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APARICION DEL HOMBRE Y ETAPAS CULTURALES DE LA SOCIEDAD PRIMITIVA

El hombre actual es el resultado de largas etapas evolutivas. En esta sección verÔs cuÔles fueron esas etapas así como las principales fases culturales por las cuales pasaron los primeros seres humanos.

La evolución humana u hominización es el proceso de evolución biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta el estado actual. El estudio de dicho proceso requiere un anÔlisis interdisciplinar en el que se aúnen conocimientos procedentes de ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología, la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística.
El término humano, en el contexto de su evolución, se refiere a los individuos del género Homo. Sin embargo, los estudios de la evolución humana incluyen otros homininos, como Ardipithecus, Australopithecus, etc. Los científicos han estimado que las líneas evolutivas de los seres humanos y de los chimpancés se separaron hace 5 a 7 millones de años. A partir de esta separación, la estirpe humana siguió ramificÔndose, originando nuevas especies, todas extintas actualmente a excepción del Homo sapiens.



Aspectos genéticos de la evolución humana

Al analizar el genoma humano se ha descubierto que en su proceso evolutivo hay varios hechos que destacar.
Al realizar un mapeo del genoma humano actual, se observa que Homo sapiens comparte casi el 99% de los genes con el chimpancĆ© y con el bonobo. Para mayor precisión, el genoma de cualquier individuo de nuestra especie tiene una diferencia de sólo el 0,27 % respecto al genoma de Pan troglodytes (chimpancĆ©s) y de 0,65 % respecto al genoma de los gorilas.
A partir del anĆ”lisis genĆ©tico, se ha postulado igualmente que en la genealogĆ­a humana habrĆ­a habido introgresión en varias ocasiones dentro de la historia evolutiva humana. Ejemplo de ello, el cromosoma Y actual mĆ”s antiguo (cromosoma-Y A00), el cual se remontarĆ­a hasta los Homo sapiens arcaicos (hace unos 340 000 aƱos aprox.).1 TambiĆ©n destaca el descubrimiento de la existencia de hibridación con otras especies homĆ­nidas mĆ”s antiguas, tales como el Homo neanderthalensis (de un 1 % a un 4 % de genes neandertales por persona, principalmente en Europa),2 y con el homĆ­nido de Denisova (la población local que vive actualmente en PapĆŗa Nueva Guinea, en el Sudeste AsiĆ”tico, le debe al menos el 3 % de su genoma por persona a los homĆ­nidos de Denisova).3 4 Sin embargo, destaca que al analizar el porcentaje total de DNA del Homo neanderthalensis dentro de la población humana actual no africana (no dentro de un solo individuo actual), este porcentaje aumenta significativamente a un 20%; estando este genoma neandertal relacionado con genes que produjeron una "heterosis" a adaptaciones ambientales (como fenotipos de la piel), pero tambiĆ©n implicado en enfermedades como la diabetes tipo 2, la enfermedad de Crohn, el lupus y la cirrosis biliar.5
Igualmente destaca que los retrovirus endógenos humanos (HERV) (Secuencia de ADN derivado de virus pertenecientes al grupo de los retrovirus) comprenden una parte significativa del genoma humano. Con aproximadamente 98 000 fragmentos y elementos ERV, estos componen casi el 8 % del genoma actual del ser humano, los cuales ha adquirido el ser humano en diferentes periodos temporales de su evolución.6

Etapas en la lĆ­nea evolutiva humana

Los pre-australopitecinos

Los primeros posibles homínidos bípedos (homininos) son Sahelanthropus tchadiensis (con una antigüedad de 7 millones de años y encontrado en el Chad, pero que genera muchas dudas acerca de su adscripción a nuestra línea evolutiva),7 Orrorin tugenensis (con unos 6 millones de años y hallado en África Oriental) y Ardipithecus (entre 5,5-4,5 millones de años y encontrado en la misma región). Los fósiles de estos homínidos son escasos y fragmentarios y no hay acuerdo general sobre si eran totalmente bípedos. No obstante, tras el descubrimiento del esqueleto casi completo apodado Ardi, se han podido resolver algunas dudas al respecto; así, la forma de la parte superior de la pelvis indica que era bípedo y que caminaba con la espalda recta, pero la forma del pie, con el dedo gordo dirigido hacia adentro (como en las manos) en vez de ser paralelo a los demÔs, indica que debía caminar apoyÔndose sobre la parte externa de los pies y que no podía recorrer grandes distancias.8

Los australopitecinos

Reconstrucción de Australopithecus afarensis.
Los primeros homƭnidos de los que se tiene la seguridad de que fueron completamente bƭpedos son los miembros del gƩnero Australopithecus, de los que se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy).
Este tipo de homininos prosperó en las sabanas arboladas del este de África entre 4 y 2,5 millones de años atrÔs con notable éxito ecológico, como lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta SudÔfrica.
Su desaparición se ha atribuido a la crisis climÔtica que se inició hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos, esteparios. Como resultado de esta presión evolutiva, algunos Australopithecus se especializaron en la explotación de productos vegetales duros y de escaso valor nutritivo, desarrollando un impresionante aparato masticador, originando al Paranthropus; otros Australopithecus se hicieron paulatinamente mÔs carnívoros, originando a los primeros Homo.

Los primeros Homo

Reconstrucción de Homo habilis
No se sabe con certeza de quƩ especie proceden los primeros miembros del gƩnero Homo; se han propuesto Australopithecus africanus, A. afarensis y A. garhi, pero no hay un acuerdo general. TambiƩn se ha sugerido que Kenyanthropus platyops pudo ser el antepasado de los primeros Homo.9
ClÔsicamente se consideran como pertenecientes al género Homo los homínidos capaces de elaborar herramientas de piedra. No obstante, esta visión ha sido puesta en duda en los últimos años; por ejemplo, se ha sugerido que Australopithecus ghari fue capaz de fabricar herramientas hace 2,5 millones de años.10 Las primeras herramientas eran muy simples y se encuadran en la industria lítica conocida como Olduvayense o Modo 1. Las mÔs antiguas proceden de la región de Afar (Etiopía) y su antigüedad se estima en unos 2,6 millones de años,11 pero no existen fósiles de homínidos asociados a ellas.
De esta fase se ha descrito dos especies, Homo rudolfensis y Homo habilis, que habitaron Ɓfrica Oriental entre 2,5 y 1,8 millones de aƱos atrĆ”s, que a veces se reĆŗnen en una sola. El volumen craneal de estas especies oscila entre 650 y 800 cm³.

