La Plena Edad Media (siglos XI al XIII)
El simbólico aƱo mil (cuyos terrores milenaristas son un mito historiogrĆ”fico frecuentemente exagerado) no significa nada por sĆ mismo, pero a partir de entonces se da por terminada la Edad Oscura de las invasiones de la Alta Edad Media: hĆŗngaros y normandos estĆ”n ya asentados e integrados en la cristiandad latina. La Europa de la Plena Edad Media es expansiva tambiĆ©n en el terreno militar: las cruzadas en el Próximo Oriente, la dominación angevina de Sicilia y el avance de los reinos cristianos en la penĆnsula ibĆ©rica (desaparecido el Califato de Córdoba) amenazan con reducir el espacio islĆ”mico a la ribera sur de la cuenca del MediterrĆ”neo y el interior de Asia.
El modo de producción feudal se desarrolla sin encontrar de momento lĆmites a su extensión (como ocurrirĆ” con la crisis del siglo XIV). La renta feudal se distribuye por los seƱores fuera del campo, donde se origina: las ciudades y la burguesĆa crecen con el aumento de la demanda de productos artesanales y del comercio a larga distancia, nacen y se desarrollan las ferias, las rutas comerciales terrestres y marĆtimas e instituciones como la Hansa. Europa Central y Septentrional entran en el corazón de la civilización Occidental. El Imperio bizantino se mantiene entre el islam y los cruzados, extendida su influencia cultural por los Balcanes y las estepas rusas donde se resiste el empuje mongol.
El arte romĆ”nico y el primer gótico son protegidos por las órdenes religiosas y el clero secular. Cluny y el CĆster llenan Europa de monasterios. El camino de Santiago articula la penĆnsula ibĆ©rica con Europa. Nacen las Universidades (Bolonia, Sorbona, Oxford, Cambridge, Salamanca, CoĆmbra). La escolĆ”stica llega a su cumbre con TomĆ”s de Aquino, tras recibir la influencia de las traducciones del Ć”rabe (averroĆsmo). El redescubrimiento del derecho romano (BĆ”rtolo de Sassoferrato, Baldo degli Ubaldi) empieza a influir en los reyes que se ven a sĆ mismos como emperadores en su reino.
Los conflictos crecen a la par que la sociedad: herejĆas, revueltas campesinas y urbanas, la salvaje represión de todas ellas y las no menos salvajes guerras feudales son constantes.
La expansión del sistema feudal
Dinamismo interno: económico, social, tecnológico e intelectual
Un campesino ordeƱa una oveja, mientras en la cabaƱa un niƱo come ante
una mesa (los muebles no eran muy habituales en las casas de los
pobres). Ilustración del siglo XIV de Tacuinum sanitatis, un tratado médico Ôrabe de Ibn Butlan
que se tradujo al latĆn y tuvo una gran difusión por Europa Occidental
en la Baja Edad Media, como otras obras de origen similar.
Caballos de tiro equipados con colleras
para permitir el aprovechamiento eficaz de su fuerza. La fotografĆa es
actual, pero la tecnologĆa empleada es similar a la mejorada en la Edad
Media.
La universidad
Aula universitaria. Laurentius de Voltolina, segunda mitad del siglo XIV.
Entre 1200 y 1400 fueron fundadas en Europa 52 universidades; 29 de ellas de fundación papal, las demĆ”s de fundación imperial o real. La primera fue posiblemente Bolonia (especializada en Derecho, 1088), a la que siguió Oxford (antes de 1096), de la que se escindió su rival Cambridge (1209), ParĆs, de mediados del siglo XII (uno de cuyos colegios fue La Sorbona, 1275), Salamanca (1218, precedida por el Estudio General de Palencia de 1208), Padua (1222), NĆ”poles (1224), CoĆmbra (1308, trasladada desde el Estudio General de Lisboa de 1290), AlcalĆ” de Henares (1293, refundada por el Cardenal Cisneros en 1499), La Sapienza (Roma, 1303), Valladolid (1346), la Universidad Carolina (Praga, 1348), la Universidad Jagellónica (Cracovia, 1363), Viena (1365), Heidelberg (1386), Colonia (1368) y, ya al final del periodo medieval, Lovaina (1425), Barcelona (1450), Basilea (1460) y Upsala (1477). En medicina gozaba de un gran prestigio la Escuela MĆ©dica Salernitana, con raĆces Ć”rabes, que provenĆa del siglo IX; y en 1220 empezó a rivalizar con ella la Facultad de Medicina de Montpellier.
