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Edad de Piedra

La Edad de Piedra o Edad LĆ­tica1 es el perĆ­odo de la Prehistoria que abarca desde que los seres humanos empezaron a elaborar herramientas de piedra hasta el descubrimiento y uso de metales

La madera, los huesos y otros materiales tambiĆ©n fueron utilizados (cuernas, cestos, cuerdas, cuero,etc), pero la piedra (y, en particular, diversas rocas de rotura concoidea, como el sĆ­lex, el cuarzo, la cuarcita, la obsidiana) fue utilizada para fabricar herramientas y armas, de corte o percusión. Sin embargo, Ć©sta es una circunstancia necesaria, pero insuficiente para la definición de este perĆ­odo, ya que en Ć©l tuvieron lugar fenómenos fundamentales para lo que serĆ­a nuestro futuro: la evolución humana, las grandes adquisiciones tecnológicas (fuego, herramientas, vestimenta), la evolución social, los cambios climĆ”ticos, la diĆ”spora del ser humano por todo el mundo habitable (ecĆŗmene), desde su cuna africana, y la revolución económica desde un sistema recolector-cazador, hasta un sistema parcialmente productor (entre otras cosas). 

El rango de tiempo que abarca este perĆ­odo es ambiguo, disputado y variable segĆŗn la región en cuestión. Aunque es posible hablar de este perĆ­odo en concreto, para el conjunto de la humanidad: no hay que olvidar que algunos grupos humanos nunca desarrollaron la tecnologĆ­a de la fundición de metales y por tanto quedaron sumidos en una edad de piedra hasta que se encontraron con culturas tecnológicamente mĆ”s desarrolladas. Sin embargo, en general, se considera que este perĆ­odo comenzó en Ɓfrica hace 2,8 millones de aƱos, con la aparición de la primera herramienta humana (o pre-humana).2 A este perĆ­odo le siguió el CalcolĆ­tico o Edad del Cobre y, sobre todo, la Edad de Bronce, durante la cual, las herramientas de esta aleación llegaron a ser comunes; esta transición ocurrió entre 6000 a. C. y 2500 a. C.


TĆ­pica herramienta de piedra tallada.

Tradicionalmente se viene dividiendo esta Edad en Paleolítico, con un sistema económico de caza-recolección y Neolítico, en el que se produce la revolución hacia el sistema económico productivo: agropecuario (agricultura y ganadería).

Ɓfrica

A diferencia de Eurasia e, incluso, América, los cambios climÔticos ocurridos durante la Prehistoria en el continente africano no son glaciaciones sino periodos de mayor humedad (pluviales) alternados con otros de mÔs aridez (interpluviales), si bien su determinación y cronología es bastante difícil de delimitar (para algunos los episodios pluviales corresponden con las glaciaciones, para otros, con los interglaciares):3
  • Kagueriense: serĆ­a el pluvial conocido de mayor antigüedad, identificado en el valle del rĆ­o Kaguera (Uganda) y coetĆ”neo con la glaciación Günz centroeuropea.
  • Kamasiense: es el segundo episodio pluvial, coetĆ”neo con la glaciación Mindel europea. Su duración y sus fases son tema de fuerte controversia.
    • Kanjeriense: el tercer pluvial recibe el nombre de la pequeƱa localidad keniana de Kanjera a orillas del lago Victoria, donde ademĆ”s se han localizado algunos asentamientos olduvayenses. Aunque el Kanjeriense serĆ­a contemporĆ”neo del Riss centroeuropeo, hay quien lo considera un estadio subsidiario del Kamasiense.
  • Gambliense: Existe una lógica duda sobre si considerarlo el tercero o el cuarto pluvial africano (dependiendo de la categorĆ­a que se le dĆ© al Kanjeriense). En cualquier caso, suele asociarse a la Ćŗltima glaciación, el Würm centroeuropeo. Fue identificado por primera vez en los sedimentos de la cueva de Gamble (Gamble's cave), en la localidad de Elmenteita (Kenia), donde Louis Leakey lo asoció con el Stillbayense.
    • Makaliense: este episodio no es un pluvial, sino una fase hĆŗmeda atestiguada en los sedimentos del rĆ­o Makalia (Kenia). Sucede a un periodo Ć”rido conocido como Postgambliense y ambos parecen ser contemporĆ”neos del postglaciar europeo. Aparentemente, el Makaliense se asocia estrechamente al desarrollo de la cultura Wilton en el sur del continente.