El poblamiento de Eurasia

Distribución geogrÔfica y temporal del género Homo. Otras interpretaciones difieren en la taxonomía y distribución geogrÔfica.
Reconstrucción de Homo erectus
Excavación en el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca (provincia de Burgos).
Esta es sin duda la etapa mĆ”s confusa y compleja de la evolución humana. El sucesor cronológico de los citados Homo rudolfensis y Homo habilis es Homo ergaster, cuyos fósiles mĆ”s antiguos datan de hace aproximadamente 1,8 millones de aƱos, y su volumen craneal oscila entre 850 y 880 cm³. Morfológicamente es muy similar a Homo erectus y en ocasiones se alude a Ć©l como «Homo erectus africano». Se supone que fue el primero de nuestros antepasados en abandonar Ɓfrica; se han hallado fósiles asimilables a H. ergaster (o tal vez a Homo habilis) en Dmanisi (Georgia), datados en 1,8 millones de aƱos de antigüedad y que se han denominado Homo georgicus que prueban la temprana salida de Ɓfrica de nuestros antepasados remotos.12
Esta primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes descendientes de Homo ergaster: Homo erectus en Extremo Oriente (China, Java) y Homo antecessor/Homo cepranensis en Europa (España, Italia). Por su parte, los miembros de H. ergaster que permanecieron en África inventaron un modo nuevo de tallar la piedra, mÔs elaborado, denominado Achelense o Modo 2 (hace 1,6 ó 1,7 millones de años). Se ha especulado que los clanes poseedores de la nueva tecnología habrían ocupado los entornos mÔs favorables desplazando a los tecnológicamente menos avanzados, que se vieron obligados a emigrar. Ciertamente sorprende el hecho que H. antecessor y H. erectus siguieran utilizando el primitivo Modo 1 (Olduvayense), cientos de miles de años después del descubrimiento del Achelense. Una explicación alternativa es que la migración se produjera antes de la aparición del Achelense.13
Parece que el flujo genético entre las poblaciones africanas, asiÔticas y europeas de esta época fue escaso o nulo. Parece que Homo erectus pobló Asia Oriental hasta hace solo unos 50.000 años (yacimientos del río Solo en Java) y que pudo diferenciar especies independientes en condiciones de aislamiento, como el caso del Homo floresiensis de la Isla de Flores (Indonesia), especie desaparecida hace 12.000 años, o el Hombre del ciervo rojo de China, desaparecido hace 11.000 años. Por su parte, en Europa se tiene constancia de la presencia humana desde hace casi 1 millón de años (Homo antecessor), pero se han hallado herramientas de piedra mÔs antiguas no asociadas a restos fósiles en diversos lugares. La posición central de H. antecessor como antepasado común de Homo neanderthalensis y Homo sapiens ha sido descartada por los propios descubridores de los restos (Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga).
Los últimos representantes de esta fase de nuestra evolución son Homo heidelbergensis en Europa, que supuestamente estÔ en la línea evolutiva de los neandertales, y Homo rhodesiensis en África que sería el antepasado del hombre moderno.14 15 16
Una visión mÔs conservativa de esta etapa de la evolución humana reduce todas las especies mencionadas a una, Homo erectus, que es considerada como una especie politípica de amplia dispersión con numerosas subespecies y poblaciones interfértiles genéticamente interconectadas.

Nuevos orƭgenes en Ɓfrica

La fase final de la evolución de la especie humana estÔ presidida por tres especies humanas inteligentes, que durante un largo periodo convivieron y compitieron por los mismos recursos. Se trata del Hombre de Neanderthal (Homo neanderthalensis), la especie del homínido de Denisova y el hombre moderno (Homo sapiens). Son en realidad historias paralelas que, en un momento determinado, se cruzan.
El Hombre de Neanderthal surgió y evolucionó en Europa y Oriente Medio hace unos 230.000 años,13 presentando claras adaptaciones al clima frío de la época (complexión baja y fuerte, nariz ancha).
El homínido de Denisova vivió hace 40.000 años en los montes Altai y probablemente en otras Ôreas en las cuales también vivieron neandertales y sapiens. El anÔlisis del ADN mitocondrial indica un ancestro femenino común con las otras dos especies hace aproximadamente un millón de años.17 La secuencia de su genoma ha revelado que habría compartido con los neandertales un ancestro hace unos 650.000 años y con los humanos modernos hace 800.000 años. Un molar descubierto presenta características morfológicas claramente diferentes a las de los neandertales y los humanos modernos.18
Los fósiles mÔs antiguos de Homo sapiens datan de hace unos 200.000 años (Etiopía). Hace unos 90.000 años llegó al Próximo Oriente donde se encontró con el Hombre de Neanderthal que huía hacia el sur de la glaciación que se abatía sobre Europa. Homo sapiens siguió su expansión y hace unos 45.000 llegó a Europa Occidental (Francia); paralelamente, el Hombre de Neanderthal se fue retirando, empujado por H. sapiens, a la periferia de su Ôrea de distribución (Península ibérica, mesetas altas de Croacia), donde desapareció hace unos 28.000 años.
Aunque H. neanderthalensis ha sido considerado con frecuencia como subespecie de Homo sapiens (H. sapiens neanderthalensis), el anĆ”lisis del genoma mitocondrial completo de fósiles de H. neanderthalensis sugieren que la diferencia existente es suficiente para considerarlos como dos especies diferentes, separadas desde hace 660.000 (± 140.000) aƱos.19 (ver el apartado "Clasificación" en Homo neanderthalensis).
Se tiene la casi plena certeza de que el Hombre de Neandertal no es ancestro del ser humano actual, sino una especie de línea evolutiva paralela derivada también del Homo erectus/Homo ergaster a través del eslabón conocido como Homo heidelbergensis. El neandertal coexistió con el Homo sapiens y quizÔ terminó extinguido por la competencia con nuestra especie. Si existió algún mestizaje entre ambas especies, el aporte a la especie humana actual ha sido, en lo genético, inferior al 5% (un arqueólogo y paleoantropólogo que defendía la hipótesis de una fuerte mixogénesis de las dos especies ha sido descubierto como falsificador de "pruebas"; en efecto, existe actualmente casi total escepticismo de que ambas especies hayan sido interfértiles). En cuanto al llamado Hombre de Cro-Magnon corresponde a las poblaciones de Europa Occidental de la actual especie Homo sapiens.