VƩase tambiƩn: Universidad
La escolƔstica
La escolĆ”stica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrĆstica de la Antigüedad tardĆa, y se basó en la coordinación de fe y razón, que en cualquier caso siempre suponĆa la clara sumisión de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofĆa es esclava de la teologĆa-). Pero tambiĆ©n es un mĆ©todo de trabajo intelectual: todo pensamiento debĆa someterse al principio de autoridad (Magister dixit -lo dijo el Maestro-), y la enseƱanza se podĆa limitar en principio a la repetición o glosa de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia, la principal fuente de conocimiento, pues representa la Revelación divina; a pesar de todo ello, la escolĆ”stica incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponĆa someterse a un rĆgido armazón lógico y una estructura esquemĆ”tica del discurso que debĆa exponerse a refutaciones y preparar defensas. Desde el comienzo del siglo IX al fin del XII los debates se centraron en la cuestión de los universales, que opone a los realistas encabezados por Guillermo de Champeaux, a los nominalistas representados por Roscelino y a los conceptualistas (Pedro Abelardo). En el siglo XII tiene lugar la recepción de textos de Aristóteles antes desconocidos en Occidente, primero indirectamente a travĆ©s de los filósofos judĆos y musulmanes, especialmente Avicena y Averroes, pero en seguida directamente traducido del griego al latĆn por san Alberto Magno y por Guillermo de Moerbeke, secretario de santo TomĆ”s de Aquino, verdadera cumbre del pensamiento medieval y elevado al rango de Doctor de la Iglesia. El apogeo de la escolĆ”stica coincide con el siglo XIII, en que se fundan las universidades y surgen las órdenes mendicantes: dominicos (que siguieron una tendencia aristotĆ©lica -los anteriormente citados-) y franciscanos (caracterizados por el platonismo y la tradición patrĆstica -Alejandro de Hales o san Buenaventura-). Ambas órdenes coparĆ”n las cĆ”tedras y la vida de los colegios universitarios, y de ellas procederĆ”n la mayorĆa de los teólogos y filósofos de la Ć©poca.El siglo XIV representarĆ” la crisis de la escolĆ”stica a travĆ©s de dos franciscanos britĆ”nicos: el doctor subtilis Duns Scoto y Guillermo de Occam. Precedente de ambos serĆa la Escuela de Oxford (Robert Grosseteste y Roger Bacon) centrada en el estudio de la naturaleza, defendiendo la posibilidad de una ciencia experimental apoyada en la matemĆ”tica, contra el tomismo dominante. La polĆ©mica de los universales se terminó decantando por los nominalistas, lo que dejaba un espacio a la filosofĆa mĆ”s allĆ” de la teologĆa.
Ergo Domine, qui das fidei intellectum, da mihi, ut, quantum scis expedire, intelligam, quia es sicut credimus, et hoc es quod credimus. Et quidem credimus te esse aliquid quo nihil maius cogitari possit. An ergo non est aliqua talis natura, quia "dixit insipiens in corde suo: non est Deus" ? Luego SeƱor, tĆŗ que das el entendimiento a la fe, dame de entender, tanto como consideres bueno, que tĆŗ eres como creemos y lo que creemos. Y bien, creemos que tĆŗ eres algo mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna. Ahora, ¿acaso no existe esta naturaleza, porque "dijo el necio en su corazón: no hay Dios" ? Anselmo de Canterbury, inicio del argumento ontológico para probar la existencia de Dios.
Proslogio, capĆtulo II (1078). La frase entrecomillada es una cita bĆblica (Salmos 13:1).54
Dicitur Exodi III, ex persona Dei, ego sum qui sum.
Deum esse quinque viis probari potest... Quinta via sumitur ex gubernatione rerum. Videmus enim quod aliqua quae cognitione carent, scilicet corpora naturalia, operantur propter finem, quod apparet ex hoc quod semper aut frequentius eodem modo operantur, ut consequantur id quod est optimum; unde patet quod non a casu, sed ex intentione perveniunt ad finem. Ea autem quae non habent cognitionem, non tendunt in finem nisi directa ab aliquo cognoscente et intelligente, sicut sagitta a sagittante. Ergo est aliquid intelligens, a quo omnes res naturales ordinantur ad finem, et hoc dicimus Deum.
Se dice en Ćxodo 3,14 de la persona de Dios: "Yo soy el que es."
La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas... La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.
TomĆ”s de Aquino, quinta de las Cinco VĆas (Quinquae viae) para probar la existencia de Dios.
Summa Theologiae (Suma Teológica, 1274), Quaestio 2, Articulus 3.55
CompƔrese con los argumentos actuales sobre el diseƱo inteligente.
El surgimiento de la burguesĆa
Signoria de Florencia,
una institución municipal que ejerce el poder soberano en esta ciudad
estado italiana, dominada por una potente burguesĆa artesanal y
comercial que se va ennobleciendo y convirtiendo en patriciado urbano.
La burguesĆa estaba interesada en presionar al poder polĆtico (imperio, papado, las diferentes monarquĆas, la nobleza feudal local o instituciones eclesiĆ”sticas -diócesis o monasterios- de las que dependieran sus ciudades) para que se facilitara la apertura económica de los espacios cerrados de las urbes, se redujeran los tributos de portazgo y se garantizaran formas de comercio seguro y una centralización de la administración de justicia e igualdad de las normas en amplios territorios que les permitieran desarrollar su trabajo, al tiempo que garantĆas de que los que vulnerasen dichas normas serĆan castigados con igual dureza en los distintos territorios.
Aquellas ciudades que abrĆan las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veĆan incrementar la riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del seƱor, por lo que con reticencias pero de manera firme se fue difundiendo el modelo. Las alianzas entre seƱores eran mĆ”s comunes, no ya tanto para la guerra, como para permitir el desarrollo económico de sus respectivos territorios, y el rey fue el elemento aglutinador de esas alianzas.
