Edad de los Metales
La Edad de los Metales es una de las dos grandes etapas tecnolĆ³gicas en las que tradicionalmente se ha subdividido la Prehistoria euroasiĆ”tica. Por definiciĆ³n, es el perĆodo que siguiĆ³ a la Edad de Piedra y durante el cual el hombre empezĆ³ a fabricar objetos de metal1 fundido. La existencia de procesos metalĆŗrgicos es indispensable para establecer la adscripciĆ³n de una cultura arqueolĆ³gica a esta etapa, ya que los metales nativos eran trabajados por martilleado desde las fases iniciales del NeolĆtico.2 Siguiendo este criterio, la Edad de los Metales comenzarĆa con las primeras evidencias de fundiciĆ³n del cobre, que son del VI milenio a. C. (en Anatolia y los montes Zagros) y acabarĆa con la progresiva entrada en la Historia de cada regiĆ³n (en Europa esto se produjo durante el I milenio a. C.). En Mesopotamia y Egipto coincide ya con el desarrollo de la escritura y por tanto la metalurgia allĆ es plenamente histĆ³rica.3 4
Los primeros indicios de metalurgia en Europa proceden del Ɣrea de los Balcanes,
a mediados del V milenio a. C. y son de origen autĆ³ctono. Para el resto
del continente las evidencias aparecen durante la segunda mitad del IV
milenio a. C., aunque su generalizaciĆ³n y el consecuente abandono de la
piedra como elemento bĆ”sico para la fabricaciĆ³n de artefactos solo se
materializĆ³ con la llegada del hierro. Debido a la escasez de materia prima, en el Egipto faraĆ³nico esta sustituciĆ³n nunca se llegĆ³ a producir.2
Dado que no existen rupturas en el desarrollo de las tecnologĆas metalĆŗrgicas entre la Prehistoria, la Protohistoria y la Historia, en este artĆculo se incluyen procesos que se dieron en periodos claramente histĆ³ricos.
Varios siglos despuĆ©s se descubriĆ³ que el cobre podĆa ser extraĆdo de diversos minerales (malaquita, calcopirita, etc.), por medio de la fundiciĆ³n en hornos especiales, en los que se insuflaba oxĆgeno (soplando por largos tubos o con fuelles) para superar los 1000 °C de temperatura. El objeto de cobre fundido mĆ”s antiguo que se conoce procede de los Montes Zagros, concretamente de Tal-i-Blis (IrĆ”n), y se data en el 4100 a. C., junto a Ć©l se hallaron hornos de fundiciĆ³n, crisoles e incluso moldes.
La tĆ©cnica de fundiciĆ³n del cobre es relativamente sencilla, siempre que los minerales utilizados sean carbonatos
de cobre extraĆdos de algĆŗn yacimiento metalĆfero; la clave estĆ” en que
el horno alcance la temperatura adecuada, lo cual se conseguĆa
inyectando aire soplando o con fuelles a travƩs de largas toberas. Este
sistema se denomina «reducciĆ³n del metal». Se mezclaba el mineral
triturado, por ejemplo, malaquita (carbonato de cobre), con carbĆ³n de
leƱa. Con el calor las impurezas van liberĆ”ndose en forma de monĆ³xido y diĆ³xido de carbono,
reduciendo el mineral a un cobre relativamente puro; al alcanzar los
1000 °C, el metal se licĆŗa depositĆ”ndose en la zona inferior del horno.
Un orificio en el fondo del horno permite que el lĆquido candente fluya
hacia el exterior, donde se recoge en moldes; parte de la escoria queda
en el horno y las impurezas del mineral flotan en el metal fundido, por lo que es fƔcil eliminarlas con un utensilio llamado escoriador.
Como el cobre podĆa volver a fundirse muchas veces, Ć©ste solĆa convertirse en lingotes, a veces con una forma peculiar (como los del MediterrĆ”neo oriental, que recuerdan al pellejo de un animal), para luego fabricar diversos objetos por fusiĆ³n y colado en moldes. El cobre es muy maleable y dĆŗctil, podĆa martillarse en frĆo o en caliente, con lo que se duplicaba su consistencia y dureza. En cualquier caso, resultaba imposible eliminar todas la impurezas del cobre, pero, mientras que algunas eran perjudiciales, como el bismuto, que lo hace quebradizo, otras eran beneficiosas, como el arsĆ©nico, que reduce la formaciĆ³n de burbujas en su fundiciĆ³n, pues impide la absorciĆ³n de gases a travĆ©s de los poros del molde, asegurando un producto de mejor calidad. El cobre con alto contenido natural en plomo es mĆ”s blando, lo cual puede ser una ventaja para fabricar recipientes por medio del martilleo de una plancha en forma de disco, curvĆ”ndola en forma cĆ³ncava, para elaborar calderos o cuencos; incluso podĆa ser repujado. Algunos metalurgistas consideran que estos cobres con impurezas beneficiosas son, en realidad, «bronces naturales».
La tĆ©cnica del cobre no tardĆ³ en difundirse por todo el PrĆ³ximo Oriente, coincidiendo con el nacimiento de las primeras civilizaciones histĆ³ricas de la zona, principalmente Sumeria y el Antiguo Egipto; pero muchos estudiosos consideran que pudo inventarse en fechas muy parecidas en otras partes del Viejo Mundo. Concretamente en Europa hay un avanzado nĆŗcleo calcolĆtico en los Balcanes que incluye ocasionalmente objetos de cobre fundido entre sus hallazgos del IV milenio a. C. (cultura Gulmenita) y todo parece apuntar hacia una invenciĆ³n local. Durante el siguiente milenio y tambiĆ©n con carĆ”cter autĆ³ctono, se detectan procesos metalĆŗrgicos en poblados fortificados del sur de la penĆnsula IbĆ©rica, como Los Millares o Vila Nova de Sao Pedro.9 10 Estos primeros metales se difundieron por la Europa central y mediterrĆ”nea durante el III milenio a. C., asociados al vaso campaniforme y a la cerĆ”mica cordada.
En Asia central u oriental no puede hablarse de una Edad del Cobre con entidad suficiente, dada su corta duraciĆ³n, ya que el desarrollo de la metalurgia en lugares como la India o China comenzĆ³ realmente con el bronce.
Dureza relativa de los metales HB11
El empleo del bronce se iniciĆ³ en Mesopotamia.12
Coincidiendo con la transiciĆ³n del III milenio a.C. al II en el PrĆ³ximo
Oriente se implantĆ³ la aleaciĆ³n de bronce y se establecieron las bases
de las primeras sociedades estatales complejas, que comenzaron a generar
una gran demanda de estaƱo.4
Los metalĆŗrgicos de estas Ć”reas, para satisfacer Ć©sta y la de otros
metales preciosos, debieron de convertirse tambiƩn en exploradores (a la
bĆŗsqueda de minas) y comerciantes (que ofrecĆan sus productos a cambio
de las preciadas materias primas).12 Los sumerios (y sus sucesores), por ejemplo, carecĆan por completo de minerales metĆ”licos y se sospecha que los importaban de los montes Zagros (donde se habĆa desarrollado el imperio Elamita, con capital en Susa) y del CĆ”ucaso (donde abundan la malaquita y la casiterita).
Los antiguos egipcios obtenĆan la mayor parte del cobre de las minas de Timna, en AravĆ”, junto al desierto del NĆ©guev,
aunque sus relaciones comerciales se extendieron por algunas regiones
africanas y por todo el Egeo, penetrando en Europa (piezas de
procedencia egipcia aparecen por todo este contiente evidenciando algĆŗn
tipo de intercambio).
Los habitantes de Siria, Palestina, Anatolia y el Egeo dirigieron sus expediciones hacia Europa, remontando el Danubio en busca del estaƱo de Bohemia y HungrĆa; o bordeando el MediterrĆ”neo hasta el sur de la penĆnsula IbĆ©rica, donde obtuvieron el cobre argĆ”rico. Es posible que siguieran por el AtlĆ”ntico hasta alcanzar las islas BritĆ”nicas, en busca del cobre y el estaƱo de Cornualles y el oro de Irlanda. AsĆ, en el segundo milenio antes de nuestra era, casi toda Europa entrĆ³ en la Edad del Bronce. El bronce europeo se caracteriza, en un principio, por una gran varidad de culturas, algunas de las cuales comparten denominadores comunes, como la construcciĆ³n de tĆŗmulos funerarios. SerĆa muy tedioso citarlas todas, pero cabrĆa destacar, en Europa central, los complejos tecnolĆ³gicos de Unetice, de los TĆŗmulos y de los Campos de Urnas, que, a pesar de sus evidentes diferencias, parecen compartir cierta continuidad cultural. TambiĆ©n habrĆa que mencionar la ibĆ©rica de El Argar y todas aquĆ©llas que se desarrollaron en la cornisa atlĆ”ntica, cuya idiosincrasia perviviĆ³ hasta Ć©pocas histĆ³ricas.