Homo sapiens

Los parientes vivos mƔs cercanos a nuestra especie son los grandes simios: el gorila, el chimpancƩ, el bonobo y el orangutƔn.
Los fósiles mÔs antiguos de Homo sapiens tienen una antigüedad de casi 200.000 años20 y proceden del sur de Etiopía (formación Kibish del río Omo), considerada como la cuna de la humanidad (véase Hombres de Kibish). A estos restos fósiles siguen en antigüedad los de Homo sapiens idaltu, con unos 160.000 años.
BiocronologĆ­a de Hominina
Homo (gƩnero) Australopithecus Ardipithecus Paranthropus Paranthropus robustus Paranthropus boisei Paranthropus aethiopicus Homo neanderthalensis Homo heidelbergensis Homo antecessor Homo sapiens Homo rhodesiensis Homo floresiensis Homo georgicus Homo habilis Homo rudolfensis Kenyanthropus platyops Australopithecus sediba Australopithecus garhi Australopithecus africanus Australopithecus bahrelghazali Australopithecus afarensis Australopithecus anamensis Ardipithecus ramidus Ardipithecus kadabba Orrorin tugenensis Sahelanthropus tchadensis Holoceno Pleistoceno Plioceno Mioceno
Parte de la serie de
Evolución biológica
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Algunos datos de genética molecular concordantes con hallazgos paleontológicos, sostienen que todos los seres humanos descienden de una misma Eva mitocondrial o E.M., esto quiere decir que, según los rastreos del ADNmt - que sólo se transmite a través de las madres-, toda la humanidad actual tiene una antecesora común que habría vivido en el noreste de África, probablemente en Tanzania (dada la mayor diversidad genética allí) hace entre 150.000 y 230.000 años21 (ver haplogrupos de ADN mitocondrial humano).
Estudios de los haplogrupos del cromosoma Y humano, concluyen que por línea paterna hay una ascendencia que llega hasta el AdÔn cromosómico, el cual habría vivido en el África subsahariana entre hace 60.000 y 90.000 años.22
Otros indicios derivados de muy recientes investigaciones sugieren que la de por sĆ­ exigua población de Homo sapiens hace unos 74.000 aƱos se redujo al borde de la extinción al producirse el estallido del volcĆ”n Toba, segĆŗn la TeorĆ­a de la catĆ”strofe de Toba, volcĆ”n ubicado en la isla de Sumatra, cuyo estallido ha dejado como rastro el lago Toba. Tal erupción-estallido tuvo una fuerza 3.000 veces superior a la erupción del Monte Santa Helena en 1980. Esto significó que gran parte del planeta se vio cubierto por nubes de ceniza volcĆ”nica que afectaron negativamente a las poblaciones de diversas especies incluidas la humana. SegĆŗn esta hipótesis llamada entre la comunidad cientĆ­fica CatĆ”strofe de Toba, la población de Homo sapiens (entonces toda en Ɓfrica; la primera migración fuera de Ɓfrica fue en torno al aƱo 70.000 ac) se habrĆ­a reducido a sólo alrededor de 1000 individuos. Si esto es cierto, significarĆ­a que el 'pool' genĆ©tico de la especie se habrĆ­a restringido de tal modo que se habrĆ­a potenciado la unidad genĆ©tica de la especie humana[cita requerida].
No todos estÔn de acuerdo con esa datación. Después de analizar el ADN de personas de todas las regiones del mundo, el genetista Spencer Wells sostiene que todos los humanos que viven hoy descienden de un solo individuo que vivió en África hace unos 60.000 años.23
Por todo lo antedicho queda demostrado el monogenismo de la especie humana y, consecuentemente, descartado el poligenismo, que servĆ­a de "argumento" a teorĆ­as racistas.
Migraciones prehistóricas de Homo sapiens
Junto a los hallazgos arqueológicos, los principales indicadores de la expansión del ser humano por el planeta son el ADN mitocondrial y el cromosoma Y, que son característicos de la descendencia por línea materna y paterna respectivamente.
Los humanos ya habrían comenzado a salir de África unos 90.000 años antes del presente; colonizando para esas fechas el Levante mediterrÔneo (Estos restos fósiles han sido atribuibles a tempranos Homo sapiens, pero su relación real con los humanos modernos es muy discutible).24
Mapa de la migración humana según estudios del ADN mitocondrial. La leyenda representa los miles de años desde la actualidad. La línea azul señala la extensión mÔxima de los hielos y las Ôreas de tundra durante la última gran glaciación.
Australia y Nueva Guinea: la Línea de Wallace no significó para los Homo sapiens un límite insuperable para acceder a esta región. La llegada de humanos a Australia se data hace unos 50.000 años cuando pudieron fabricar rústicas almadías o balsas de juncos para atravesar el estrecho que separaba a Sahul de la región de la Sonda.
Europa: comenzó a ser colonizada hace sólo unos 40.000 años, se supone que durante milenios el desierto de Siria resultaba una barrera infranqueable desde África hacia Europa, por lo que habría resultado mÔs practicable una migración costera desde las costas de Eritrea a las costas yemeníes y de allí al subcontinente indio. La expansión por Europa coincide con la extinción de su coetÔneo de entonces, el hombre de Neandertal.
Oceanía: la colonización de estas islas mÔs próximas a Eurasia se habría iniciado hace unos 50.000 años, pero la expansión por esta MUG (macro-unidad geogrÔfica) fue muy lenta y gradual, y hace unos 5.000 años pueblos austronesios comenzaron una efectiva expansión por Oceanía, aunque archipiélagos como el de HawÔi y Nueva Zelanda no estaban aún poblados por seres humanos hace 2.000 o 1.500 años (esto requirió el desarrollo de una apropiada técnica naval y conocimientos suficientes de nÔutica).
AmƩrica: la llegada del hombre a AmƩrica, se habrƭa iniciado hace unos 20.000 o, al menos, 15.000 aƱos, aunque no hay consenso al respecto. Durante las glaciaciones el nivel de los ocƩanos desciende al grado que el "Viejo Mundo" y el "Nuevo Mundo" forman un megacontinente unido por el Puente de Beringia.