Los burgueses pueden considerarse como hombres libres en cuanto estaban parcialmente fuera del sistema feudal, que literalmente los asediaba -se ha comparado a las ciudades con islas en un ocĆ©ano feudal-,56 porque no participaban directamente de las relaciones feudo-vasallĆ”ticas: ni eran seƱores feudales, ni campesinos sometidos a servidumbre, ni hombres de iglesia. La sujeción como sĆŗbdito del poder polĆtico era semejante a un lazo de vasallaje, pero mĆ”s bien como seƱorĆo colectivo que hacĆa que la ciudad respondiera como un todo a las demandas de apoyo militar y polĆtico del rey o del gobernante a la que estuviera vinculada, y que a su vez participara en la explotación feudal del campo circundante (alfoz en EspaƱa).
La expresión alemana Stadtluft macht frei "Los aires de la ciudad dan libertad", o "te hacen libre"Nota 16 (parĆ”frasis de la frase evangĆ©lica "la verdad os harĆ” libres"),58 indicaba que quienes podĆan radicarse en las ciudades, a veces huyendo literalmente de la sujeción de la servidumbre. El siervo huido se consideraba libre de retornar con su seƱor si conseguĆa domiciliarse en una corporación urbana por un aƱo y un dĆa.59 tenĆan todo un nuevo mundo de oportunidades que explotar, aunque no en rĆ©gimen de libertad, entendida Ć©sta en su forma contemporĆ”nea. La sujeción a las normas gremiales y a las leyes urbanas podĆa ser mĆ”s dura incluso que las del campo: la pax urbana significaba la rigidez en la aplicación de la justicia, que mantenĆa los caminos y las puertas de entrada flanqueados con cadĆ”veres de ajusticiados y un severo toque de queda, con cierre de puertas al anochecer y rondas de vigilancia. Eso sĆ: concedĆa a los burgueses la oportunidad de ejercer parcela de poder, incluyendo el uso de las armas en la milicia urbana (como las hermandades castellanas que se unificaron en la Santa Hermandad ya en el siglo XV), que en no pocas ocasiones se utilizaron en contra de las huestes feudales, con el beneplĆ”cito de las emergentes monarquĆas autoritarias. En el caso mĆ”s precoz y espectacular fueron las comunas italianas, que se independizaron de hecho del Sacro Imperio Romano GermĆ”nico a partir de la batalla de Legnano (1176).
Eva hilando ante la cuna de uno de sus hijos. Ilustración del folio 8 del Psalterio Hunter. La introducción de la rueca para hilar
fue una de las innovaciones introducidas desde Asia en la Plena Edad
Media. La de la ilustración es una hilandera primitiva, sin rueda. Ambas
eran utilizadas tanto en la artesanĆa urbana como en las labores
domƩsticas de las mujeres en campo y ciudad. Como todos los trabajos,
dio origen a tensiones sociales: When Adam delved, and Eve span / Who was then a gentleman? ("Cuando AdĆ”n cavaba y Eva hilaba, ¿quiĆ©n era entonces caballero?") era una rima popular con la que el clĆ©rigo John Ball movilizó a los campesinos ingleses de la revuelta de 1381.
MĆ”s apertura demostró el comercio. Los buhoneros que iban de aldea en aldea, y los escasos aventureros que se atrevĆan a hacer viajes mĆ”s largos eran los mercaderes mĆ”s habituales de la Alta Edad Media, antes del aƱo 1000. En tres siglos, para comienzos del siglo XIV, las ferias de ChampaƱa y de Medina habĆan creado rutas terrestres estables y mĆ”s o menos seguras que (a lomos de mulas o con carretas en el mejor de los casos) recorrĆan Europa de norte a sur (en el caso castellano siguiendo las caƱadas trashumantes de la Mesta, en el caso francĆ©s enlazando los emporios flamenco y norte-italiano a travĆ©s de las prósperas regiones borgoƱonas y renanas, todas ellas salpicadas de ciudades). La Hansa o liga hanseĆ”tica estableció a su vez rutas marĆtimas de una estabilidad y seguridad similar (con mayor capacidad de carga, en barcos de tecnologĆa innovadora) que unĆan el BĆ”ltico y el mar del Norte a travĆ©s de los estrechos escandinavos, conectando territorios tan lejanos como Rusia y Flandes y rutas fluviales que conectaban todo el norte de Europa (rĆos como el Rin y el VĆstula), permitiendo el desarrollo de ciudades como Hamburgo, Lübeck y Danzing, y estableciendo consulados comerciales denominados kontor.60 En el MediterrĆ”neo se llamaron Consulado del Mar: el primero en Trani en 1063 y luego Pisa, Mesina, Chipre, Constantinopla, Venecia, Montpellier, Valencia (1283), Mallorca (1343) y Barcelona (1347).61 Cuando el estrecho de Gibraltar fue seguro, se pudieron conectar marĆtimamente ambas Europas, con rutas entre las ciudades italianas (sobre todo GĆ©nova), Marsella, Barcelona, Valencia, Sevilla, Lisboa, los puertos del CantĆ”brico (Santander, Laredo, Bilbao), los del AtlĆ”ntico francĆ©s y los del canal de la Mancha (ingleses y flamencos, sobre todo Brujas y Amberes). El contacto cada vez mĆ”s fluido de gentes de distintas naciones (como comenzaron a llamarse a las agrupaciones de comerciantes de cercano origen geogrĆ”fico que se entendĆan en la misma lengua vulgar, al igual que ocurrĆa en las secciones de las órdenes militares) terminó produciendo que ambas instituciones funcionaran de hecho, como primitivas organizaciones internacionales.