Norte de Ɓfrica

Norte de Ɓfrica.png
El África MediterrÔnea tiene durante la Edad de Piedra, una periodización esencialmente paralela a la Europea,4 al menos hasta el Neolítico, pero después, la influencia de la civilización egipcia y la llegada de colonizadores fenicios acelera el ritmo evolutivo respecto a Europa.5

El PaleolĆ­tico

Las culturas mÔs antiguas pueden inscribirse en el Olduvayense, localizado en yacimientos como Sidi AbderramÔn en Casablanca (Marruecos), estudiado por el profesor Pierre Biberson y datado en cerca del millón de años, el cual ha podido establecer una transición gradual desde una cultura en la que predominan los cantos tallados, hasta otra en la que el bifaz es el fósil director. Las industrias de Sidi AbderramÔn podrían vincularse al tipo humano hallado por Camille Arambourg en Ternifine (Argelia), el llamado Atlanthropus mauritanicus (en realidad una variedad de Homo heidelbergensis).6
El Achelense7 es muy antiguo y muy abundante en esta zona, destacan, entre otros, yacimientos como Sidi Zin (TĆŗnez), Ain Fritissa (Marruecos), Arka, Erg Tihodaine, Tachengit y TabelbalĆ” (todos en Argelia); Abbassieh, Kharga y Gurnah (estos en Egipto). Sólo en Argelia ha sido posible establecer una secuencia completa del Achelense norteafricano (entre 800 000 y 100 000 aƱos de antigüedad), especialmente rico en hendidores, ademĆ”s de bifaces.
Lƭnea del tiempo del Paleolƭtico Inferior y Medio en el Norte de Ɓfrica
El PaleolĆ­tico medio norteafricano nace por la llegada de los neandertales, probablemente, procedentes de Europa portando su cultura Musteriense. Actualmente se ha reavivado la controversia de la ruta que siguieron los neandertales entre Ɓfrica y Europa, ya que, aunque se habĆ­a llegado al consenso de que fue a travĆ©s del Próximo Oriente, recientes descubrimientos parecen demostrar que cuando menos hubo comunicación a travĆ©s del estrecho de Gibraltar, probablemente en ambos sentidos.8 Sin embargo, el PaleolĆ­tico medio norteafricano, tan similar al europeo hasta hace un poco mĆ”s de 50 000 aƱos, inicia un periodo ocupado por una industria sin paralelo, llamada cultura Ateriense, que recibe el nombre del yacimiento argelino de Bir el-Ater (Argelia). El Ateriense es muy similar al musteriense y, de hecho, algunos sostienen que deriva de Ć©ste, pero se distingue de Ć©l porque la mayor parte de los Ćŗtiles son pedunculados (raspadores, puntas, raederas, etc.) y piezas foliĆ”ceas con retoque cubriente. Se asocia al tipo humano de Jebel Irhoud (Marruecos). El Ateriense es muy abundante durante unos 20 000 aƱos (Bir el-Ater, Taforalt, Temara, Dar-es-Soltan...), pero hace 30 000 aƱos comienza su declive, aunque perdura marginalmente hasta el Holoceno, hace 12 000 aƱos. El Ateriense se asocia a condiciones climĆ”ticas secas, por lo que su mĆ”xima expansión coincide con periodos de aridez. De hecho, se sospecha que sus raĆ­ces se hunden hasta el aƱo 70 000 a. C.; en cambio, su ocaso es producto de un clima mĆ”s benigno en el SĆ”hara, lo que provocó la venida de pueblos mĆ”s avanzados, humanos modernos con culturas laminares, fundamentalmente el Iberomaurisiense y otras que se citan a continuación. De todos modos, durante varias decenas de miles de aƱos las industrias aterienses conviven con las industrias laminares, ocupando nichos ecológicos diferentes.
El PaleolĆ­tico superior tampoco es igual al europeo, pues el conjunto de culturas que se dan en el norte de Ɓfrica es diferente. La mĆ”s conocida es el Iberomaurisiense u Oraniense, una facies cultural propia del Magreb que nace poco antes del 30 000 a. C. y mantiene extensa longevidad, pues aĆŗn se encuentra presente al comenzar el MesolĆ­tico, desapareciendo hace unos 8000 aƱos. Su origen y caracterĆ­sticas son aĆŗn tema de debate, de hecho ha sido objeto de todo tipo de especulaciones sobre su raĆ­z ateriense, para unos, traĆ­do por inmigrantes de la penĆ­nsula IbĆ©rica, segĆŗn los que le dieron su nombre, y de procedencia oriental (llegada de primitivos modernos) segĆŗn la mayorĆ­a. Es una cultura leptolĆ­tica, es decir, laminar: en la que las hojas lĆ­ticas ya son esenciales como soportes para todo tipo de utensilios, obtenidos por medio de retoque abrupto, y que con el tiempo tiende a la microlitización, documentĆ”ndose, incluso la tĆ©cnica del microburil, se asocia a restos humanos de aspecto cromaƱoide europeo, como los de Mecha el-Arbi y Afalou Bou Rummel;9 pero tambiĆ©n tiene muchas similitudes con industrias de zonas ubicadas mĆ”s al este, sin que haya podido averigüarse cuĆ”l de ellas es la mĆ”s antigua. Estamos hablando de culturas como el Dabbaniense (Libia), Mochambiense, Qadense y otras culturas del valle del Nilo; con una antigüedad mĆ­nima de 40 000 aƱos, con numerosos raspadores, raederas, buriles y hojas de borde abatido. El microlitismo aparece muy pronto, en torno a 14 000 aƱos de antigüedad; estas culturas variadas y, a la vez, semejantes, enlazan con el Capsiense epipaleolĆ­tico.
LĆ­nea del tiempo del PaleolĆ­tico al NeolĆ­tico en el Magreb