Cambios evolutivos

Aspectos morfológicos

Diferencias con otros primates

Cuando los ancestros del Homo sapiens y otros muchos primates vivían en selvas comiendo frutos, bayas y hojas, abundantes en vitamina C, pudieron perder la capacidad genética, que tiene la mayoría de los animales, de sintetizar en su propio organismo tal vitamina. Tales pérdidas durante la evolución han implicado sutiles pero importantes determinaciones: cuando las selvas originales se redujeron o, por crecimiento demogrÔfico, resultaron superpobladas, los primitivos homininos (y luego los humanos) se vieron forzados a recorrer importantes distancias, migrar, para obtener nuevas fuentes de nutrientes (por ejemplo de la citada vitamina C).
Todos los cambios reseñados han sucedido en un periodo relativamente breve (aunque se mida en millones de años), esto explica la susceptibilidad de nuestra especie a afecciones en la columna vertebral y en la circulación sanguínea y linfÔtica.

Cerebración

La cerebración y la corticalización son temas que requieren, por sí solos, artículos propios, dado el alcance y la importancia de dichos procesos. Aquí importa comentar de lo mínimo indispensable para comprender la evolución humana.
La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos biológicos muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo en éstos, y en especial en Homo sapiens, la cerebración y la corticalización adquieren un grado superlativo (hasta el punto que Theilard de Chardin enunció una curiosa teoría, la de la noósfera y noogénesis, esto es: teoría del pensar inteligente, que se basa en la evolución del cerebro).
El cerebro de Homo sapiens, en relación a la masa corporal, es uno de los mÔs grandes. MÔs llamativo es el consumo de energía metabólica (por ejemplo, la producida por la "combustión" de la glucosa) que requiere el cerebro: un 20% de toda la energía corporal, y aun cuando la longitud de los intestinos humanos evidencian los problemas que se le presentan.
En Homo sapiens el volumen oscila entre los 1.200 a 1.400 cm3, el promedio global actual es de 1.350 cm3; sin embargo no basta un incremento del volumen, sino cómo se dispone; esto es: cómo estÔ dispuesta la "estructura" del sistema nervioso central y del cerebro en particular. Por término medio, los Homo neanderthalensis pudieron haber tenido un cerebro de mayor tamaño que el de nuestra especie, pero la morfología de su crÔneo demuestra que la estructura cerebral era muy diferente: con escasa frente, los neandertalenses tenían poco desarrollados los lóbulos frontales y, en especial, muy poco desarrollada la corteza prefrontal. El crÔneo de Homo sapiens no sólo tiene una frente prominente sino que es también mÔs alto en el occipucio (crÔneo muy abovedado), esto permite el desarrollo de los lóbulos frontales. De todos los mamíferos, Homo sapiens es el único que tiene la faz ubicada bajo los lóbulos frontales.
Sin embargo, aún mÔs importante para la evolución del encéfalo parecen haber sido las mutaciones en el posicionamiento del esfenoides.
Se ha hecho mención en el apartado dedicado a la aparición del lenguaje articulado de la importancia del gen FOXP2; dicho gen es el encargado del desarrollo de las Ôreas del lenguaje y de las Ôreas de síntesis (las Ôreas de síntesis se encuentran en la corteza cerebral de los lóbulos frontales). El aumento del cerebro y su especialización permitió la aparición de la llamada lateralización, o sea, una diferencia muy importante entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho del cerebro. El hemisferio izquierdo tiene desarrollado en su corteza Ôreas específicas que posibilitan el lenguaje simbólico basado en significantes acústicos: el Ôrea de Wernicke y el Ôrea de Broca.
Es casi seguro que ya hace 200.000 años los sujetos de la especie Homo sapiens tenían un potencial intelectual equivalente al de la actualidad, pero para que se activara tal potencial tardaron milenios: el primer registro de conducta artística conocido se data hace sólo unos 75.000 años, los primeros grafismos y expresiones netamente simbólicas fuera del lenguaje hablado se datan hace sólo entre 40.000 y 35.000 años. Las primeras escrituras (" memoria segunda" como bien les llamara Roland Barthes) datan de hace entre 5.500 ó 5.000 años, en el Valle del Nilo ó en la Mesopotamia asiÔtica.
Se ha dicho, también líneas antes, que Homo sapiens mantiene características de estructura craneal "primitivas" ya que recuerdan a las de un chimpancé infantil;, en efecto, tal morfología es la que permite tener la frente sobre el rostro y los lóbulos frontales desarrollados.
La cabeza de Homo sapiens, para contener tal cerebro, es muy grande; aún en el feto y en el neonato, razón principal por la cual los partos son difíciles, sumada a la disposición de la pelvis.
Una solución parcial a esto es la heterocronía: el neonato humano estÔ muy incompletamente desarrollado en el momento del parto; puede decirse (con algo de metÔfora) que la gestación en el ser humano no se restringe a los ya de por sí prolongados nueve meses intrauterinos, sino que se prolonga extrauterinamente hasta, al menos, los cuatro primeros años; en efecto, el infante estÔ completamente desvalido durante años, tan es así que, que entre los 2 a 4 años es cuando tiene lo suficientemente desarrolladas las Ôreas visuales del cerebro como para tener una percepción visual de su propio ser (Estadio del espejo descubierto por Jacques Lacan en la década de 1930). Ahora bien, si Homo sapiens tarda mucho en poder tener una percepción plena de su imagen corporal es interesante saber que es uno de los pocos animales que se percibe al ver su imagen reflejada (sólo se nota esta capacidad en bonobos, chimpancés, y si acaso en gorilas, orangutanes, delfines y elefantes).
Tal es la prematuración de Homo sapiens, que mientras un chimpancé neonato tiene una capacidad cerebral de un 65% de la de un chimpancé adulto, o la capacidad de Australopithecus afarensis era en el parto de un 50% respecto a la de su edad adulta, en Homo sapiens 'bebé' tal capacidad no supera al 25% de la capacidad que tendrÔ a los 45 años (a los 45 años aproximadamente es cuando se desarrolla totalmente el cerebro humano).
Pero no basta el desarrollo cronológico. Para que el cerebro humano se "despliegue" -por así decirlo- o desarrolle requiere de estimulación y afecto; de otro modo la organización de algunas de las Ôreas del cerebro puede quedar atrofiada.