Todo ello desarrolló un incipiente capitalismo comercial (vĆ©ase tambiĆ©n Historia del capitalismo) con el incremento o surgimiento ex novo de la economĆa monetaria, la banca (crĆ©dito, prĆ©stamos, seguros, letras de cambio), actividades que mantuvieron siempre recelos morales (pecado de usura para todas las que significara lucro indebido, y en que Ćŗnicamente podĆan incurrir los judĆos cuando prestaban a otros que no fueran de su religión, oficio prohibido tanto a los cristianos como a los musulmanes). La aparición de burgueses ricos y de una plebe urbana pobre originó un nuevo tipo de tensiones sociales, que produjeron revueltas urbanas.62 En cuanto a los aspectos ideológicos, la expresión del inconformismo burguĆ©s con su puesto marginal en la sociedad feudal estĆ” en el origen de las herejĆas a lo largo de toda la Baja Edad Media (cĆ”taros, valdenses, albigenses, dulcinianos, hussitas, wycliffianos). Los intentos de responder a esas demandas del mundo urbano por parte de la Iglesia, asĆ como de controlarlas y en su caso reprimirlas, produjeron la aparición de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos) y de la Inquisición. A veces, la imposibilidad de conseguir el control hizo optar por el exterminio, como ocurrió en Beziers en 1209, siguiendo la respuesta del legado pontificio Arnaud Amaury:63
- ¿Cómo distinguiremos a los herejes de los católicos? - Matadlos a todos, que Dios reconocerĆ” a los suyos
Las catedrales y la bĆŗsqueda de la altura
En la Edad Media, la oposición entre lo alto y lo bajo "se proyecta en el espacio": se construyen torres y murallas muy elevadas, muy visibles, para manifestar que se quiere escapar de lo "bajo"... lo alto y la altura designan lo que es grande y hermoso... se expresa en la construcción de los castillos y las catedrales... Esa oposición es el correlato de la que existe entre el cielo y la tierra.La rivalidad entre castillos seƱoriales tuvo su correlato urbano en la rivalidad entre casas fortificadas, con torres desafiantes, que han sobrevivido en los espectaculares conjuntos de San Gimignano o de CĆ”ceres. Mucho mĆ”s extendida estuvo la rivalidad de las catedrales, cuya construcción se demoraba por siglos, desarrollĆ”ndose de un modo orgĆ”nico, sin que los planes originarios se terminaran, haciendo que el resultado final fuera habitualmente la suma de estilos muy diferentes. Se llegaron a producir verdaderas carreras de prestigio, como la que se prolongó por cientos de aƱos entre las de Siena y Florencia. Las dimensiones extraordinarias de ambas hicieron imposible que se terminaran antes de la crisis bajomedieval, lo que determinó que los sieneses (izquierda: Catedral de Siena Duomo di Santa MarĆa) optaran por conformarse con lo construido hasta entonces (para que pudiera utilizarse desde sus inicios, siempre se comenzaban las obras por el Ć”bside, permitiendo consagrar el altar y dar culto mientras continuaban las obras). Lo que se pretendĆa era convertir el actual brazo mayor en el menor, y construir un brazo mayor verdaderamente descomunal (proyecto de 1339 que tuvo que abandonarse; el diseƱo inicial era de 1215-1263). Mientras tanto, los florentinos (derecha: Catedral de Florencia Duomo di Santa MarĆa dei Fiori), humillados por no ser capaces de cubrir el gigantesco espacio central del crucero (un desproporcionado tambor octogonal sobreelevado), tuvieron que esperar a que Filippo Brunelleschi consiguiera resolver el desafĆo tĆ©cnico con una impresionante cĆŗpula que abre la Ć©poca del Renacimiento (concurso de 1419 y construcción entre 1420 y 1436). VĆ©ase tambiĆ©n catedrales de EspaƱa.
(...)