Por lo que respecta a Asia central, se ignora si la metalurgia del
bronce fue inventada allĆ independientemente o fue una importaciĆ³n desde
Mesopotamia. En PakistĆ”n, la Edad del Bronce se iniciĆ³ con la cultura del valle del Indo (desde mediados de III milenio hasta mediados del II milenio a. C.),
que carecĆa por completo de fuentes de abastecimiento mineral. De
hecho, se sospecha —por la escasez de objetos de bronce y cobre hallados
en yacimientos como Harappa o Mohenjo-Daro,
y por el retraso en las fechas respecto a otros pueblos del oeste— que
—a pesar de su alto grado de desarrollo— dependĆan de sus contactos con
los elamitas del oeste y, a travĆ©s de ellos, con los mesopotĆ”micos. AsĆ parecen demostrarlo algunos objetos procedentes del Indo encontrados en la regiĆ³n de Diyala, en el valle del Tigris, y varias tablillas escritas de Larsa (datadas en el 1950 a. C.13
). No es seguro, pero parece ser que de ellos tomaron tƩcnicas tan
desarrolladas como la utilizaciĆ³n de moldes bivalvos, los remaches y las
soldaduras para fabricar piezas complejas e incluso el moldeo a la cera perdida, antes del 2000 a. C.
El proceso peor conocido es el de China: se sabe que desde fines del IV milenio a. C.
fundĆan cobre arsenical, aunque las piezas eran extremadamente raras
(de hecho, no se considera una Edad del Cobre en China, sino que se
pasarĆa directamente del NeolĆtico al Bronce). Aunque la metalurgia
llegĆ³ con varios milenios de retraso al extremo Oriente
se sospecha que pudo ser inventada independientemente de la del PrĆ³ximo
Oriente, por la originalidad de las tƩcnicas, a veces muy diferentes a
las de los pueblos del oeste. La primera cultura de la Edad del Bronce
es la que se denomina Erlitou, del II milenio a. C., relacionada con la mĆtica dinastĆa Xia (si bien, esto es muy discutible): las antiguas leyendas chinas relatan que el primer rey de esta legendaria dinastĆa, Yu el Grande
(III milenio a. C.), fue un gran fundidor de calderos trĆpodes
ceremoniales de bronce, y agradaban tanto a los dioses que le otorgaron
la victoria sobre sus enemigos. Fuere o no cierto, aunque Erlitou sea
una cultura sin escritura, supone la transiciĆ³n a Historia de este paĆs
y, entre sus creaciones, ya aparecen los prototipos de vasijas
ceremoniales de bronce utilizados durante toda la antigĆ¼edad por los
chinos (sobre todo los calderos circulares de tres patas o cuadrados de
cuatro patas llamados li-ting que servĆan para para la carne y una innumerable variedad de vasijas para bebidas, por ejemplo las grandes copas llamadas ku o los calderos yeou...).14
A Erlitou le sucede la Ć©poca Shang (1600 a. C. - 1046 a. C.) durante la cual, en un proceso asombroso, los chinos se pusieron a la altura de cualquier otra regiĆ³n en la metalurgia del bronce.15 Las excavaciones de una de las capitales del reino, la ciudad de Anyang, han puesto al descubierto dos grandes talleres de fundiciĆ³n con hornos capaces de alcanzar temperaturas muy superiores a las necesarias, pero tambiĆ©n con sistemas para controlar la intensidad del calor. AsĆ elaboraron vasijas rituales, hachas, puƱales, cascos, armas y armaduras de gran maestrĆa. Muchas de estas piezas estaban destinadas a las tumbas reales de sus alrededores, ya que Ć©stas han deparado numerosos objetos ceremoniales de bronce de depurada factura. Los calderos li-ting y las vasijas de bebida con formas zoomorfas son las obras metalĆŗrgicas mĆ”s originales de la antigĆ¼edad china, alcanzando su apogeo al final de la Ć©poca Shang, desde el 1300 a. C. Sus sucesores los Zhou continuaron la tradiciĆ³n de los vasos rituales que, durante mucho tiempo, se pensĆ³ que estaban fabricados por medio de la «cera perdida». Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado que los chinos desconocĆan esa tĆ©cnica, y que para sus obras maestras utilizaban complicados moldes de arcilla formados por varias partes tan bien ensambladas que no dejaban marcas en las junturas (algunos de mĆ”s de diez piezas). No hay dos obras iguales porque los moldes se rompĆan para extraer los bronces.16
Sin embargo, segĆŗn parece, los objetos de bronce chinos estaban
reservados a las Ć©lites, pues se han encontrado muy pocas herramientas y
muchĆsimas armas y objetos de culto. Esta situaciĆ³n perdurĆ³ hasta la
generalizaciĆ³n del hierro.
El hierro es el cuarto elemento mƔs abundante en la corteza terrestre,17
sin embargo, su utilizaciĆ³n prĆ”ctica comenzĆ³ 7000 aƱos mĆ”s tarde que el
cobre y 2500 aƱos despuƩs del bronce. Este retraso no se debe al
desconocimiento de este metal, puesto que los antiguos conocĆan el
hierro y lo consideraban mƔs valioso que cualquier otra joya, pero se
trataba de «hierro meteĆ³rico», es decir, procedente de meteoritos. El hierro meteĆ³rico era conocido tanto en Eurasia como en AmĆ©rica (descrito mĆ”s adelante).
Aunque durante milenios no hubo tecnologĆa para trabajar minerales ferrosos, en el III milenio a. C. parece que algunos lo consiguieron: en las ruinas arqueolĆ³gicas de AlaƧa HĆ¼yĆ¼k (Anatolia) aparecieron varias piezas de hierro artificial, entre ellas un alfiler, una especie de cuchilla y una esplĆ©ndida daga con la empuƱadura de oro. En el segundo milenio destacan un hacha de combate descubierta en Ugarit y, de nuevo, una daga con la hoja de hierro y una exquisita empuƱadura de oro, que formaba parte del ajuar funerario de la tumba de TutankamĆ³n. Las materias primas de estos primeros herreros debieron ser minerales como el hematites, limonita o magnetita, casi todos Ć³xidos de hierro que ya eran utilizados para otros fines en la Prehistoria, por ejemplo para ayudar a eliminar impurezas de la fundiciĆ³n del cobre o como colorantes. De hecho se sospecha que en los hornos de fundiciĆ³n de cobre y bronce pudieron generarse pequeƱos residuos de hierro casi puro, a partir de los cuales comenzarĆa el conocimiento de la verdadera siderurgia. Hay antiguos hallazgos de hierro fundido por el hombre desde Siria a AzerbaiyĆ”n. Pero ninguno revela cĆ³mo fueron obtenidos ni las tĆ©cnicas usadas. No se conservan ruinas de talleres, ni herrerĆas, por lo que se ignora de dĆ³nde proceden estos objetos, o dĆ³nde «se inventaron».
Por textos escritos en tablillas cuneiformes se sabe que los Hititas
fueron los primeros en controlar e, incluso, monopolizar los productos
de hierro fabricados a mediados del 2Āŗ milenio. Enviaban sus objetos a
los egipcios, sirios, asirios, fenicios... Pero su producciĆ³n nunca fue
abundante. De hecho, muchos de los envĆos eran regalos con finalidad
diplomƔtica, pues el hierro era diez veces mƔs valioso que el oro y
cuarenta veces mƔs costoso que la plata.18 Cuando el Imperio Hitita fue destruido por los Pueblos del mar, hacia el 1200 a. C.,
los herreros se dispersaron por Oriente Medio, difundiendo su
tecnologĆa: de este modo comienza la Edad del Hierro en el PrĆ³ximo
Oriente.