El EpipaleolĆ­tico

La cultura mĆ”s importante de esta fase es, sin duda, la Capsiense, una cultura bastante tardĆ­a, incluso para el MesolĆ­tico, y, de hecho esta cultura sobrevive al NeolĆ­tico bajo la denominación de NeolĆ­tico de tradición capsiense. De todos modos el Capsiense fue definido por J. de Morgan en el yacimiento de El-Mekta, cerca de Gafsa (قفصة, TĆŗnez), pero su influencia supera la región magrebĆ­, alcanzado la Cirenaica, e incluso las riberas del valle del Nilo. Los yacimientos capsienses suelen tener gran cantidad de conchas de origen bromatológico («concheros») y una industria lĆ­tica laminar y microlĆ­tica (con trapecios y triĆ”ngulos) a la que se suman huevos de avestruz, usados como recipientes, muchas veces decorados. El Capsiense se podrĆ­a asociar a los restos humanos de Ain Dakkara, en Libia, con las impresionantes manifestaciones rupestres del Tassili y otras zonas rocosas saharianas.
Principales yacimientos del Iberomaurisiense y del Capsiense en el Magreb

NeolĆ­tico norteafricano

Zona occidental
El primer neolĆ­tico del litoral norteƱo de Ɓfrica pertenece al horizonte Cardial, de principios del sĆ©ptimo milenio (el hĆ”bitat principal eran las cuevas en las que, junto a restos de cerĆ”mica impresa y pruebas de pervivencia de la caza, se encuentran otras que demuestran que ya se practicaba la agricultura, la ganaderĆ­a y el marisqueo). En el occidente la cultura de origen local tambiĆ©n se sumó a las innovaciones, naciendo el llamado NeolĆ­tico de tradición capsiense, que predomina en el Ć”rea megrebĆ­, desde antes de 5000 a. C. hasta despuĆ©s de 2000 a. C. Este neolĆ­tico se caracteriza por un florecimiento en las tĆ©cnicas de talla de sĆ­lex (al principio predominan los microlitos geomĆ©tricos, pero son sustituidos por puntas de flecha foliĆ”ceas). La ganaderĆ­a y la caza son las actividades principales, siendo la agricultura algo secundario; La cerĆ”mica es grosera y sin decoración y compite con las vasijas hechas con huevos de avestruz, algunas ricamente decoradas.10
Zona central
Aparece, en un proceso similar al anterior y cronología coetÔnea, el Neolítico SÔharo-Sudanés: éste, aunque se parece al Capsiense (ambos son pueblos seminómadas de pastores y cazadores), y es posible que tenga mucha relación con él, destaca por su mayor nivel de desarrollo, una cerÔmica cuidada, profusamente decorada con incisiones e impresiones, inhumaciones en posición contraída, con ocre y un ajuar con ornamentos de cornalina, amazonita, calcedonia o marfil. Se le atribuye un arte rupestre en abrigos y covachas repartidas por el desierto.
Zona del Nilo11
Se distinguen dos zonas de neolitización aparentemente autóctonas, al sur la zona del Alto Egipto, con su cultura mĆ”s importante, el Badariense, y al norte, en el Bajo Egipto, donde destaca, junto al delta, la cultura de MerimdĆ© y en el lago Moeris, en los estratos mĆ”s profundos de el Fayum que se inscriben en las fases neolĆ­ticas. En todos los casos el neolĆ­tico nace en el V milenio a. C., perdurando a lo largo del IV milenio a. C. La comunicación entre ambas zonas debió existir a lo largo del rĆ­o, pues al comenzar el III milenio a. C. comparten tantos rasgos en comĆŗn que podrĆ­a hablarse de una misma cultura, no ya neolĆ­tica, sino del CalcolĆ­tico, el Geerzense, mĆ”s rico al sur (Nagada II) que al norte (Maadiense).
LĆ­nea del tiempo del NeolĆ­tico en el Nilo