Luego, se buscó la luz, e incluso se acabó por identificar a Dios con la luz. Los progresos técnicos, la búsqueda de espacios abiertos y el uso cada vez mÔs sofisticado del hierro y los diversos metales dieron nacimiento, entre los siglos XI y XIII a las grandes catedrales.64
Nuevas entidades polĆticas
Poderes universales, monarquĆas feudales y ciudades-Estado
En la Plena Edad Media se observó una gran disparidad en la escala a que se ejercĆa el poder polĆtico: los poderes universales (Pontificado e Imperio) seguĆan reivindicando su primacĆa frente a las MonarquĆas feudales, que en la prĆ”ctica funcionaban como estados independientes. Al mismo tiempo, entidades mucho mĆ”s pequeƱas en extensión demostraban ser muy dinĆ”micas en las relaciones internacionales (las ciudades-estado italianas y las ciudades libres del Imperio GermĆ”nico), y el municipalismo demostró ser una fuerza muy a tener en cuenta en todos los territorios de Europa.65El redescubrimiento del Digesto justinianeo (Digestum Vetus) permitió el estudio autónomo del Derecho (Pepo e Irnerio) y el surgimiento de la Escuela de los Glosadores y de la Universidad de Bolonia (1088). Ese suceso, que permitirĆ” el redescubrimiento paulatino del Derecho romano, llevarĆ” a la formación del llamado Corpus Iuris Civilis y a la posibilidad de plantear un Ius commune (Derecho comĆŗn), y justificar la concentración de poder y capacidad reglamentaria en la institución imperial, o en los monarcas, cada uno de los cuales empezarĆ” a considerarse como imperator in regno suo ("emperador en su reino" -definiciones de BĆ”rtolo de Sassoferrato y Baldo degli Ubaldi-).
Rex superiorem non recognoscens in regno suo est Imperator: El rey no reconoce superiores, en su reino es emperador.La difĆcil convivencia de Pontificado e Imperio (regnum et sacerdocium) a lo largo de los siglos dio origen entre 1073 y 1122 a la querella de las investiduras. Distintas formulaciones ideológicas (teorĆa de las dos espadas, Plenitudo potestatis, Dictatus papae, condenas de la simonĆa y el nicolaĆsmo) constituĆan un edificio levantado durante siglos por el que el Papa pretendĆa marcar la supremacĆa de la autoridad religiosa sobre el poder civil (lo que se ha venido denominando agustinismo polĆtico), mientras que el Emperador pretendĆa hacer valer la legitimidad de su cargo, que pretendĆa derivar del antiguo Imperio romano (Translatio imperii), asĆ como el hecho material de su capacidad militar para imponer su poder territorial e incluso tutelar la vida religiosa (tanto en los aspectos institucionales como los dogmĆ”ticos), a semejanza de su equivalente en Oriente. El acceso de distintas dinastĆas a la dignidad imperial debilitó el poder de los emperadores, sujetos a un sistema de elección que les hacĆa dependientes de un delicado juego de alianzas entre los dignatarios que alcanzaron el tĆtulo de prĆncipe elector, unos laicos (prĆncipes territoriales, independientes en la prĆ”ctica) y otros eclesiĆ”sticos (obispos de ciudades libres). No obstante, periódicamente se asistĆa a intentos de recuperar el poder imperial (Otón III y Enrique II entre los Ćŗltimos otónidas), que en ocasiones llegaban a enfrentamientos espectaculares (Enrique IV, de la dinastĆa salia, o Federico I Barbarroja y Federico II de la dinastĆa Hohenstaufen). La oposición entre güelfos y gibelinos, cada uno asociado a uno de los poderes en liza (papa y emperador), presidió la vida polĆtica de Alemania e Italia desde el siglo XII hasta bien entrada la Baja Edad Media.
Decretal Per Venerabilem de Inocencio III, 1202.66
Ambas pretensiones distaron mucho de hacerse efectivas, agotadas en su propio debate y superadas por la mayor eficacia polĆtica de las entidades urbanas y los reinos del resto de Europa.67
VƩase tambiƩn: Derecho penal
Parlamentarismo
Apareció el parlamentarismo, una forma de representación polĆtica que con el tiempo se convirtió en el precedente de la división de poderes consustancial a la democracia de la Edad ContemporĆ”nea. La primacĆa en el tiempo la tiene el Alþingi islandĆ©s (930), que seguĆa el modelo de los thing o asambleas de guerreros germanos; pero desde finales del siglo XI se fue gestando un nuevo modelo institucional, derivado de la obligación feudal de consilium, que implicaba a los tres órdenes feudales, y se generalizó por Europa occidental: las Cortes de León (1188), el Parlamento inglĆ©s (1258) -previamente las relaciones de poder entre rey y nobleza habĆan sido reguladas en la Carta EMagna, 1215, o las Provisiones de Oxford, 1258- y los Estados Generales franceses (1302).La Reforma Gregoriana y las reformas monĆ”sticas
Hildebrando de Toscana, ya desde su posición bajo los pontificados de León IX y NicolĆ”s II, y mĆ”s tarde como papa Gregorio VII (con lo que cubre toda la segunda mitad del siglo XI), emprendió un programa de centralización de la Iglesia, con la ayuda de los benedictinos de Cluny, que se extendieron por toda Europa Occidental implicando a las monarquĆas feudales (destacadamente en los reinos cristianos peninsulares, a travĆ©s del Camino de Santiago).Las siguientes reformas monĆ”sticas, como la cartuja (San Bruno) y sobre todo la cisterciense (San Bernardo de Claraval) significarĆ”n nuevos fortalecimientos de la jerarquĆa eclesiĆ”stica y su implantación dispersa en todo el territorio europeo como una impresionante fuerza social y económica ligada a las estructuras feudales, vinculada a las familias nobles y a las dinastĆas regias y con una base de riqueza territorial e inmobiliaria, a la que se aƱadĆa el cobro de los derechos propios de la Iglesia (diezmos, primicias, derechos de estola, y otras cargas locales, como el voto de Santiago en el noroeste de EspaƱa).