Fabricar hierro seguĆa un procedimiento muy distinto al del cobre y el bronce (para empezar el metal no se licuaba), primero porque habĆa que conseguir hornos con gran capacidad calĆ³rica: el mineral machacado debĆa estar totalmente rodeado de carbĆ³n de leƱa (que se consumĆa en enormes cantidades) y numerosos fuelles que, a travĆ©s de toberas, insuflaban oxĆgeno continuamente. El mineral debĆa ser precalentado en un horno y por medio de golpes se eliminaban algunas impurezas; luego se llevaba al estado incandescente, en un segundo horno, hasta obtener una masa denominada hierro esponjoso, altamente impuro, por lo que volvĆa a ser golpeado en caliente para refinarlo. DespuĆ©s de un largo y repetitivo proceso de martilleo y calentamiento, evitando que el hierro se enfriase, se obtenĆa una barra forjada, bastante pura, resistente y maleable. Para las armas y ciertas herramientas, el hierro se templaba enfriĆ”ndolo bruscamente en agua, lo que provocaba cambios de la estructura molecular y una mejor absorciĆ³n de carbono. Los testimonios mĆ”s antiguos del proceso de templado del hierro candente se han hallado en Chipre y datan de 1100 a. C.19 Evidentemente, las instalaciones y herramientas de los herreros eran muy diferentes a las de los broncistas. El bronce siguiĆ³ siendo un metal esencial para las antiguas culturas, sirviendo en campos diferentes en los que no se podĆa o no se sabĆa aplicar la tecnologĆa del hierro.
El hierro es mƔs abundante que el cobre y, por supuesto, que el
estaƱo y, una vez dominada la tƩcnica, mƔs barato que el bronce. Cuando
los hititas desaparecieron y sus artesanos se dispersaron, la producciĆ³n
de este metal aumentĆ³ considerablemente en todo el PrĆ³ximo Oriente y
los centros siderĆŗrgicos se extendieron hasta el Egeo, Egipto e incluso
Italia por el oeste; hacia Siria y Mesopotamia por el sur, hacia Armenia
y el CƔucaso por el norte, y hacia las grandes civilizaciones asiƔticas
por el este.
AdemĆ”s de dominar periĆ³dicamente las regiones asiĆ”ticas de CanaĆ”n y el SinaĆ, los faraones egipcios controlaban los territorios nubios, situados al sur de la primera catarata del Nilo (Elefantina).
Este dominio tuvo especial relevancia al comenzar el primer milenio, ya
que indujo el nacimiento de un estado independiente, el paĆs de Kush.
Este reino, gobernado por gentes de origen autĆ³ctono, fue desplazĆ”ndose
hacia el sur, a medida que la presiĆ³n de las potencias mediterrĆ”neas
aumentaba, asĆ, pasĆ³ de tener la capital en Kerma (3ĀŖ catarata del Nilo), a Napata (4ĀŖ catarata), desde la que, durante un tiempo pudo dominar Egipto (dinastĆa XXV, siglos VIII y VII a. C.), brevemente, pues los asirios conquistaron el delta; por Ćŗltimo la capital se trasladĆ³ a Meroe
(entre la 5ĀŖ y la 6Āŗ catarata). A diferencia del Egipto farĆ³nico (que
siempre careciĆ³ de materias primas o combustible suficiente), Meroe gozĆ³
de una importante industria metalĆŗrgica del hierro, desde antes del 500 a. C.,
pues poseĆa productivos yacimientos metalĆferos al norte y abundante
madera al sur, de hecho se conservan montaƱas de escorias de aquella
Ć©poca. Meroe sufriĆ³ un continuo aislamiento que le obligĆ³ a una economĆa
casi autƔrquica, hasta que la ciudad fue destruida por los nuba en el 350 d. C.
Cartago, tambiĆ©n se asocia a la expansiĆ³n del hierro por el norte de Ćfrica; y, aunque tenĆa relaciones comerciales que se adentraban hacia el corazĆ³n del cotinente, su interĆ©s nunca fue el dominio territorial, sĆ³lo la adquisiciĆ³n de ciertas materias primas y esclavos. Tampoco los romanos, tras la conquista se propusieron adentrarse en el desierto, por lo que el resto de Ćfrica se caracterizarĆa por un desarrollo cultural singular debido al aislamiento.
El Hierro apareciĆ³ en el Ćfrica subsahariana por primera vez en la civilizaciĆ³n de Nok, entre el 600 a. C. y el 200 d. C., y, desde allĆ se difundiĆ³ hacia el sur junto con la expansiĆ³n bantĆŗ.
Entonces no sĆ³lo se desarrollĆ³ la metalurgia funcional del hierro, sino
tambiƩn la del bronce. La metalurgia supuso un importante avance
productivo que favoreciĆ³ el gĆ©nero de vida agrĆcola y el aumento de la
poblaciĆ³n. Aunque en toda la mitad meridional de Ćfrica convivieron
agricultores, ganaderos y cazadores-recolectores. El aumento de
poblaciĆ³n es el causante principal de la expansiĆ³n bantĆŗ
hacia el sur, lentamente, hasta que en el primer siglo de nuestra era
todo el continente ya conocĆa los metales. El bronce no sĆ³lo no se
abandonĆ³ sino que, a menudo, se empleĆ³ con fines artĆsticos (como ocurre
por ejemplo con los bronces de BenĆn).
Las primeras pruebas encontradas hasta ahora de la metalurgia del cobre corresponden a los inicios del I milenio a. C., en los altiplanos boliviano y peruano. TambiĆ©n se efectuaron aleaciones de este metal con plata y oro a partir del 500 a.C. en las actuales Colombia y PerĆŗ. SĆ³lo a partir de la fase ChimĆŗ se comenzĆ³ a usar el cobre arsenicado. El metal casi siempre sirviĆ³ para fabricar objetos rituales o de prestigio, siendo pocos los artefactos utilitarios encontrados.8
En los Andes, el punto de partida de este desarrollo tecnolĆ³gico son las lĆ”minas de oro nativo asociadas a martillos y yunques de piedra pulimentada descubiertos en el departamento de ApurĆmac, concretamente en Huayhuaca, datados en el 1800 a. C. Sin embargo, la primera gran cultura metalĆŗrgica del continente fue la de ChavĆn de Huantar, que, desde, al menos el 800 a. C. elaboraba objetos de oro en forma de placas martilleadas y repujadas. Incluso llegĆ³ a unir varias placas para formar estatuillas de chapa de oro.
MĆ”s tarde, en torno al siglo IV a. C. la cultura Moche incorporĆ³ la plata y el cobre ya refinado a partir de la malaquita y otros carbonatos cuprĆferos; la metalurgia se enriqueciĆ³ notablemente con nuevas tĆ©cnicas, como el repujado en caliente. la incrustaciĆ³n de gemas y, en especial el baƱo de plata y el baƱo de oro: el baƱo de plata consistĆa en sumergir un objeto de cobre en una soluciĆ³n de plata pulverizada y sales corrosivas, el cobre reaccionaba ionizĆ”ndose y absorbiendo parte de la plata, posteriormente se calentaba el objeto para mejorar la adherencia y se bruƱĆa para darle brillo. El baƱo de oro consistĆa en calentar un objeto de cobre con polvo de oro hasta su oxidaciĆ³n, Ć©sta implicaba la absorciĆ³n del polvo de oro, pero despuĆ©s era necesario retirar la capa externa, oxidada, por medio de Ć”cido, para que el oro saliese a la superficie, despuĆ©s se bruƱĆa, tambiĆ©n. Un excelente ejemplo de las capacidades metalĆŗrgicas mochicas son las mĆ”s de 400 joyas halladas en la tumba del SeƱor de SipĆ”n. Hay noticias, asimismo, de que los mochicas usaban, a menudo, para utensilios prĆ”cticos, un cobre con un fuerte contenido en arsĆ©nico.
No se conoce con seguridad cuĆ”ndo y dĆ³nde apareciĆ³ el bronce autĆ©ntico (aleaciĆ³n de cobre y estaƱo): unos investigadores creen que su uso se iniciĆ³ en los Andes centrales, en el valle del LurĆn en torno al aƱo 850, mientras que otros aseguran que en la cultura Tiahuanaco
ya se usaba ampliamente. Se supone que se difundiĆ³ rĆ”pidamente, de modo
que antes del aƱo 1000 ya se habĆa desarrollado su tecnologĆa en toda
la cordillera, desde Chile hasta Colombia. Para la Ć©poca Inca el uso del bronce ya se habĆa generalizado.8
La llamada Zona Intermedia (entre Ecuador y Colombia) tambiĆ©n tiene una antigua tradiciĆ³n en el trabajo de los metales, casi tanto como la de los Andes. De hecho, allĆ se ubican los mayores expertos en aleaciones metĆ”licas de la AmĆ©rica precolombina: los muiscas. Estos amerindios mezclaban plata, oro y cobre en diversas proporciones, pero la aleaciĆ³n mĆ”s exitosa fue llamada tumbaga (de cobre y oro, que aƱadĆa resistencia a las joyas, sin perder su apariencia Ć”urea: los muiscas, habitantes de Colombia y Ecuador son tambiĆ©n los inventores del moldeo a la cera perdida, en el primer siglo de nuestra era.