Bipedestación

Los Homininos, primates bĆ­pedos, habrĆ­an surgido hace unos 6 o 7 millones de aƱos en Ɓfrica, cuando dicho continente se encontró afectado por una progresiva desecación que redujo las Ć”reas de bosques y selvas. Como adaptación al bioma de sabana aparecieron primates capaces de caminar fĆ”cilmente de modo bĆ­pedo y mantenerse erguidos (East Side Story;25 26 ). MĆ”s aĆŗn, en un medio cĆ”lido y con fuerte radiación ultravioleta e infrarroja algunas de las mejores soluciones adaptativas son la marcha bĆ­peda y la progresiva reducción de la capa pilosa, lo que evita el excesivo recalentamiento del cuerpo. Hace 150 000 aƱos el norte de Ɓfrica volvió a sufrir una intensa desertización lo cual significó otra gran presión evolutiva como para que se fijaran los rasgos principales de la especie Homo sapiens.
Para lograr la postura y marcha erecta han tenido que aparecer importantes modificaciones:
  • CrĆ”neo. Para permitir la bipedestación, el foramen magnum (u orificio occipital por el cual la mĆ©dula espinal pasa del crĆ”neo a la raquis) se ha desplazado; mientras en los simios el foramen magnum se ubica en la parte posterior del crĆ”neo, en el Homo sapiens (y en sus ancestros directos) el foramen magnun se ha "desplazado" casi hacia la base del mismo.
  • Columna vertebral. La columna vertebral bastante rectilĆ­nea en los simios, en el Homo sapiens y en sus ancestros bĆ­pedos ha adquirido curvaturas que permiten soportar mejor el peso de la parte superior del cuerpo, tales curvaturas tienen un efecto "resorte". Por lo demĆ”s la columna vertebral ha podido erguirse casi 90Āŗ a la altura de la pelvis; si se compara con un chimpancĆ© se nota que al carecer este primate de la curva lumbar, su cuerpo resulta empujado hacĆ­a adelante por el propio peso. En la raquis humana el centro de gravedad se ha desplazado, de modo que el centro de gravedad de todo el cuerpo se sitĆŗa encima del soporte que constituyen los pies; al tener el Homo sapiens una cabeza relativamente grande el centro de gravedad corporal es bastante inestable (y hace que al intentar nadar, el humano tienda a hundirse "de cabeza")[cita requerida]. Otro detalle; las vĆ©rtebras humanas son mĆ”s circulares que las de los simios, esto les permite soportar mejor el peso vertical.
  • Pelvis. La pelvis se ha debido ensanchar, lo cual ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie. Los huesos ilĆ­acos de la región pelviana en los Homo sapiens (e inmediatos antecesores) "giran" hacia el interior de la pelvis, esto le permite soportar mejor el peso de los órganos al estar en posición erecta. La citada modificación de la pelvis implica una disminución importante en la velocidad posible de la carrera por parte de los humanos. La bipedestación implica una posición de la pelvis, que hace que las crĆ­as nazcan "prematuras": en efecto, el parto humano es denominado ventral acodado ya que existe casi un Ć”ngulo recto entre la cavidad abdominal y la vagina que en el pubis de la mujer es casi frontal, si en todos los otros mamĆ­feros el llamado canal de parto es muy breve, en cambio en las hembras de Homo sapiens es muy prolongado y sinuoso, esto hace dificultosos los alumbramientos. Como se verĆ” mĆ”s adelante, esto ha sido fundamental en la evolución de nuestra especie.
Huxley - Mans Place in Nature.jpg
  • Piernas. TambiĆ©n para la bipedestación ha habido otros cambios morfológicos muy importantes y evidentes, particularmente en los miembros y articulaciones. Los miembros inferiores se han robustecido, el fĆ©mur humano se inclina hacia adentro, de modo que le posibilita la marcha sin necesidad de girar casi todo el cuerpo; la articulación de la rodilla se ha vuelto casi omnidireccional (esto es, puede moverse en diversas direcciones), aunque en los monos -por ejemplo el chimpancĆ©- existe una mayor flexibilidad de la articulación de la rodilla, lo que facilita un mejor desplazamiento por las copas de los Ć”rboles, es asĆ­ que el humano a diferencia de sus parientes mĆ”s próximos no marcha con las rodillas dobladas.
  • Pies. En los humanos los pies se han alargado, particularmente en el talón, reduciĆ©ndose algo los dedos del pie y dejando de ser oponible el "pulgar" del pie (el dedo mayor), en lĆ­neas generales el pie ha perdido casi totalmente la capacidad de aprehensión. Se sabe, en efecto, que el pie humano ha dejado de estar capacitado para aferrarse (cual si fuera una mano) a las ramas, pasando en cambio a tener una función importante en el soporte de todo el cuerpo. El dedo mayor del pie tiene una función vital para lograr el equilibrio de los homininos durante la marcha y la postura erecta; en efecto, el pulgar del pie de un chimpancĆ© es transversal, lo que permite al simio aferrarse mĆ”s fĆ”cilmente de las ramas, en cambio el "pulgar" del pie humano, al estar alineado, facilita el equilibrio y el impulso hacia adelante al marchar o correr. Los huesos de los miembros inferiores son relativamente rectilĆ­neos en comparación con los de otros primates.
Ventajas y desventajas de la bipedestación
Es evidente que la gran cantidad de modificaciones anatómicas que condujeron del cuadrupedismo al bipedismo requirió una fuerte presión selectiva. Se ha discutido mucho sobre la eficacia e ineficacia de la marcha bípeda comparada con la cuadrúpeda. También se ha notado que ningún otro animal de los que se adaptaron a la sabana al final de Mioceno desarrolló una marcha bípeda. Hemos de tener en cuenta que partimos de homínidos con un tipo de desplazamiento cuadrúpedo poco eficaz para largos desplazamientos en terreno abierto: el modo en que se desplazan los chimpancés, apoyando la segunda falange de los dedos de las manos no puede compararse a la marcha cuadrúpeda de ningún otro mamífero. Los primeros homínidos de sabana probablemente se vieron obligados a desplazarse distancias considerables en campo abierto para alcanzar grupos de Ôrboles situados a distancia. La marcha bípeda pudo ser muy eficaz en estas condiciones ya que:13
  • Permite otear el horizonte por encima de la vegetación herbĆ”cea en busca de Ć”rboles o depredadores.
  • Permite transportar cosas (como comida, palos, piedras o crĆ­as) con las manos, liberadas de la función locomotora.
  • Es mĆ”s lenta que la marcha cuadrĆŗpeda, pero es menos costosa energĆ©ticamente, lo que deberĆ­a ser interesante para recorrer largas distancias en la sabana, o en un hĆ”bitat mĆ”s pobre en recursos que la selva.
  • Expone menos superficie al sol y permite aprovechar la brisa, lo que ayuda a no recalentar el cuerpo y ahorrar agua, cosa Ćŗtil en un hĆ”bitat con escasez del lĆ­quido elemento.
Hace aƱos se argumentó que la liberación de las manos por parte de los primeros homĆ­nidos bĆ­pedos les permitió elaborar armas de piedra para cazar, lo cual habrĆ­a sido el principal motor de nuestra evolución. Hoy estĆ” claro que la liberación de las manos (que se produjo hace mĆ”s de 4 millones de aƱos) no estĆ” ligada a la fabricación de herramientas, que aconteció unos 2 millones de aƱos despuĆ©s, y que los primeros homininos no eran cazadores y que a lo sumo comĆ­an carroƱa esporĆ”dicamente.[cita requerida]
Pero la bipedestación trajo una desventaja en la reproducción, ya que el hecho de pasar del cuadrupedismo al bipedismo conllevó un cambio anatómico de las caderas, con gran reducción del canal del parto que hacia mÔs difícil y doloroso el alumbramiento, tal como se demuestra cuando se compara la cadera de un chimpancé promedio con la de un Australopithecus como Lucy, quienes ademÔs presentan un tamaño de cerebro similar.27