El fortalecimiento del poder papal intensificó las tensiones polĆticas e ideológicas con el Imperio GermĆ”nico y con la Iglesia oriental, que en este caso terminarĆ”n llevando al Cisma de Oriente.
Las Cruzadas trajeron como consecuencia la creación de un tipo especial de órdenes religiosas, que, ademĆ”s de someterse a una regla monĆ”stica (habitualmente la cisterciense, incluyendo el cumplimiento teórico de los votos monĆ”sticos) exigĆan a sus componentes una vida castrense mĆ”s que ascĆ©tica: fueron las órdenes militares, fundadas tras la toma de JerusalĆ©n en 1099 (caballeros del Santo Sepulcro, templarios -1104- y hospitalarios -1118-). TambiĆ©n se constituyeron en otros contextos geogrĆ”ficos (órdenes militares espaƱolas y caballeros teutónicos).
La adaptación a la pujante vida urbana de los siglos XII y XIII serĆ” misión de un nuevo ciclo de fundaciones en el clero regular: las órdenes mendicantes, cuyos miembros no eran monjes, sino frailes (franciscanos de San Francisco de AsĆs y dominicos de Santo Domingo de GuzmĆ”n, a las que siguieron otras, como los agustinos); y de nuevas instituciones: las Universidades y la Inquisición.
Innovaciones dogmƔticas y devocionales
Anunciación por Conrad von Soest, 1403. La Virgen, modelo de virtudes femeninas, cuya inocencia es simbolizada por el lirio, escucha el mensaje divino traĆdo por el arcĆ”ngel San Gabriel y acepta su destino (concebir a Cristo por obra y gracia del EspĆritu Santo -la paloma-) con humildad y obediencia: Ecce ancilla Domini; fiat mihi secundum verbum tuum: He aquĆ la esclava del SeƱor; hĆ”gase en mĆ segĆŗn tu palabra (Lucas 1:38).68
La imposición del rito romano frente a la anterior multiplicidad de liturgias (rito hispÔnico, rito bracarense, rito ambrosiano, etc.)
La imposición del celibato sacerdotal en el Concilio de LetrÔn (1123).
El hallazgo del papel del purgatorio como estadio intermedio de las almas entre cielo e infierno, que intensificarÔ la función intermediadora de la Iglesia a través de las oraciones y misas y los méritos de la Comunión de los Santos por ella administrados.
MariologĆa
La intensificación del papel de la Virgen MarĆa, que pasa a ser una corredentora con atributos investigados por la mariologĆa y aĆŗn no dogmatizados (Inmaculada Concepción, Asunción de la Virgen), con nuevas devociones y oraciones (AvemarĆa -yuxtaposición de textos evangĆ©licos que se introduce en occidente en el siglo XI-, Salve -adoptada por Cluny en 1135-, Rosario -introducido por Santo Domingo contra los albigenses-), una fiebre de fundaciones de iglesias en su nombre, y con un amplĆsimo tratamiento artĆstico. En la Ć©poca del amor cortĆ©s la devoción a la Virgen apenas podĆa distinguirse, al menos en las formas, de la que el caballero sentĆa por su dama.Nota 17La mariologĆa habĆa nacido en la Antigüedad tardĆa con la patrĆstica, y el culto popular de la virgen fue uno de los factores clave de la suave transición del paganismo al cristianismo, que suele interpretarse como una adaptación del patriarcal monoteĆsmo del judaĆsmo al matriarcal panteón de las diosas-vĆrgenes-madre del MediterrĆ”neo clĆ”sico: la cananea AstartĆ©, la babilonia Istar, las griegas Rea y Gaia, la frigia Cibeles, la Artemisa de Ćfeso, la DemĆ©ter de Eleusis, la egipcia Isis, etc., si bien "hay dos diferencias fundamentales entre el culto cristiano a MarĆa y los cultos paganos: la clara conciencia de la absoluta trascendencia de Dios, que opera como factor que elimina cualquier tendencia idolĆ”trica y la oposición por parte del cristianismo a una divinización de la vida que ponga en peligro el carĆ”cter absolutamente libre de la decisión creadora de Dios".Nota 18 La controversia Cristotokos-Theotokos (MarĆa como "Madre de Cristo" o "Madre de Dios"), y el amplio tratamiento de Ć©sta en el arte bizantino habĆan caracterizado a la iglesia oriental. El protagonismo de la Virgen quedaba ampliamente compensado con la misoginia del tratamiento de otras figuras femeninas, destacadamente Eva, la Magdalena y Santa MarĆa EgipcĆaca. La renuncia al cuerpo (la carne enemiga del alma) y a las riquezas, que da oportunidad al arrepentimiento y la redención (y confĆa su gestión a la Madre Iglesia) solĆa ser el aspecto mĆ”s destacable tambiĆ©n en las vidas de otras santas y mĆ”rtires.69
Sacramentos y cohesión social. MinorĆas religiosas
El pecado original, por Bertram von Minden, 1375. El tema de AdÔn y Eva daba la ocasión mÔs habitual de representación de desnudos durante la Edad Media.