De entre todas las culturas precolombinas de la Baja MesoamĆ©rica,26 destacan los mixtecos, cuyo origen es tan antiguo que se sospecha que ya existĆan en el perĆodo preclĆ”sico mesoamericano. Los mixtecos, ademĆ”s de conocedores de las tĆ©cnicas antes citadas, fueron inventores de otras como la soldadura, la filigrana, el damasquinado, el chapado en oro..., en fin que su orfebrerĆa era equiparable a la del Viejo Mundo.27
Los mixtecos tambiĆ©n eran expertos en la fundiciĆ³n de cobre y conocĆan
el bronce. Numerosos cĆ³dices ilustran las tĆ©cnicas de fundiciĆ³n y
reducciĆ³n de estos metales.
Sin embargo, la metalurgia no alcanzĆ³ la importancia econĆ³mica y social del Viejo Mundo; aunque se elaboraron hachas, azadas, mazas, lanzas y otros objetos de bronce, eran mĆ”s bien raros y no mejoraron sensiblemente la productividad de la mayorĆa de la sociedad ni la efectividad bĆ©lica de sus ejĆ©rcitos. Incluso las mazas de guerra, que se fabricaban tanto en piedra como en bronce eran, a menudo, de prestigio. Los cuchillos tambiĆ©n solĆan ser ceremoniales. La tecnologĆa usada para fabricar estas joyas sĆ³lo estaba al alcance de las Ć©lites.
La metalurgia americana
Los americanos conocieron otros metales; por ejemplo, el platino y el hierro.
Para Renfrew y Chapman la complejidad social fue el resultado del incremento y diversificaciĆ³n de la producciĆ³n y los intercambios. Gracias a Ć©stos se generalizĆ³ el uso de la rueda y del carro por Europa central y occidental. La metalurgia del cobre se extendiĆ³ a la par que el vaso campaniforme. AsĆ, la uniformidad y extensiĆ³n de los fenĆ³menos campaniforme, cordado y globular suele ser interpretada como resultado del comercio a larga distancia.29 Todos estos cambios provocaron el paso del modo de producciĆ³n domĆ©stico neolĆtico (autĆ”rquico) a una serie de economĆas integradas (interdependientes), dirigidas por jefes estables, que ejercĆan la coerciĆ³n para apropiarse de los excedentes de las comunidades, que en el Ć”rea mediterrĆ”nea llegaron a alcanzar niveles considerados como proto-urbanos. A estas sociedades se les ha dado el calificativo de pre-estatales.30 31 Asimismo, el carĆ”cter transformador de la metalurgia probablemente debiĆ³ incidir en las mitologĆas calcolĆticas generando divinidades demiĆŗrgicas y la estratificaciĆ³n social se debiĆ³ reflejar tambiĆ©n en unos panteones mĆ”s jerarquizados, regidos por deidades masculinas y guerreras, que desplazaron a las diosas madre neolĆticas.31
La mayorĆa de los investigadores admite que la metalurgia pudo haber sido inventada en varios puntos del planeta diferentes y en periodos distintos. La necesidad de materias primas estimulĆ³ la exploraciĆ³n del mundo e incrementĆ³ el intercambio de mercancĆas e ideas entre gentes de lugares remotos.
Pero esto se produjo a partir de la implantaciĆ³n del bronce, cuando la presiĆ³n comercial provocĆ³ una mayor complejidad y extensiĆ³n de las redes de intercambio, que incluĆan el estaƱo atlĆ”ntico, el Ć”mbar bĆ”ltico y la sal centroeuropea. La generalizaciĆ³n de comunidades con estructuras altamente jerarquizadas es simultĆ”nea a la apariciĆ³n de armas, elementos especĆficamente creados para la guerra. A la vez desaparecieron progresivamente el vaso campaniforme y el megalitismo, asĆ como los usos funerarios correspondientes.4
LĆnea del tiempo de la Edad de los Metales en el Viejo Mundo
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Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi. IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana. pp. 184–185.
«La Caixa saca de un largo olvido al enigmĆ”tico pueblo tracio». Terra. Archivado desde el original el 28 de junio de 2012. Consultado el 9 de mayo de 2010.
Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi. IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana. p. 173.
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El cobre ibƩrico era rico en arsƩnico, por lo que fue muy apreciado en todo el MediterrƔneo antiguo.
No
hemos puesto ejemplos de la dureza del hierro en la tabla porque, a
diferencia del cobre o del bronce, es muy sensible a la corrosiĆ³n,
siendo virtualmente imposible hacer estudios adecuados, ya que la
mayorĆa de los objetos prehistĆ³ricos de hierro estĆ”n muy deteriorados;
como mucho hay que conformarse con experimentos de arqueometalurgia o extrapolar datos de objetos mƔs recientes. Por ejemplo, el hierro fundido, pero sin forjar (arrabio)
es muy quebradizo y oscila entre 80 HB y 120 HB, estĆ” por tanto, por
debajo del bronce. Sin embargo, un hierro bien forjado, con la cantidad
adecuada de carbono, y bien laminado, puede alcanzar los 300 HB (de
hecho las famosas espadas medievales de Damasco
tenĆan una dureza que iba de los 250 HB a los 325 HB, segĆŗn diferentes
estudios). Los metales de hoy dĆa tienen una dureza controlada: pueden
obtenerse desde aceros ligeros de 120 HB, hasta los que suelen usarse
para las herramientas profesionales, de 650 HB y los famosos cuchillos
fabricados actualmente en Solingen (Alemania) superan los 450 HB. «Historical Background of Damascus blades» de Dr. John Verhoeven, metallurgist emeritus professor, Iowa State University y Damascus steel
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El metal templado es elƔstico
y resistente a la deformaciĆ³n, pero no se puede doblar, por tanto,
sometido a demasiada tensiĆ³n se quiebra; por el contrario, si el hierro
se deja enfriar lentamente es mƔs flexible y menos frƔgil, puediendo deformarse
y abollarse, sin partirse. Los herreros decidĆan, segĆŗn la funciĆ³n del
objeto a fabricar, si necesitaba ser templado, o era mĆ”s Ćŗtil sin
templar.
El wootz
de la India se convertirĆa aƱos mĆ”s tarde en la materia prima de las
«espadas de Damasco», aunque su calidad no residĆa sĆ³lo en su
composiciĆ³n, sino en el modo de trabajarlo: a diferencia de los
europeos, los asiƔticos forjaban
entre 650 y 800 °C; de hacerlo a temperatura mĆ”s baja el metal se
romperĆa, pero entre esas cifras, cuando el hierro estĆ” rojo pĆŗrpura, el
wootz se vuelve extraordinariamente dĆŗctil; una vez forjada la espada, volvĆa a calentarse a tan altas temperaturas y se templaba
sumergiĆ©ndola sĆŗbitamente en agua helada mezclada con aceite, y de este
modo obteniendo un acero todavĆa superior, resistente a la deformaciĆ³n,
flexible, pero mƔs quebradizo: II. Espadas de Damasco
Ho Peng Yoke (1984). «El desarrollo cientĆfico y tecnolĆ³gico en la antigua China». Historia de las Civilizaciones Antiguas. Volumen II: Europa, AmĆ©rica, China, India. Barcelona: CrĆtica. ISBN 84-7423-252-X.
Como es notorio, los avances en la siderurgia china se adelantan en muchos siglos a los de la europea.