El neolítico de Merimdé se conoce por un gran yacimiento en pleno delta (Merimdé Beni-Salamé) con graves problemas de conservación debido al entorno pantanoso que lo rodea. Los poblados conocidos tenían viviendas de planta oval construidas con esteras de caña, con hogares y silos; la cerÔmica, aunque es variada en formas, es grosera, elaborada sin torno y carece de decoración, salvo en las últimas fases, en que recibe una capa de engobe rojo. También modelaron rudimentarias estatuillas, destacando un tosco rostro humano. Hay restos de fusayolas y algún huso, indicando la existencia de telares. Se evidencia un alto grado técnico en la industria lítica, con puntas de flecha de base cóncava y piezas bifaciales, a veces combinando el retoque por presión con el pulimento de piezas, tales como puntas de lanza de asombrosa factura; también hay cuchillos, dientes de hoz, y otros utensilios cotidianos como las hachas pulimentadas. En Merimdé aparecieron rudimentarias paletas cuya supuesta función es la mezcla de pigmentos (quizÔ para los tejidos), en materiales diversos y sin formas definidas. Se conocen cientos de enterramientos en fosas ovales.
El Badariense tambiĆ©n dispone de evidencias de enterramientos en fosa que, generalmente, estĆ”n en la misma ribera del rĆ­o, lo que ha favorecido que los sedimentos las preserven en bastante buen estado: muchas de ellas estĆ”n apuntaladas con tablas; los esqueletos y momias naturales tienen posición fetal, con ajuar compuesto por un cinturón de fayenza, cerĆ”mica, puntas de flecha y adornos diversos; posteriormente el cadĆ”ver se cubrĆ­a con una piel.12 La cultura material se conoce mejor que en el Bajo Egipto, al menos, parece mĆ”s rica o, simplemente las condiciones ambientales han favorecido su conservación: con esplĆ©ndidas piezas de sĆ­lex (hojas, piezas bifaciales, puntas de flecha...), paletas de esquisto para mezclar colorantes, sin adornos, pero con siluetas diversas (sobre todo cuadrangulares y con forma de pez); piezas de hueso y marfil, tejidos e, incluso (al final), algunos objetos de cobre. Hay un arte mobiliario relativamente desarrollado, con estatuillas masculinas, femeninas y figuras de animales. La cerĆ”mica es delicada, variada y, al principio, suele estar bruƱida con decoración en relieve formando ondulaciones; despuĆ©s surge la cerĆ”mica pintada con motivos geomĆ©tricos, vegetales y animales, hasta aparece la figura humana. La agricultura y la ganaderĆ­a estĆ”n muy bien documentadas y los poblados tienen viviendas de planta cuadrangular construidas con ramaje y adobe. El Badariense parece enlazar, sin solución de continuidad, con el periodo predinĆ”stico de Egipto (por tanto ya entrarĆ­amos en la Historia). De hecho, al NeolĆ­tico egipcio se le llama, en tono general «Periodo predinĆ”stico primitivo».
Los primeros metales aparecen en el antiguo Egipto al final del predinĆ”stico primitivo, e inmediatamente despuĆ©s inventan la escritura y surgen como gran cultura de la Antigüedad, cuya influencia no sólo afectarĆ” al MediterrĆ”neo, sino tambiĆ©n a gran parte del continente africano (desde el IV milenio a. C.). El Magreb, en cambio se estanca, habitado por pueblos lĆ­bicos mal conocidos, no es fĆ”cil hablar de una edad del Bronce al estilo del resto del MediterrĆ”neo; de hecho son los fenicios quienes, en torno al aƱo 1000 a. C., en adelante, inducen cambios tales que sacan a esta región de la edad de Piedra definitivamente.