La celebración de las festividades en dĆas distintos (viernes los musulmanes, sĆ”bados los judĆos, domingos los cristianos), los distintos tabĆŗes alimentarios (cerdo, alcohol, rituales de matanza que obligan a separar las carnicerĆas) y la separación fĆsica de las comunidades -guetos, aljamas o juderĆas y morerĆas- planteaban una situación que, incluso con tolerancia religiosa, distaba mucho de ser un trato igualitario. Los judĆos cumplieron una función social de chivo expiatorio que dio salida a las tensiones sociales en determinados momentos, con el estallido de pogromos (revueltas antijudĆas, que tras la conversiones masivas dieron paso a revueltas anticonversas) o con las polĆticas de expulsión (Inglaterra -1290-, Francia -1394- y EspaƱa -1492- y Portugal en 1496). La existencia de minorĆas religiosas dentro del cristianismo, en cambio, no podĆa ser aceptada, puesto que la comunidad polĆtica se identificaba con la unidad en la fe. Los definidos como herejes, por tanto, eran perseguidos por todos los medios.
Delito y pecado. El sexo
En cuanto a las desviaciones del comportamiento que no supusieran desafĆos de opinión sino delitos o pecados (conceptos identificables y de imposible deslindamiento), su tratamiento era objeto de las jurisdicciones civil (que aplicaba el fuero correspondiente, la legislación del reino o el derecho comĆŗn) y religiosa (que aplicaba el Derecho Canónico en cuestiones ordinarias, o el procedimiento inquisitorial en caso necesario), cuya coordinación era a veces compleja, como ocurrĆa con las desviaciones de la conducta sexual considerada correcta (masturbación, homosexualidad, incesto, estupro, amancebamiento, adulterio y otros asuntos matrimoniales).70 En cualquier caso, la vivencia de la sexualidad y la desnudez del cuerpo tuvo tratamientos muy distintos en cada Ć©poca y lugar; y diferentes expectativas para cada nivel social (se consideraba que era propio de los campesinos un comportamiento animal, es decir, natural, y se pretendĆa que los nobles y clĆ©rigos tuvieran mĆ”s voluntad para controlar sus instintos).TambiĆ©n costumbres como los baƱos (conocidos desde las termas romanas y reintroducidos por los Ć”rabes) y prĆ”cticas como la prostitución fueron objeto de crĆticas morales y reglamentaciones mĆ”s o menos permisivas, llegando en el caso de los baƱos progresivamente hasta la prohibición (se les acusaba de inmorales y de producir el afeminamiento de los guerreros), y en el de la prostitución al confinamiento en determinados barrios, la obligación de llevar determinadas prendas y la detención de sus actividades en determinadas fechas (Semana Santa). La erradicación de la prostitución no se concebĆa posible, dado lo inevitable del pecado, y su papel de mal menor que evitaba que el deseo irrefrenable de los varones fuera en contra del honor de las doncellas y las mujeres respetables. Por lo general, los historiadores suelen coincidir que el periodo de la Plena Edad Media fue una etapa de mayor libertad de costumbres que no tuvo que esperar a El Decamerón (1348), y que en algunas cuestiones, como la condición femenina, significó una verdadera promoción, tanto frente a la Alta Edad Media como frente a la Edad Moderna;71 aunque el extendido mito de que se llegara a dudar si la mujer tenĆa alma es un error filológico.72
Expansión geogrÔfica de la Europa feudal
Willelm Dux, el Duque Guillermo de NormandĆa dirige sus tropas a la batalla de Hastings que le convertirĆ” en rey de Inglaterra (1066). Tapiz de Bayeux, bordado pocos aƱos despuĆ©s.
En EspaƱa, simultĆ”neamente a la disolución del Califato de Córdoba (en guerra civil desde el 1010 y extinguido el 1031), se creó un vacĆo de poder que los reinos feudales cristianohispĆ”nicos de Castilla, León, Navarra, Portugal y Aragón (fusionado dinĆ”sticamente con el condado de Barcelona) intentaron aprovechar, expandiĆ©ndose frente a los reinos de taifas musulmanes en la llamada Reconquista. En las islas britĆ”nicas, el reino de Inglaterra intentó repetidas veces invadir a Gales, Escocia e Irlanda, con mayor o menor Ć©xito.