Liberación de los miembros superiores

La postura bípeda dejó libres los miembros superiores que ya no tienen que cumplir la función de patas (excepto en los niños muy pequeños) ni la de braquiación, es decir, el desplazamiento de rama en rama con los brazos, aun cuando la actual especie humana, de la cintura hacia arriba mantenga una complexión de tipo arborícola.
Esta liberación de los miembros superiores fue, en su inicio, una adaptación óptima al bioma de sabana; al marchar bípedamente y con los brazos libres, los ancestros del hombre podían recoger mÔs fÔcilmente su comida; raíces, frutos, hojas, insectos, huevos, reptiles pequeños, roedores y carroña; en efecto, muchos indicios hacen suponer como probable que nuestros ancestros fueran en gran medida carroñeros y, dentro del carroñeo, practicaran la modalidad llamada cleptoparasitismo, esto es, robaban las presas recién cazadas por especies netamente carnívoras; para tal prÔctica, nuestros ancestros debían haber actuado en bandas, organizadamente.
Los miembros superiores, siempre en relación con otras especies, se han acortado. Estos miembros superiores al quedar liberados de funciones locomotoras, se han podido especializar en funciones netamente humanas. El pulgar oponible es una característica heredada de los primates mÔs antiguos, pero si en éstos la función principal ha sido la de aferrarse a las ramas y en segundo lugar aprehender las frutas o insectos que servían de alimento, en la línea evolutiva que desemboca en nuestra especie la motilidad de la mano, y en particular de los dedos de ésta, se ha hecho gradualmente mÔs precisa y delicada lo que ha facilitado la elaboración de artefactos; aún (junio de 2005) no se tiene conocimiento respecto al momento en que la línea evolutiva comenzó a crear artefactos, es seguro que hace ya mÔs de 2 millones de años Homo habilis/Homo rudolfensis realizaba toscos instrumentos que utilizaba asiduamente (en todo caso, los chimpancés, en estado silvestre, confeccionan "herramientas" de piedra, madera y hueso muy rudimentarias). El desarrollo de la capacidad de pronación en la articulación de la muñeca también ha sido importantísimo para la capacidad de elaborar artefactos.

Visión

El humano hereda de los prosimios la visión estereoscópica y pancromÔtica (la capacidad de ver una amplia tonalidad de los colores del espectro visible); los ojos en la parte delantera de la cabeza posibilitan la visión estereoscópica (en tres dimensiones), pero si esa característica surge en los prosimios como una adaptación para moverse mejor durante la noche o en ambientes umbríos como los de las junglas, en Homo sapiens tal función cobra otro valor; facilita la mirada a lontananza, el otear horizontes, en este aspecto la visión es bastante mÔs aguda en los humanos que en los otros primates y en los prosimios. Esto facilitarÔ el hecho por el cual Homo sapiens sea un ser altamente visual (por ejemplo las comunicaciones mediante la mímica), y facilitarÔ asimismo lo imaginario.