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El cronista y religioso espaƱol Bernardino de SahagĆŗn, reconociĆ³ que «los mixtecas no sĆ³lo fueron los mejores orfebres de AmĆ©rica sino que ningĆŗn otro pueblo los superĆ³ en el mundo». Otro religioso espaƱol, Toribio de Benavente "MotolinĆa", explicaba asombrado que los artesanos mixtecas que trabajaban para los aztecas eran capaces de «fundir un pĆ”jaro con cabeza, lengua, patas y alas mĆ³viles y colocar cualquier bagatela en las alas, de modo que parecĆa danzar» (Knauth, Percy, op. cit., 1975, pĆ”gina 139)
Se
han hecho comparaciones entre el armamento de los conquistadores
espaƱoles y los indĆgenas americanos, algunos con interesantes
resultados. Aunque sea un caso muy especĆfico, es interesante la lectura
del artĆculo sobre las mazas precolombinas de la regiĆ³n de los Andes
por lo completo de sus datos y por lo esclarecedor de ciertos aspectos: Ponce, Ernesto (2002). «Mazas prehispĆ”nicas de metal: sur del PerĆŗ y extremo norte de Chile» (ChungarĆ”, Revista de AntropologĆa Chilena, Volumen 34, NĀŗ 2, julio de 2002. PĆ”ginas 215-223 ediciĆ³n). Arica, Chile: SciElo. ISSN 0717-7356. Consultado el Acceso a la pĆ”gina desde el 11 de noviembre de 2006.
Delibes, GermĆ”n; FernĆ”ndez-Miranda, Manuel. Los orĆgenes de la civilizaciĆ³n. El CalcolĆtico en el Viejo Mundo. pp. 8–9,14,20.
Delibes, GermĆ”n; FernĆ”ndez-Miranda, Manuel. Los orĆgenes de la civilizaciĆ³n. El CalcolĆtico en el Viejo Mundo. pp. 16–19.
Dado que no existen rupturas en el desarrollo de las tecnologĆas metalĆŗrgicas entre la Prehistoria, la Protohistoria y la Historia, en este artĆculo se incluyen procesos que se dieron en periodos claramente histĆ³ricos.
Europa, Oriente Medio y Asia
VƩase tambiƩn: Prehistoria de Europa
Esta etapa en Eurasia se ha subdividido tradicionalmente en Edad del Cobre o CalcolĆtico, Edad del Bronce y Edad del Hierro.
De manera simplificada, el CalcolĆtico coincide en la mayor parte de
Europa con la segunda mitad del IV milenio a. C. y casi todo el III
milenio; el Bronce corresponderĆa al II milenio a. C.; y el Hierro con
el I milenio a. C., Ć©poca en la que el continente entrĆ³ en la Historia.6El cobre
VƩase tambiƩn: Edad del Cobre
El cobre, junto con el oro y la plata, es de los primeros metales utilizados en la Prehistoria,7
tal vez porque, a veces, aparece en forma de pepitas de metal nativo.
El objeto de cobre mƔs antiguo conocido hasta el momento es un colgante
oval procedente de Shanidar (IrĆ”n), que ha sido datado en niveles correspondientes al 9500 a. C., o sea, a principio del NeolĆtico8
Sin embargo, esta pieza es un caso aislado, ya que no es hasta 3000
aƱos mĆ”s tarde cuando las piezas de cobre martilleado en frĆo comienzan a
ser habituales. En efecto, a partir del aƱo 6500 a. C.,
en varios yacimientos se han encontrado piezas ornamentales y alfileres
de cobre manufacturado a partir del martilleado en frĆo del metal
nativo, tanto en los Montes Zagros (Ali Kosh en IrĆ”n), como en la meseta de Anatolia (Ćatal HĆ¼yĆ¼k, ĆayƶnĆ¼ o Hacilar, en TurquĆa).Varios siglos despuĆ©s se descubriĆ³ que el cobre podĆa ser extraĆdo de diversos minerales (malaquita, calcopirita, etc.), por medio de la fundiciĆ³n en hornos especiales, en los que se insuflaba oxĆgeno (soplando por largos tubos o con fuelles) para superar los 1000 °C de temperatura. El objeto de cobre fundido mĆ”s antiguo que se conoce procede de los Montes Zagros, concretamente de Tal-i-Blis (IrĆ”n), y se data en el 4100 a. C., junto a Ć©l se hallaron hornos de fundiciĆ³n, crisoles e incluso moldes.
Como el cobre podĆa volver a fundirse muchas veces, Ć©ste solĆa convertirse en lingotes, a veces con una forma peculiar (como los del MediterrĆ”neo oriental, que recuerdan al pellejo de un animal), para luego fabricar diversos objetos por fusiĆ³n y colado en moldes. El cobre es muy maleable y dĆŗctil, podĆa martillarse en frĆo o en caliente, con lo que se duplicaba su consistencia y dureza. En cualquier caso, resultaba imposible eliminar todas la impurezas del cobre, pero, mientras que algunas eran perjudiciales, como el bismuto, que lo hace quebradizo, otras eran beneficiosas, como el arsĆ©nico, que reduce la formaciĆ³n de burbujas en su fundiciĆ³n, pues impide la absorciĆ³n de gases a travĆ©s de los poros del molde, asegurando un producto de mejor calidad. El cobre con alto contenido natural en plomo es mĆ”s blando, lo cual puede ser una ventaja para fabricar recipientes por medio del martilleo de una plancha en forma de disco, curvĆ”ndola en forma cĆ³ncava, para elaborar calderos o cuencos; incluso podĆa ser repujado. Algunos metalurgistas consideran que estos cobres con impurezas beneficiosas son, en realidad, «bronces naturales».
En Asia central u oriental no puede hablarse de una Edad del Cobre con entidad suficiente, dada su corta duraciĆ³n, ya que el desarrollo de la metalurgia en lugares como la India o China comenzĆ³ realmente con el bronce.
El bronce
VƩase tambiƩn: Edad del Bronce
El bronce es el resultado de la aleaciĆ³n de cobre y estaƱo en una proporciĆ³n variable (en la actualidad se le aƱaden otros metales como el zinc o el plomo,
creando los llamados bronces complejos). La cantidad de estaƱo podĆa
variar desde un 3% en los llamados «bronces blandos», hasta un 25% en
los llamados «bronces campaniles» (a mayor cantidad de estaƱo, mĆ”s tenacidad, pero tambiĆ©n menos maleabilidad): en la Prehistoria la cantidad media suele rondar el 10% de estaƱo. Se supone que fueron los egipcios
los primeros en aƱadir estaƱo al cobre, al observar que Ʃste le daba
mejores cualidades, como la dureza, un punto mĆ”s bajo de fusiĆ³n y la
perdurabilidad (ya que el estaƱo no se oxida fĆ”cilmente con el aire y es resistente a la corrosiĆ³n).
AdemƔs el bronce es reciclable, pudiƩndose fundir varias veces para
obtener nuevos objetos de otros ya desechados. La tƩcnica de trabajo del
bronce es virtualmente idƩntica a la del cobre, por lo que no vamos a
incidir en ello (la Ćŗnica dificultad reside en exceder la temperatura
adecuada, lo que podrĆa provocar que el mineral se echase a perder por oxidaciĆ³n).
A tĆtulo de comparaciĆ³n se pueden confrontar el cobre puro, el cobre
arsenical y el bronce (con un 10% de estaƱo) en la tabla de
correspondencia que muestra la dureza relativa de los metales:Los habitantes de Siria, Palestina, Anatolia y el Egeo dirigieron sus expediciones hacia Europa, remontando el Danubio en busca del estaƱo de Bohemia y HungrĆa; o bordeando el MediterrĆ”neo hasta el sur de la penĆnsula IbĆ©rica, donde obtuvieron el cobre argĆ”rico. Es posible que siguieran por el AtlĆ”ntico hasta alcanzar las islas BritĆ”nicas, en busca del cobre y el estaƱo de Cornualles y el oro de Irlanda. AsĆ, en el segundo milenio antes de nuestra era, casi toda Europa entrĆ³ en la Edad del Bronce. El bronce europeo se caracteriza, en un principio, por una gran varidad de culturas, algunas de las cuales comparten denominadores comunes, como la construcciĆ³n de tĆŗmulos funerarios. SerĆa muy tedioso citarlas todas, pero cabrĆa destacar, en Europa central, los complejos tecnolĆ³gicos de Unetice, de los TĆŗmulos y de los Campos de Urnas, que, a pesar de sus evidentes diferencias, parecen compartir cierta continuidad cultural. TambiĆ©n habrĆa que mencionar la ibĆ©rica de El Argar y todas aquĆ©llas que se desarrollaron en la cornisa atlĆ”ntica, cuya idiosincrasia perviviĆ³ hasta Ć©pocas histĆ³ricas.