En Europa del Norte, acabadas las invasiones de los vikingos, las riquezas saqueadas por Ć©stos sirvieron para adquirir productos y servicios occidentales, creando en el mar BĆ”ltico una próspera red comercial que atrajo a los escandinavos a la civilización occidental, mientras su expansión hacia el oeste por el AtlĆ”ntico (Islandia y Groenlandia) no pasó de la mĆtica Vinlandia (asentamiento fracasado en AmĆ©rica del Norte, en torno al aƱo 1000). Los vikingos orientales, (varegos), fundaron numerosos reinos en la Rusia europea y llegaron hasta Constantinopla. Los vikingos occidentales (normandos) se instalaron en NormandĆa, Inglaterra, Sicilia y el sur de la actual Italia, creando reinos centralizados y eficientes (Rolón, Guillermo el Conquistador y Roger I de Sicilia). En el este, en el aƱo 955, Otón el Grande batió a los magiares en la batalla del RĆo Lech y reincorporó HungrĆa a Occidente, al tiempo que comenzaba la "germanización" de Polonia, hasta entonces pagana. Posteriormente, desde tiempos de Enrique el León (siglo XII), los alemanes se fueron abriendo paso a travĆ©s de las tierras de los vendos, hasta el mar BĆ”ltico, en un proceso de colonización conocido como Ostsiedlung (que serĆ” mitificado posteriormente con el romĆ”ntico nombre de Drang nach Osten, o AfĆ”n de ir hacia el Este, lo que sirvió para justificar la teorĆa nazi del espacio vital alemĆ”n Lebensraum). Pero sin lugar a dudas, el movimiento de expansión mĆ”s espectacular, aunque finalmente fallido, fueron las Cruzadas, en donde selectos miembros de la nobleza guerrera occidental cruzaron el mar MediterrĆ”neo e invadieron el Medio Oriente, creando reinos de efĆmera duración.
Luis IX de Francia (San Luis) dirigió a sus caballeros a un desembarco naval contra el fuerte egipcio de Damietta en la Quinta Cruzada (1217-1221).
Las Cruzadas
Las Cruzadas fueron expediciones emprendidas, en cumplimiento de un solemne voto, para liberar Tierra Santa de la dominación musulmana. El origen de la palabra remonta a la cruz hecha de tela y usada como insignia en la ropa exterior de los que tomaron parte en esas iniciativas, a partir de la petición del Papa Urbano II y las predicaciones de Pedro el Ermitaño. Las sucesivas cruzadas tuvieron lugar entre los siglos XI y XIII. Fueron motivadas por los intereses expansionistas de la nobleza feudal, el control del comercio con Asia y el afÔn hegemónico del papado sobre las iglesias de Oriente.Balance de la expansión geogrÔfica
Espada, cetro, orbe y corona (con su caracterĆstica cruz inclinada) de San Esteban de HungrĆa, rey magiar convertido al cristianismo y coronado en diciembre del aƱo 1000 por el papa Silvestre II, en un acto similar al que protagonizó Carlomagno
exactamente doscientos aƱos antes, significando en este caso la
expansión del cristianismo occidental y las instituciones feudales por
la Europa centro-oriental.
Sin embargo, en los dos siglos siguientes al fatĆdico aƱo mil el panorama habĆa cambiado completamente: para la Ć©poca de la batalla de Navas de Tolosa (1212), habĆan sido incorporadas a la civilización europea toda Italia hasta Sicilia, la Gran BretaƱa no inglesa (Escocia y Gales), Escandinavia (que se expandĆa por el AtlĆ”ntico Norte hasta Groenlandia), buena parte de Europa Oriental (Polonia, Bohemia, Moravia y HungrĆa, quedando los pueblos eslavos de los Balcanes y Rusia en la órbita del cristianismo oriental e institucionalizando sus propios reinos) y media penĆnsula ibĆ©rica (en el transcurso del siglo XIII lo serĆa toda excepto el tributario reino nazarĆ de Granada, quedando marcado definitivamente el predominio cristiano sobre el estrecho de Gibraltar con la batalla del Salado -1340-). Otros territorios perifĆ©ricos (como Lituania o Irlanda) estaban sometidos a una presión militar cada vez mayor por parte de los reinos centrales de la cristiandad latina. MĆ”s allĆ” de los lĆmites de Europa Occidental, las incursiones militares de huestes latinas de muy variada composición habĆan puesto en sus manos lugares tan lejanos como Constantinopla y los ducados Atenas y de Neopatria o JerusalĆ©n y los Estados Cruzados.
Cristianos, musulmanes y judĆos en la penĆnsula ibĆ©rica
VƩanse tambiƩn: Reconquista, Reinos de Taifas, AlmorƔvides, Almohades y Reino de Portugal (demasiados parƔmetros en {{VT}}) Wikipedia.
VƩanse tambiƩn: Sancho III el Mayor, Alfonso VI de Castilla, Alfonso I el Batallador, Jaime I el Conquistador y Fernando III el Santo (demasiados parƔmetros en {{VT}}) Wikipedia.
Véanse también: Ibn Hazm, Avempace, Averroes, Maimónides y Yehudah Ben Samuel Halevi (demasiados parÔmetros en {{VT}}) Wikipedia.
VĆ©anse tambiĆ©n: Escuela de traductores de Toledo, Literatura medieval espaƱola, Mester de juglarĆa, Mester de clerecĆa y LĆrica galaicoportuguesa (demasiados parĆ”metros en {{VT}}) Wikipedia.
VĆ©anse tambiĆ©n: Ćrdenes militares espaƱolas, El monasterio en EspaƱa, Historia del cristianismo en EspaƱa, Instituciones espaƱolas del Antiguo RĆ©gimen y Concejo de la Mesta.
VƩanse tambiƩn: Conquista de Navarra, Taifa de Toledo, Batalla de Zalaca, Batalla de UclƩs (1108) y Taifa de Zaragoza (demasiados parƔmetros en {{VT}}) Wikipedia.
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Europa en 1328.
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Europa en la dƩcada de 1430.
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Europa en la dƩcada de 1470.
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