Ɓfrica subsahariana

Africa Subsahariana.png
La geografĆ­a del Ɓfrica central y meridional resulta bastante homogĆ©nea comparada con la de otros continentes, debido a que se trata de una de las zonas geológicamente mĆ”s antiguas del planeta y la erosión ha eliminado las grandes barreras naturales. Tan sólo merece la pena destacar las altiplanicies y depresiones formadas por movimientos tectónicos diversos: la cuenca del Congo y la hoya del Kalahari, rodeadas por las mesetas (geológicamente: escudos y macizos arcaicos) en Angola, Namibia y Zambia, entre otros. Las cordilleras y zonas escarpadas existentes se agrupan hacia el este (Drakensberg, los montes Muchinga, los montes Mitumba, los montes Ruwenzori, donde se localizan los picos Kilimanjaro y Kenia y, ya mĆ”s al norte, el macizo EtĆ­ope) en asociación con la gran falla conocida como Gran Valle del Rift, una enorme zona llena de cizalladuras, volcanes, bloques elevados, gigantescos lagos y sobre todo, barrancos. Tiene en forma de Y y casi 5000 km de longitud, ya que nace al sur de Mozambique y llega al Mar Rojo, desde donde continĆŗa, en Asia, hasta el valle del JordĆ”n. Precisamente el Valle del Rift es la zona donde pudo comenzar la historia del ser humano.
Aunque en la actualidad hay considerables diferencias climĆ”ticas, hidrogrĆ”ficas y ecológicas, no es posible aplicar estos parĆ”metros a la Edad del Piedra, pues —como se ha indicado— hubo significativos cambios ambientales a lo largo de su desarrollo. Precisamente fue alguno de esos cambios, combinado con transformaciones geológicas, la chispa que, posiblemente, propició la aparición y evolución de los homĆ­nidos. Al parecer, hace mĆ”s de 20 millones de aƱos, los monos primitivos habitaban los densos bosques de Ɓfrica Oriental. Estos primates (tal vez Propliopithecus-Aegyptopithecus) se desplazaban por los Ć”rboles a cuatro patas. Un presunto movimiento tectónico (relacionado de alguna manera con el Rift) hizo que las selvas permaneciesen en el oeste, pero provocó una desecación del este, apareciendo un territorio de sabanas y praderas a las que los nuevos primates tuvieron que adaptarse. De este modo, se supone que nacieron los primeros antropoides bĆ­pedos, que, posiblemente, pertenecieran a la especie Ardipithecus, que, a su vez, dio lugar a los australopitecinos en un momento indeterminado entre 6 y 4 millones de antigüedad.
No se descarta que algunos australopitecinos avanzados elaborasen herramientas rudimentarias, pero hay una fuerte polémica al respecto: por lo que a este punto se refiere consideraremos que son los miembros del género Homo los primeros que fabricaron herramientas previsoramente, es decir, antes de necesitarlas, sin improvisar, sino previniendo su posible uso con antelación. En ese momento comienza la Prehistoria y la Edad de Piedra que, para el África subsahariana suele dividirse en fases de denominación anglosajona:
Evolución humana

Temprana "Edad de Piedra"