A Erlitou le sucede la Ć©poca Shang (1600 a. C. - 1046 a. C.) durante la cual, en un proceso asombroso, los chinos se pusieron a la altura de cualquier otra regiĆ³n en la metalurgia del bronce.15 Las excavaciones de una de las capitales del reino, la ciudad de Anyang, han puesto al descubierto dos grandes talleres de fundiciĆ³n con hornos capaces de alcanzar temperaturas muy superiores a las necesarias, pero tambiĆ©n con sistemas para controlar la intensidad del calor. AsĆ elaboraron vasijas rituales, hachas, puƱales, cascos, armas y armaduras de gran maestrĆa. Muchas de estas piezas estaban destinadas a las tumbas reales de sus alrededores, ya que Ć©stas han deparado numerosos objetos ceremoniales de bronce de depurada factura. Los calderos li-ting y las vasijas de bebida con formas zoomorfas son las obras metalĆŗrgicas mĆ”s originales de la antigĆ¼edad china, alcanzando su apogeo al final de la Ć©poca Shang, desde el 1300 a. C. Sus sucesores los Zhou continuaron la tradiciĆ³n de los vasos rituales que, durante mucho tiempo, se pensĆ³ que estaban fabricados por medio de la «cera perdida». Sin embargo, recientes investigaciones han demostrado que los chinos desconocĆan esa tĆ©cnica, y que para sus obras maestras utilizaban complicados moldes de arcilla formados por varias partes tan bien ensambladas que no dejaban marcas en las junturas (algunos de mĆ”s de diez piezas). No hay dos obras iguales porque los moldes se rompĆan para extraer los bronces.16
El hierro
VƩase tambiƩn: Edad del Hierro
Aunque durante milenios no hubo tecnologĆa para trabajar minerales ferrosos, en el III milenio a. C. parece que algunos lo consiguieron: en las ruinas arqueolĆ³gicas de AlaƧa HĆ¼yĆ¼k (Anatolia) aparecieron varias piezas de hierro artificial, entre ellas un alfiler, una especie de cuchilla y una esplĆ©ndida daga con la empuƱadura de oro. En el segundo milenio destacan un hacha de combate descubierta en Ugarit y, de nuevo, una daga con la hoja de hierro y una exquisita empuƱadura de oro, que formaba parte del ajuar funerario de la tumba de TutankamĆ³n. Las materias primas de estos primeros herreros debieron ser minerales como el hematites, limonita o magnetita, casi todos Ć³xidos de hierro que ya eran utilizados para otros fines en la Prehistoria, por ejemplo para ayudar a eliminar impurezas de la fundiciĆ³n del cobre o como colorantes. De hecho se sospecha que en los hornos de fundiciĆ³n de cobre y bronce pudieron generarse pequeƱos residuos de hierro casi puro, a partir de los cuales comenzarĆa el conocimiento de la verdadera siderurgia. Hay antiguos hallazgos de hierro fundido por el hombre desde Siria a AzerbaiyĆ”n. Pero ninguno revela cĆ³mo fueron obtenidos ni las tĆ©cnicas usadas. No se conservan ruinas de talleres, ni herrerĆas, por lo que se ignora de dĆ³nde proceden estos objetos, o dĆ³nde «se inventaron».
Fabricar hierro seguĆa un procedimiento muy distinto al del cobre y el bronce (para empezar el metal no se licuaba), primero porque habĆa que conseguir hornos con gran capacidad calĆ³rica: el mineral machacado debĆa estar totalmente rodeado de carbĆ³n de leƱa (que se consumĆa en enormes cantidades) y numerosos fuelles que, a travĆ©s de toberas, insuflaban oxĆgeno continuamente. El mineral debĆa ser precalentado en un horno y por medio de golpes se eliminaban algunas impurezas; luego se llevaba al estado incandescente, en un segundo horno, hasta obtener una masa denominada hierro esponjoso, altamente impuro, por lo que volvĆa a ser golpeado en caliente para refinarlo. DespuĆ©s de un largo y repetitivo proceso de martilleo y calentamiento, evitando que el hierro se enfriase, se obtenĆa una barra forjada, bastante pura, resistente y maleable. Para las armas y ciertas herramientas, el hierro se templaba enfriĆ”ndolo bruscamente en agua, lo que provocaba cambios de la estructura molecular y una mejor absorciĆ³n de carbono. Los testimonios mĆ”s antiguos del proceso de templado del hierro candente se han hallado en Chipre y datan de 1100 a. C.19 Evidentemente, las instalaciones y herramientas de los herreros eran muy diferentes a las de los broncistas. El bronce siguiĆ³ siendo un metal esencial para las antiguas culturas, sirviendo en campos diferentes en los que no se podĆa o no se sabĆa aplicar la tecnologĆa del hierro.
- Europa: la Edad del Hierro europea comienza poco antes del aƱo 800 a. C. y estĆ” protagonizada por pueblos, en su mayorĆa belicosos, que habitaban poblados fuertemente protegidos por murallas y otros sistemas defensivos. Aunque el hierro fue profusamente empleado para herramientas agrĆcolas y artesanales, aumentando la productividad y el nivel cultural del continente. Los artesanos de la edad del Hierro europea conocĆan el hierro carburado: las placas de metal se trabajaban al rojo vivo, pero sin licuar, calentĆ”ndolas entre carbĆ³n de leƱa para que absorbiese el carbono desprendido en la combustiĆ³n. TambiĆ©n desarrollaron el laminado, alternando lĆ”minas superpuestas de hierro con mĆ”s carbono, y que eran mĆ”s duras, con otras que tenĆan menos, y eran mĆ”s maleables, hasta formar un haz que era forjado a unos 200Āŗ C, cuando el metal adquirĆa un color amarillo claro. El calentamiento y martilleo continuo iba eliminando las impurezas y mejorando la calidad del metal hasta que acababa por crear una hoja compacta y muy resistente, al estar compuesto de lĆ”minas virtualmente soldadas, microscĆ³picas y de cualidades fĆsicas complementarias. Los europeos tambiĆ©n supieron adornar ricamente sus joyas metĆ”licas y sus armas, aprendiendo a engarzar empuƱaduras de madera, hueso, marfil y, mejor aĆŗn, la tĆ©cnica del nielado, incrustando barnices o finos hilos de plata formando complicadas filigranas.
- India: la Edad del Hierro comienza en la India en la etapa neovĆ©dica (o «vedismo tardĆo»), a comienzos del primer milenio antes de nuestra era, fase en la que se completa la expansiĆ³n aria por el subcontinente. A pesar de las convulsiones, resulta paradĆ³jico que la metalurgia del hierro se manifestase como un catalizador de la agricultura, que adquiere toda su relevancia a partir del aƱo 800 a. C. gracias a la apariciĆ³n de la reja de arado y el hacha de hierro, que permitiĆ³ ganar a la selva nuevos campos de cultivo y la expansiĆ³n del arroz y la caƱa de azĆŗcar (citada en el Ćtharva-veda). La plenitud de la edad del Hierro coincide con los majayanapadas (diecisĆ©is reinos en las que se consolida el sistema de castas, 700 a. C.-300 a. C.), periodo en el que es posible que inventasen la soldadura autĆ³gena por forja y una apreciadĆsima variante del acero llamada wootz de la India. El wootz es un acero muy rico en carbono y sin apenas impurezas ni oxidantes. Los indios comerciaban con lingotes de este material desde el siglo V a. C., ya que poseĆa cualidades portentosas, por lo que fue solicitadĆsimo en todo el Ćndico.20 AdemĆ”s, existe en Delhi un testimonio asombroso de la habilidad metalĆŗrgica de los indios: el «Pilar de Hierro», el Ćŗnico resto de un templo erigido durante el Imperio gupta, columna hecha de un hierro prĆ”cticamente puro, al 98% (casi podrĆa decirse que es «hierro dulce»), que ha resistido el deterioro del tiempo gracias a una fina capa de Ć³xido que la protege.
- China:21 La transiciĆ³n entre la edad del Bronce y la Edad del hierro es muy larga en China, en parte debido a la inigualable pericia de los broncistas chinos, y en parte debido a la situaciĆ³n social del paĆs. Lo cierto es que los chinos conocĆan el hierro desde la dinastĆa Zhou. En 1949 se descubrieron varias espadas zhou del principios del I milenio a. C. en las que se habĆan utilizado lĆ”minas de hierro meteĆ³rico. Poco despuĆ©s comenzĆ³ a emplearse tambiĆ©n hierro mineral. Sin embargo, los metalĆŗrgicos chinos usaban el hierro para mezclarlo con el bronce por el sistema del laminado y la soldadura autĆ³gena por forja para fabricar espadas (a menudo llamadas «bimetĆ”licas» por esa magistral combinaciĆ³n de bronce y hierro). AdemĆ”s, los herreros chinos descubrieron que una pĆ”tina de Ć³xido de cromo protegĆa el metal de la corrosiĆ³n.
