĆ­tico superior
    Soy una persona que me encanta la tecnologƭa para sacar el mejor provecho en todas las Ɣreas del conocimiento y la vida prƔctica.
    Mi Biblioteca... Bienvenido a whatsapp chat
    Hola, En que podemos ayudarte?
    Escriba aquĆ­...