Literalmente significa Edad de Piedra temprana, se refiere al periodo comprendido desde la aparición del primer ser humano, hace mĆ”s de dos millones y medio de aƱos, hasta hace unos 200 000 aƱos. Incluye, prĆ”cticamente, todos los grandes pasos de la evolución humana (pues los llamados humanos «primitivos modernos» debieron surgir al final del mismo), asĆ­ como importantes avances culturales, de los que apenas conocemos los referentes a unos pocos vestigios conservados de piedra y hueso. Para entenderlos mejor suele dividirse en dos grandes etapas:
  • Olduvayense: AsĆ­ llamado por haber sido identificado en el yacimiento de la Garganta de Olduvai, al que acompaƱan otros muchos lugares, casi todos ellos alineados con el Valle del Rift. Las herramientas olduvayenses mĆ”s antiguas podrĆ­an tener mĆ”s de 2,6 Ma (en los yacimientos del Afar etĆ­ope13 ), existiendo una secuencia de hallazgos en toda Ɓfrica Oriental y Austral desde esa fecha hasta hace 1,5 Ma, sin hiatos ni vacĆ­os, por lo que es posible defender que el Olduvayense pervivió por mĆ”s de un millón de aƱos (es posible que incluso mĆ”s, si ampliamos la cronologĆ­a con ciertos yacimientos mĆ”s tardĆ­os). El Olduvayense se divide en una fase inicial y otra evolucionada, identificadas a partir de los lechos I y II de la citada Garganta de Olduvay, aunque hay otros muchos yacimientos igual de importantes (cuya enumeración podrĆ­a ser tediosa). Al principio, las herramientas son de piedra tallada toscamente, sin que se aprecie ninguna estandarización en las tĆ”cticas de aprovechamiento ni en las formas. Pero poco a poco, van cristalizando determinados procedimientos y tipos concretos entre los que destacan cantos tallados, poliedros, raederas y denticulados. Es de suponer que existió una industria en madera o en hueso, pero no se ha conservado en las mismas condiciones. Los protagonistas de este vasto complejo cultural fueron varias especies del gĆ©nero Homo (H. habilis, H. rudolfensis y formas tempranas de H. erectus, cientĆ­ficamente desglosadas en la especie H. ergaster). Todos ellos parecen haber sido cazadores sólo en raras ocasiones, dedicĆ”ndose, mĆ”s bien, a la recolección y al carroƱeo; conocĆ­an pero no dominaban el fuego, y ya se les atribuyen algunas estructuras constructivas sencillas para protegerse.14
  • El Achelense nació en Ɓfrica mucho antes que en cualquier otra parte del mundo, en un momento que parece coincidir con la gran migración humana hacia Eurasia y con la aparición de formas tempranas de Homo erectus. Sin embargo, aunque los bifaces mĆ”s antiguos se han datado en el yacimiento etĆ­ope de Konso-Gardula en 1,9 Ma, la tecnologĆ­a Achelense no parece salir de Ɓfrica hasta mĆ”s de un millón de aƱos mĆ”s tarde. AsĆ­, pues, el Achelense fue patrimonio exclusivo de los africanos (probablemente, de las diversas especies humanas que convivieron en este continente por estas fechas, sólo algunas tendrĆ­an el privilegio de esta tecnologĆ­a), en tanto que en el resto del Viejo Mundo persistĆ­a la tradición olduvayense. Probablemente, el inventor de esta nueva cultura fue Homo ergaster, siendo muy representativo el hallazgo de un esqueleto casi completo, aunque infantil, en Nariokotome (KNM-WT 15000), a orillas del lago Turkana (Kenia).14 La herramienta mĆ”s conocida del Achelense es el bifaz, pero la variedad tipológica se dispara, apareciendo hendidores, triedros, bolas polĆ©dricas y todo tipo de utensilios sobre lascas retocadas. El achelense africano tambiĆ©n es longevo, ya que perdura hasta hace unos 200 000 aƱos y, a menudo es comĆŗn referirse a Ć©l como Fauresmithiense en la zona oriental o Stellenbosch en la zona meridional. Posiblemente, la expansión del Achelense fuera de Ɓfrica serĆ­a consecuencia de una segunda oleada colonizadora que, esta vez, sin embargo, no alcanzó los confines de Asia.
Lƭnea del tiempo del Paleolƭtico Inferior del Ɓfrica Subsahariana

El Achelense va desapareciendo en fechas en las que aparecieron los humanos modernos primitivos, mucho mĆ”s inteligentes y con una tecnologĆ­a mucho mĆ”s sofisticada y diversa. Aunque no pertenezca a esta región, en Jebel Irhoud, próximo a Marrakech (Marruecos) ha aparecido una mandĆ­bula de primitivo moderno con mĆ”s de 160 000 aƱos; fecha similar tienen los restos de Herto (EtiopĆ­a) lo que permite jalonar el final de la Early Stone Age en todo el continente.15

Middle Stone Age (MSA)

Edad de Piedra intermedia, es el periodo comprendido entre el final de la Edad de piedra Temprana o ESA (hace 200 000 aƱos), hasta el inicio de la Edad de Piedra TardĆ­a, o LSA (hace 30 000 aƱos); podrĆ­a paralelizarse con el PaleolĆ­tico Medio Europeo, pero existen sensibles diferencias culturales y antropológicas entre ambas. Para ciertos autores, toda la zona tiene unas constantes comunes (tĆ©cnicas de extracción Levallois o similares, presencia de finas piezas folĆ”ceas bifaciales, evolución hacia tĆ©cnicas de obtención de hojas y hojitas, al final)16 y otros aprecian dos corrientes cuya separación se va haciendo mĆ”s sutil a medida que los descubrimientos avanzan y que ciertos autores atribuyen a imposiciones de la materia prima o a la especialización de las herramientas para hĆ”bitats de bosque y de sabana.17
Pieza foliƔcea
  • En principio parecen predominar las industrias basadas en utensilios sobre lasca y macroĆŗtiles tipo hacha o azada siendo una de las culturas mĆ”s representativas de este estilo macrolĆ­tico es el Sangoense seguido del Stillbayense de Ɓfrica oriental y austral y que en algunos yacimientos suceden claramente al Achelense (v.g.: Cave of Hearts), apreciĆ”ndose dentro de la misma una evolución muy clara hacia la leptolitización, es decir, una proporción cada vez mayor de hojas lĆ­ticas. Los bifaces son pequeƱos y gruesos, al principio, pero se van convirtiendo en estilizadas y cuidadas piezas foliĆ”ceas, a veces sobre lasca, cuya hechura es tan fina que recuerda a las hojas de Laurel europeas; las puntas triangulares tambiĆ©n son numerosas y el sustrato Levallois es algo que parece persistir a lo largo del tiempo y del espacio en esta cultura. Se conoce tanto en el sur como en la zona de los Grandes Lagos africanos, Zambia y Zimbabwe, por ejemplo; no obstante, los lugares mĆ”s conocidos son Pietersburg y Bambata, con un conjunto de herramientas fundamentalmente basado en las raederas, puntas y lascas laminares; tambiĆ©n hay Levallois polarizado para lascas alargadas.