Especialización

Pese al conjunto de modificaciones morfológicas antes reseñadas, desde el punto de vista de la anatomía comparada, llama la atención una cuestión: Homo sapiens es un animal relativamente poco especializado. En efecto, gran parte de las especies animales ha logrado algún tipo de especialización anatómica (por ejemplo los artiodÔctilos poseen pezuñas que les permiten correr en las llanuras despejadas), pero las especializaciones, si suelen ser una óptima adaptación a un determinado bioma, conllevan el riesgo de la desaparición de la especie especializada y asociada a tal bioma si éste se modifica.
La ausencia de tales especializaciones anatómicas ha facilitado a los humanos una adaptabilidad inusitada entre las demÔs especies de vertebrados para adecuarse a muy diversas condiciones ambientales.
MÔs aún, aunque parezca paradójico, Homo sapiens tiene características neoténicas. En efecto, la estructura craneal de un Homo sapiens adulto se aproxima mÔs a la de la cría de un chimpancé que a la de un chimpancé adulto: el rostro es achatado ("ortognato" o de "bajo índice facial") y es casi inexistente el torus supraorbitario (en la humanidad actual apenas se encuentran vestigios de torus en las poblaciones llamadas australoides). De otro modo se puede decir que los arcos superciliares de Homo sapiens son "infantiles", delicados, el rostro aplanado o ligeramente prognato.
Homo sapiens es, por su anatomĆ­a, un animal muy vulnerable si se encuentra en condiciones naturales.
Asociado al hecho por el cual morfológicamente el ser humano tenga características que le aproximan a las de un chimpancé "niño" se encuentra el 'ortognatismo' y esto quiere decir, entre otras cuestiones, que los dientes de Homo sapiens son relativamente pequeños y poco especializados, las mandíbulas, por esto, se ha abreviado y hecho mÔs delicadas, falta ademÔs el diastema o espacio en donde encajan los colmillos. La debilidad de las mandíbulas humanas las hace casi totalmente inútiles para la defensa a mordiscos ante un predador y, asimismo, son muy deficientes para poder consumir gran parte del alimento en su estado natural, lo que es uno de los muchos déficits corporales que llevan al humano a vivir en una sociedad organizada.

Aspectos culturales

Aparición del lenguaje simbólico

Hablar de la aparición del lenguaje humano, lenguaje simbólico, por lógica parecería implicar que hay que hablar previamente de la cerebración, y eso es bastante cierto, pero el lenguaje humano simbólico tiene sus antecedentes en momentos y cambios morfológicos que son previos a cambios importantes en la estructura del sistema nervioso central. Por ejemplo, los chimpancés pueden realizar un esbozo primario de lenguaje simbólico basÔndose en la mímica (de un modo semejante a un sistema muy simple de comunicación para mudos).
Ahora bien, el lenguaje simbólico por excelencia es el basado en los significantes acústicos, y para que una especie tenga la capacidad de articular sonidos discretos, se requieren mÔs innovaciones morfológicas, algunas de ellas muy probablemente anteriores al desarrollo de un cerebro lo suficientemente complejo como para pensar de modo simbólico. En efecto, observemos la orofaringe y la laringe: en los mamíferos, a excepción del humano, la laringe se encuentra en la parte alta de la garganta, de modo que la epiglotis cierra la trÔquea de un modo estanco al beber e ingerir comida. En cambio, en Homo sapiens, la laringe se ubica mÔs abajo, lo que permite a las cuerdas vocales la producción de sonidos mÔs claramente diferenciados y variados, pero al no poder ocluir completamente la epiglotis, la respiración y la ingesta deben alternarse para que el sujeto no se ahogue. El acortamiento del prognatismo que se compensa con una elevación de la bóveda palatina facilitan el lenguaje oral. Otro elemento de relevante importancia es la posición y estructura del hioides, su gracilidad y motilidad permitirÔn un lenguaje oral lo suficientemente articulado.
Estudios realizados en la Sierra de Atapuerca (España) evidencian que Homo antecessor, hace unos 800.000 años, ya tenía la capacidad, al menos en su aparato fonador, para emitir un lenguaje oral lo suficientemente articulado como para ser considerado simbólico, aunque la consuetudinaria fabricación de utensilios (por toscos que fueran) por parte del Homo habilis hace unos 2 millones de años, sugiere que en éstos ya existía un lenguaje oral articulado muy rudimentario pero lo suficientemente eficaz como para transmitir la suficiente información o enseñanza para la confección de los toscos artefactos.
AdemÔs de todas las condiciones recién mencionadas, imprescindibles para la aparición de un lenguaje simbólico, se debe hacer mención de la aparición del gen FOXP2 que resulta bÔsico para la posibilidad de tal lenguaje y del pensamiento simbólico, como se verÔ a continuación.

Tabla comparativa de las diferentes especies del gƩnero Homo

Los nombres en negrita indican la existencia de numerosos registros fósiles.
Especies CronologĆ­a (cron) Distribución Altura de adulto (m) Masa de adulto (kg) Volumen craneal (cm³) Registro fósil Descubrimiento /
publicación del nombre
H. habilis 2.5–1.4 Ɓfrica oriental 1.0–1.5 30–55 600 Varios 1960/1964
H. rudolfensis 1.9 Kenia       1 crĆ”neo 1972/1986
H. georgicus 1.8–1.6 Georgia     600 Escasos 1999/2002
H. ergaster 1.9–1.25 Este y Sur de Ɓfrica 1.9   700–850 Varios 1975
H. erectus 2–0.3 Ɓfrica, Eurasia (Java, China, Vietnam, Caucaso) 1.8 60 900–1100 Varios 1891/1892
H. cepranensis 0.8 Italia       1 copa craneal 1994/2003
H. antecessor 0.8–0.35 EspaƱa, Inglaterra 1.75 90 1000 Tres sitios 1994/1997
H. heidelbergensis 0.6–0.25 Europa, Ɓfrica 1.8 60 1100–1400 Varios 1907/1908
Homo rhodesiensis 0.3–0.12 Zambia     1300 Muy pocos 1921
Homo neanderthalensis 0.23–0.024 Europa, Asia Occidental 1.6 55–70 (complexión fuerte) 1200–1700 Varios 1829/1864
Homo sapiens 0.25–presente Mundial 1.4–1.9 55–100 1000–1850 TodavĆ­a vive —/1758
H. sapiens idaltu 0.16 EtiopĆ­a     1450 3 crĆ”neos 1997/2003
H. floresiensis 0.10–0.012 Indonesia 1.0 25 400 7 individuos 2003/2004

Cuadro sinóptico de la evolución humana

Ɖpoca28 Edad Tiempo (absoluto) Australopitecinos (Ɓfrica) Homo en Ɓfrica Homo en Europa Homo en Asia Cultura
Holoceno (reciente) Actualidad