- Las armas mĆ”s apreciadas eran las espadas, que eran forjadas y laminadas con aleaciones mĆ”s duras para el filo y mĆ”s maleables para la vena central. Las espadas de hoja recta y doble filo eran llamadas jian (propias de la nobleza guerrera, pues eran muy caras y difĆciles de manejar), y las de hoja curva y filo simple se denominaban dao (mĆ”s baratas y versĆ”tiles, se popularizaron entre los guerreros menos pudientes). La efectividad de la aleaciĆ³n otorgĆ³ a las «espadas Jian» un enorme prestigio, en tanto que los los «sables dao» eran muy populares, por lo que tardaron en ser desbancados por las armas de hierro.
- A pesar de que los chinos tardaron en adaptarse a la mecĆ”nica de la fabricaciĆ³n del hierro, cuando la aceptaron lograron avances impensables. Por ejemplo, se ha podido constatar que en el siglo V a. C., no sĆ³lo comienzan a ser habituales las armas de hierro (como la espada jian descubierta en Ch'ang Sha), sino que uno de los muchos estados que se inscribe en el periodo de las Primaveras y OtoƱos, llamado Wu (a orillas del Yangzi) descubriĆ³ la fundiciĆ³n del hierro: los artesanos de Wu construyeron hornos que superaban los 1350 °C (es decir, autĆ©nticos altos hornos), en los que el hierro se fundĆa hasta licuarse. No obstante, el producto obtenido, llamado arrabio, tenĆa tal cantidad de carbono (cerca del 5%, a veces, incluso mĆ”s), que resultaba demasiado quebradizo para ser Ćŗtil, por lo que despuĆ©s era necesario descarburizarlo, para ello era sometido a altas temperaturas en hornos abiertos que liberaban los gases en forma de Ć³xidos de carbono: asĆ se obtenĆa un hierro fundido maleable y funcional. A partir del siglo III a. C. la tĆ©cnica se difundiĆ³ hacia el norte de modo que en la etapa siguiente, la de los Reinos Combatientes, los objetos de hierro son comunes, y no sĆ³lo se conocen minas datadas en esa fase, sino que en Hebei aparecieron numerosas tumbas de guerreros con armas de hierro, unas forjado y otras fundido, junto a piezas ornamentales de bronce (lo cierto es que el bronce siguiĆ³ siendo preferido por la Ć©lite, especialmente para objetos ceremoniales como calderos o campanas rituales).
-
Cuchilla de hierro de la dinastĆa Qin (siglo III a. C.).
- Las armas y herramientas de hierro se generalizan a gran escala en el Primer Imperio Han (202 a. C. – 9 d. C.), de hecho, el soberano se apropiĆ³ del monopolio del hierro fundido, construyendo numerosos hornos en la provincia de Henan. Los avances siguieron, hasta se llegĆ³ a descubrir el pudelado, que los chinos llamaron chao (un sistema que permite refinar el arrabio en un horno especialmente diseƱado, para que la oxidaciĆ³n elimine el exceso de carbono). Los chinos tambiĆ©n aprendieron a mezclar hierro fundido con hierro forjado para obtener acero autĆ©ntico. De hecho, existĆa la leyenda de que Liu Bang, el primer emperador de la dinastĆa Han, poseĆa una espada de acero, de cualidades asombrosas, fabricada por este sistema.22
- JapĆ³n:23 Con la llegada de invasores coreanos y chinos, la cultura neolĆtica del JapĆ³n, llamada Jomon, desapareciĆ³ dando lugar a la llamada cultura Yayoi. Esto ocurriĆ³ en torno al 300 a. C., y vino acompaƱado de numerosos adelantos traĆdos del continente, entre ellos los metales: el hierro llegĆ³ a JapĆ³n al mismo tiempo que el bronce. De hecho en JapĆ³n la fase Yayoi es tambiĆ©n llamada «Edad del Bronce-Hierro». La creaciĆ³n mĆ”s original de la metalurgia yayoi son las campanas rituales de bronce (llamadas «DĆ“kaku»), profusamente decoradas con motivos abstractos e incluso figurativos.
Ćfrica
En Ćfrica24 no puede decirse que existieran ni el CalcolĆtico ni la Edad del Bronce en sentido estricto, a excepciĆ³n de Egipto y, por influencia de Ć©ste, la costa mediterrĆ”nea, que pudo conocer el bronce en el II milenio a. C.. Se sospecha que la cultura ibĆ©rica de El Argar pudo haber influido en la llegada de la metalurgia del bronce a la cordillera del Atlas. Sin embargo, mĆ”s allĆ” del SĆ”hara estas influencias desaparecen. AsĆ, el Ćfrica negra conociĆ³ un desarrollo muy particular, accediendo a la metalurgia del hierro de manera autĆ³ctona hacia el 1800 a.C. en lo que actualmente es el desierto de NĆger, segĆŗn unos,25 o hacia el 600 a.C., segĆŗn otros, pero siempre sin pasar por las supuestas fases previas.6Cartago, tambiĆ©n se asocia a la expansiĆ³n del hierro por el norte de Ćfrica; y, aunque tenĆa relaciones comerciales que se adentraban hacia el corazĆ³n del cotinente, su interĆ©s nunca fue el dominio territorial, sĆ³lo la adquisiciĆ³n de ciertas materias primas y esclavos. Tampoco los romanos, tras la conquista se propusieron adentrarse en el desierto, por lo que el resto de Ćfrica se caracterizarĆa por un desarrollo cultural singular debido al aislamiento.
AmƩrica
En AmĆ©rica, se desarrollĆ³ la metalurgia del oro, la plata, el cobre y el bronce; pero, en ningĆŗn caso, esta tecnologĆa incidiĆ³ decisivamente en las economĆas precolombinas. Las pepitas de cobre nativo se conocĆan desde antiguo en varias regiones de AmĆ©rica, por ejemplo en la regiĆ³n de los Grandes Lagos, donde abundaban los yacimientos de cobre nativo, desde el 4000 a. C. los pueblos locales acostumbraban a golpearlas hasta darles forma de punta de flecha, aunque nunca llegaron a descubrir la fusiĆ³n.Las primeras pruebas encontradas hasta ahora de la metalurgia del cobre corresponden a los inicios del I milenio a. C., en los altiplanos boliviano y peruano. TambiĆ©n se efectuaron aleaciones de este metal con plata y oro a partir del 500 a.C. en las actuales Colombia y PerĆŗ. SĆ³lo a partir de la fase ChimĆŗ se comenzĆ³ a usar el cobre arsenicado. El metal casi siempre sirviĆ³ para fabricar objetos rituales o de prestigio, siendo pocos los artefactos utilitarios encontrados.8
En los Andes, el punto de partida de este desarrollo tecnolĆ³gico son las lĆ”minas de oro nativo asociadas a martillos y yunques de piedra pulimentada descubiertos en el departamento de ApurĆmac, concretamente en Huayhuaca, datados en el 1800 a. C. Sin embargo, la primera gran cultura metalĆŗrgica del continente fue la de ChavĆn de Huantar, que, desde, al menos el 800 a. C. elaboraba objetos de oro en forma de placas martilleadas y repujadas. Incluso llegĆ³ a unir varias placas para formar estatuillas de chapa de oro.
MĆ”s tarde, en torno al siglo IV a. C. la cultura Moche incorporĆ³ la plata y el cobre ya refinado a partir de la malaquita y otros carbonatos cuprĆferos; la metalurgia se enriqueciĆ³ notablemente con nuevas tĆ©cnicas, como el repujado en caliente. la incrustaciĆ³n de gemas y, en especial el baƱo de plata y el baƱo de oro: el baƱo de plata consistĆa en sumergir un objeto de cobre en una soluciĆ³n de plata pulverizada y sales corrosivas, el cobre reaccionaba ionizĆ”ndose y absorbiendo parte de la plata, posteriormente se calentaba el objeto para mejorar la adherencia y se bruƱĆa para darle brillo. El baƱo de oro consistĆa en calentar un objeto de cobre con polvo de oro hasta su oxidaciĆ³n, Ć©sta implicaba la absorciĆ³n del polvo de oro, pero despuĆ©s era necesario retirar la capa externa, oxidada, por medio de Ć”cido, para que el oro saliese a la superficie, despuĆ©s se bruƱĆa, tambiĆ©n. Un excelente ejemplo de las capacidades metalĆŗrgicas mochicas son las mĆ”s de 400 joyas halladas en la tumba del SeƱor de SipĆ”n. Hay noticias, asimismo, de que los mochicas usaban, a menudo, para utensilios prĆ”cticos, un cobre con un fuerte contenido en arsĆ©nico.