Lƭnea del tiempo de la Edad de Piedra Intermedia (MSA) de Ɓfrica
  • Por su parte, la lĆ­nea mĆ”s evolucionada, basada en la extracción de hojas e incluso en la generalización de microlitos laminares estĆ” muy bien representada en los hallazgos de Howieson's Poort (Gauteng, SudĆ”frica). AquĆ­ ya aparecen hojitas de borde abatido e incluso otros microlitos con una antigüedad de hasta 70 000 aƱos, lo que convierte a esta industria en una de las candidatas a ser antecedente del PaleolĆ­tico Superior del Viejo Mundo. Sin embargo, no hay conexiones probadas entre ambos (salvo, quizĆ”, la cueva de Navaisha en Kenia) y esta industria carece, asimismo, de una asociación con ningĆŗn resto humano hasta ahora conocido (tal vez pueda relacionarse a los restos de primitivos modernos de Border Cave, pero no existe seguridad irrefutable).18
Es difƭcil atribuir grupos humanos a cada una de esas herramientas, quizƔ las mƔs arcaicas correspondan a presapiens, y las mƔs evolucionadas a los primeros sapiens ancestrales. En efecto, los Primitivos modernos nacen en Ɓfrica, en esta fase, como hemos visto en el epƭgrafe anterior para Jebel Ihroud (Marruecos) y Herto (Kenia); tambiƩn se documentan sus restos en los yacimientos sudafricanos de Border Cave y Klaisies River Mouth.

Late Stone Age (LSA)

La Edad de Piedra tardĆ­a es el Ćŗltimo periodo del PaleolĆ­tico del Ɓfrica subsahariana. Desde el primer momento (el llamado early Late Stone Age) en el Sur de Ɓfrica ya hay culturas microlĆ­ticas y laminares —leptolĆ­ticas— en las que se ha podido documentar el trueque (¿comercio?) de obsidiana a lo largo de rutas que van del valle del Rift hasta SudĆ”frica con 32 000 aƱos.19 Parecen existir dos tradiciones, una microlĆ­tica, aparentemente derivada de la tradición de Howieson's Poort, con culturas como Robberg o Wilton. Y otra basada en utensilios sobre lascas vulgares (Tshitoliense, Nachikufiense, Hargeisiense..., en Ɓfrica central y oriental) o incluso piezas macrolĆ­ticas como la cultura Albany o el Magosiense.
  • Como representante de industria microlĆ­riticas destacamos el Wiltoniense, que se extendió por todo el extremo sur del continente desde hace unos 8000 aƱos hasta la expansión bantĆŗ, por lo que en sus etapas terminales ya conocĆ­a la cerĆ”mica, el pulimiento de la piedra y la ganaderĆ­a y, posiblemente, la agricultura itinerante, pudiendo considerarse una cultura parcialmente neolitizada. Uno de los asentamientos mejor conservados de esta gran cultura de cazadores recolectores es el de Gwisho.

Lƭnea del tiempo de la Edad de Piedra Tardƭa (LSA) de Ɓfrica
  • La tradición macrolĆ­tica se ejemplifica, inicialmente en el Lupembiense (valle del Congo), cuyas herramientas son de aspecto arcaico, con pesadas piezas bifaciales similares a hachas y azuelas (sin embargo tambiĆ©n hay piezas bifaciales mĆ”s finas). Esta tradición parece tener su sucesora en el Magosiense (llamado asĆ­ por el yacimiento de Magosi, en Uganda), ya mĆ”s tardĆ­o, aunque mezcla elementos regresivos (nĆŗcleos de fuerte carĆ”cter musteroide) con atributos evolucionados (finas piezas foliĆ”ceas, numerosos microlitos...); el Magosiense se da desde hace unos 12 000 aƱos hasta periodos muy recientes, evolucionando hacia la microlitización mayoritaria de sus herramientas). Al Norte del Ɓfrica subsahariana encontramos herramientas avanzadas emparentadas con las de la Edad de Piedra intermedia «Middle Stone Age».
El final de la LSA viene acotado por las brillantes manifestaciones de la cultura Nok, que se asocia con la introducción de la tecnología del hierro a mediados del primer milenio de nuestra era. Aunque, en muchas regiones mÔs aisladas, las herramientas apenas evolucionaron hasta la época de colonización europea.