11 700

H. sapiens H. sapiens H. sapiens NeolĆ­tico a actualidad
(Escritura,...)
Pleistoceno Tarantiense29 11 700





126 000

H. sapiens
(195 000-act.)
H. sapiens
(¿40 000-act.)
H. neanderthalensis
(230 000-29 000)
H. sapiens
(42 000-act.)
H. floresiensis
(75 000-13 000)
H. erectus soloensis
(130 000-50 000)
PaleolĆ­tico Superior
Musteriense
(Pensamiento abstracto, arte)
Ioniense29 126 000





781 000

H. sapiens idaltu
(185 000)
H. sapiens
(195 000-act.)
H. rhodesiensis
(600 000-160 000)
H. neanderthalensis
(230 000-29 000)
H. heidelbergensis
(500 000-250 000)
H. erectus
(1,8 Ma-250 000)
Musteriense
Achelense
(Fuego)
Calabriense29 781 000



1,8 Ma
Paranthropus robustus
(2,0-1,2 Ma)
P. boisei
(2,3-1,3 Ma)
Australopithecus sediba
(1,95-1,78 Ma)
H. ergaster
(1,75-1 Ma)
H. habilis
(1,9-1,6 Ma)
H. antecessor
(>780 000)
H. cepranensis
(800 000)
Homo sp. de la Sima del Elefante
(1,2 Ma)
H. erectus
(1,8 Ma-250 000)
H. georgicus
(1,8 Ma)
Achelense
Olduvayense
Gelasiense29 1,8 Ma










2,59 Ma
A. sediba
(1,95-1,78 Ma)
P. robustus
(2,0-1,2 Ma)
P. boisei
(2,3-1,3 Ma)
P. aethiopicus
(2,6-2,2 Ma)
A. garhi
(2,5 Ma)
A. africanus
(3-2,5 Ma)
H. habilis
(1,9-1,6 Ma)
H. rudolfensis
(2,4-1,9 Ma)







 


Olduvayense
(Industria lĆ­tica)
Plioceno Piacenziense 2,59 Ma






3,6 Ma
A. africanus
(3-2,5 Ma)Kenyanthropus platyops
(3,5 Ma)
A. bahrelghazali
(3,58 ± 0,27 Ma)
A. afarensis
(4-2,7 Ma)




Zancliense 3,6 Ma


5,33 Ma
A. afarensis
(4-2,7 Ma)
A. anamensis
(4,2-3,9 Ma)




Futuro de la evolución humana

Se han hipotetizado diferentes posibilidades respecto a la evolución futura del ser humano, entre ellos destacan:
Una línea del pensamiento que asegura que la especie humana ha dejado de evolucionar de la misma forma que el resto de los seres vivos. La razón que plantea es que los avances en la ciencia ahora permiten sobrevivir a personas que de otra forma habrían muerto (eliminación o alteración del proceso de la presión selectiva) (Selección natural) como también la existencia de una movilidad a nivel global, diluyéndose así cualquier novedad genética en una población tan grande (eliminación de la deriva genética).30 31
Sin embargo, existen también otras posturas que consideran que son precisamente los adelantos tecnológicos los que impulsan actualmente la evolución humana. Por una parte, se ha propuesto que el entorno actual favorece la reproducción de las personas inteligentes, independientemente de su fuerza física o su estado de salud.30 AdemÔs, es posible que la ingeniería genética humana permita seleccionar las características genéticas de la descendencia.30
Por otra parte, tambiƩn se ha propuesto que en el futuro la tecnologƭa posibilite a las personas vivir como cyborg o incluso como seres digitales dentro de cuerpos o estructuras completamente artificiales.30

VƩase tambiƩn

Referencias

Notas


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  • genes-de-neandertal-implicados-en-el-lupus-o-la-diabetes-de-los-humanos-actuales_a30222.html Los genes de neandertal, implicados en el lupus o la diabetes de los humanos actuales. Dos estudios, publicados en Nature y en Science, revelan el efecto del ADN de esta especie extinta en nuestra composición genĆ©tica. Articulo de Tendencias21, del Jueves, 30 de enero de 2014

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  • Esta cuestión es objeto de debate y se proponen diversas alternativas para intentar explicar la bipedestación. Por ejemplo: S. K. S. Thorpe, R. L. Holder, R. H. Crompton (2007) «Origin of Human Bipedalism As an Adaptation for Locomotion on Flexible Branches». Science, 316(5829): 1328-31. Paul O'Higgins, Sarah Elton (2007) «Walking On Trees». Science, 316(5829): 1292-4

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  • En 2006 se incorporó al Cuaternario la edad o piso Gelasiense (desde el Plioceno al Pleistoceno), bajando por tanto la fecha de inicio del Pleistoceno a los 2,59 Ma y pasando a tener cuatro divisiones en lugar de las tres clĆ”sicas (Pleistoceno Inferior, Medio y Superior, ahora Calabriense, Ioniense y Tarantiense respectivamente). Ver p. ej.: Clague, John y ComitĆ© Ejecutivo del INQUA (2006). «Open Letter by INQUA Executive Committee». Quaternary Perspectives 16 (1): 158–159.

  • «Evolución humana se detuvo por avances de la ciencia: genetistas». La Jornada. 25 de agosto de 2011. Consultado el 26 de agosto de 2011.

    1. Alejandro Ferrero, "Fragmentos de una especie ya extinguida" (Editorial Niram Art, 2014), ISBN: 9788494290213.

    BibliografĆ­a complementaria

    • GuillĆ©n-Salazar, F. (2005). Existo, luego pienso: los primates y la evolución de la inteligencia humana. Madrid: Ateles Editores.
    • López Moratalla, Natalia (2007). La dinĆ”mica de la evolución humana. Eunsa. ISBN 978-84-313-2438-4.
    • Morgan Allman, John (2003), El cerebro en evolución. Ariel: Barcelona.
    • Stix, Gary (2008): «Huellas de un pasado lejano». Investigación y Ciencia, 384(sept.): 12-19 (Migraciones prehistóricas)

    Enlaces externos

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