-
Colgante Tairona de oro a la cera perdida. S. X-XV, Colombia.
La llamada Zona Intermedia (entre Ecuador y Colombia) tambiĆ©n tiene una antigua tradiciĆ³n en el trabajo de los metales, casi tanto como la de los Andes. De hecho, allĆ se ubican los mayores expertos en aleaciones metĆ”licas de la AmĆ©rica precolombina: los muiscas. Estos amerindios mezclaban plata, oro y cobre en diversas proporciones, pero la aleaciĆ³n mĆ”s exitosa fue llamada tumbaga (de cobre y oro, que aƱadĆa resistencia a las joyas, sin perder su apariencia Ć”urea: los muiscas, habitantes de Colombia y Ecuador son tambiĆ©n los inventores del moldeo a la cera perdida, en el primer siglo de nuestra era.
Sin embargo, la metalurgia no alcanzĆ³ la importancia econĆ³mica y social del Viejo Mundo; aunque se elaboraron hachas, azadas, mazas, lanzas y otros objetos de bronce, eran mĆ”s bien raros y no mejoraron sensiblemente la productividad de la mayorĆa de la sociedad ni la efectividad bĆ©lica de sus ejĆ©rcitos. Incluso las mazas de guerra, que se fabricaban tanto en piedra como en bronce eran, a menudo, de prestigio. Los cuchillos tambiĆ©n solĆan ser ceremoniales. La tecnologĆa usada para fabricar estas joyas sĆ³lo estaba al alcance de las Ć©lites.
Los americanos conocieron otros metales; por ejemplo, el platino y el hierro.
- El platino lo usaron mezclado con el oro: aunque nunca consiguieron una autĆ©ntica aleaciĆ³n de estos metales dado el alto punto de fusiĆ³n del platino. El compuesto (oro blanco) se obtenĆa martilleando el oro con polvos de platino (a menudo en caliente), hasta conseguir una pasta uniforme a la que se podĆa dar la forma y ornamentaciĆ³n deseada (esta tĆ©cnica sigue usĆ”ndose a escala industrial con aleaciones que requieren elevadĆsimas temperaturas de fusiĆ³n, como el tungsteno o el titanio y recibe el nombre de pulvimetalurgia).
- El hierro sĆ³lo era conocido a travĆ©s de meteoritos y era utilizado en forma de esquirlas, como si fuesen lascas, por parte de los indĆgenas de AmĆ©rica del Norte. Aunque el ejemplo mĆ”s interesante es la explotaciĆ³n del meteorito mexicano llamado «Descubridora» (en Charcas, San Luis PotosĆ), que aĆŗn conserva un trozo de cincel precolombino de cobre clavado. Otro uso comĆŗn del hierro precolombino es como colorante de cerĆ”mica, una vez pulverizado y aƱadido antes de la cocciĆ³n.
Contextualizando la Edad de los Metales
Aunque la metalurgia haya sido ampliamente definida como un gran avance en el proceso civilizador del ser humano, lo cierto es que en sus primeros momentos, durante el CalcolĆtico, no fue mĆ”s que una innovaciĆ³n tecnolĆ³gica relativa. Ćsta se inscribirĆa en un conjunto de procesos de cambio que se produjeron a partir del V milenio a. C. en el MediterrĆ”neo oriental y que, todos juntos, provocaron la denominada emergencia de las primeras sociedades complejas. Entre ellos estarĆan, ademĆ”s de la metalurgia, la intensificaciĆ³n de la producciĆ³n, nuevos modelos de ocupaciĆ³n del territorio, la especializaciĆ³n artesanal, el incremento de los intercambios y la estratificaciĆ³n social. 9Para Renfrew y Chapman la complejidad social fue el resultado del incremento y diversificaciĆ³n de la producciĆ³n y los intercambios. Gracias a Ć©stos se generalizĆ³ el uso de la rueda y del carro por Europa central y occidental. La metalurgia del cobre se extendiĆ³ a la par que el vaso campaniforme. AsĆ, la uniformidad y extensiĆ³n de los fenĆ³menos campaniforme, cordado y globular suele ser interpretada como resultado del comercio a larga distancia.29 Todos estos cambios provocaron el paso del modo de producciĆ³n domĆ©stico neolĆtico (autĆ”rquico) a una serie de economĆas integradas (interdependientes), dirigidas por jefes estables, que ejercĆan la coerciĆ³n para apropiarse de los excedentes de las comunidades, que en el Ć”rea mediterrĆ”nea llegaron a alcanzar niveles considerados como proto-urbanos. A estas sociedades se les ha dado el calificativo de pre-estatales.30 31 Asimismo, el carĆ”cter transformador de la metalurgia probablemente debiĆ³ incidir en las mitologĆas calcolĆticas generando divinidades demiĆŗrgicas y la estratificaciĆ³n social se debiĆ³ reflejar tambiĆ©n en unos panteones mĆ”s jerarquizados, regidos por deidades masculinas y guerreras, que desplazaron a las diosas madre neolĆticas.31
La mayorĆa de los investigadores admite que la metalurgia pudo haber sido inventada en varios puntos del planeta diferentes y en periodos distintos. La necesidad de materias primas estimulĆ³ la exploraciĆ³n del mundo e incrementĆ³ el intercambio de mercancĆas e ideas entre gentes de lugares remotos.
Pero esto se produjo a partir de la implantaciĆ³n del bronce, cuando la presiĆ³n comercial provocĆ³ una mayor complejidad y extensiĆ³n de las redes de intercambio, que incluĆan el estaƱo atlĆ”ntico, el Ć”mbar bĆ”ltico y la sal centroeuropea. La generalizaciĆ³n de comunidades con estructuras altamente jerarquizadas es simultĆ”nea a la apariciĆ³n de armas, elementos especĆficamente creados para la guerra. A la vez desaparecieron progresivamente el vaso campaniforme y el megalitismo, asĆ como los usos funerarios correspondientes.4
VƩase tambiƩn
Referencias
En cuanto al hierro de buena calidad acerca del cual me escribiste, no estĆ” disponible en mi casa de sellos de Kizzuwatna. El momento actual no es propicio para producir el hierro del que te he escrito; se producirĆ”, pero todavĆa no han terminado con su trabajo; cuando lo terminen te lo remitirĆ©; de momento te envĆo la hoja de un puƱal, como obsequio para ti.Lo cierto es que los hititas no tenĆan capacidad para producir mĆ”s que una pequeƱa cantidad de objetos de hierro, la mayorĆa de los cuales se usaban como sĆmbolos de prestigio, ofrendas o regalos, y no para herramientas o armas en cantidad suficiente como para marcar diferencias respecto al bronce.
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incorrecto (ayuda). PĆ”ginas 17-18.El cronista y religioso espaƱol Bernardino de SahagĆŗn, reconociĆ³ que «los mixtecas no sĆ³lo fueron los mejores orfebres de AmĆ©rica sino que ningĆŗn otro pueblo los superĆ³ en el mundo». Otro religioso espaƱol, Toribio de Benavente "MotolinĆa", explicaba asombrado que los artesanos mixtecas que trabajaban para los aztecas eran capaces de «fundir un pĆ”jaro con cabeza, lengua, patas y alas mĆ³viles y colocar cualquier bagatela en las alas, de modo que parecĆa danzar» (Knauth, Percy, op. cit., 1975, pĆ”gina 139)
- Fullola, Josep MĀŖ; Nadal, Jordi. IntroducciĆ³n a la prehistoria. La evoluciĆ³n de la cultura humana. pp. 174–177.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Edad de los Metales.
- Tras las huellas de nuestros orĆgenes: La Edad de los Metales (Instituto de TecnologĆas Educativas, Ministerio de EducaciĆ³n de EspaƱa).
- Textos acadƩmicos sobre metalurgia en MesoamƩrica
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