Enlaces externos generales sobre la Prehistoria Africana

Oriente Medio

Oriente Medio.png
Usaremos indistintamente las expresiones Oriente Medio y Próximo Oriente para designar a la región del Oriente mÔs próxima a Europa. Sus límites varían según quién utilice el término pero, en su sentido mÔs restringido, es sinónimo de Asia sudoccidental, incluyendo Turquía, Siria, Líbano, Israel, los Territorios Palestinos, Jordania, Irak, IrÔn (también, Arabia Saudí, Kuwait, Baréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos, OmÔn y Yemen, de los que no se habla en el texto). A menudo, se incluye Egipto, pero hemos preferido dejar el valle del Nilo para el epígrafe África; por la misma razón reservamos Chipre para el capítulo europeo. En cambio, incluiremos ocasionalmente zonas del CÔucaso lindantes con Europa.
En cualquier caso, desde el punto de vista histórico y, mÔs concretamente, prehistórico, el Oriente medio es lo que se denomina una Zona Nuclear que irradia continuas innovaciones y cambios que influyen decisivamente en el desarrollo, no sólo de zonas limítrofes, sino de toda Eurasia.

PaleolĆ­tico en Oriente Medio

  • PaleolĆ­tico Inferior: La secuencia inferopaleolĆ­tica del Medio Oriente parece muy temprana, habiĆ©ndose constatado el paso del ser humano por la zona gracias al hallazgo de los restos de Dmanisi (Georgia). Se trata, probablemente de Homo ergaster, en concreto, varios crĆ”neos de entre 1 850 000 y 1 600 000 aƱos de antigüedad20 que van acompaƱados de una cultura material muy tosca (lascas, cantos tallados y nĆŗcleos de extracciones desorganizadas21 ). EstarĆ­amos pues ante un PaleolĆ­tico Inferior Arcaico, anterior al Achelense.
Restos del Paleolítico Inferior en el Próximo Oriente
Los primeros bifaces, bastante toscos, aparecen al sur del lago Tiberiades, en Ubeidiya (Israel), junto a cantos tallados y núcleos toscos. En este lugar también se encontraron restos humanos muy antiguos (el Hombre de Galilea), no tanto como los de Dmanisi, aunque tienen mÔs de un millón de años, pero son muy escasos.
Un Achelense mĆ”s tĆ­pico es el que observamos en Banat Yacub (Israel), datado en mĆ”s de 800 000 aƱos o en los yacimientos sirios de Lantamne (Achelense medio con unos 500 000 aƱos) y Gharmachi (Achelense final). El Achelense final es el mĆ”s abundante, lo encontramos tanto en yacimentos costeros (Ras Beyruth, LĆ­bano), como del interior, es decir, el valle del JordĆ”n, Um Qatafa, y sobre todo en Mugharet et-Tabun, que marca la transición al PaleolĆ­tico Medio. Dicha transición parece estar en las industrias lĆ­ticas llamadas Yabrudienses (menos bifaces, mĆ”s utensilios de lascas, mayor importancia del mĆ©todo Levallois...) El Yabrudiense ha sido fechado en Mugharet-el-Zuttiyeh con 150 000 aƱos de antigüedad.
Línea del tiempo del Paleolítico Inferior en el Próximo Oriente
  • PaleolĆ­tico Medio: Es muy similar al de Europa y toda la cuenca mediterrĆ”nea, ocupada en aquella Ć©poca por los neandertales; su cultura material (con numerosas variantes) se compone, bĆ”sicamente, de utensilios musteroides de lascas: La mĆ”s antigua es la llamada «Tradición Wadi-Mughara», le sigue la conocida como «Mustero-Levalloisiense&raquo, la cual parece adentrarse, al menos, hasta TayikistĆ”n. En todo caso, es raro que sobrepase los montes Zagros (asĆ­ como en Ɓfrica, los restos musteroides nunca bajaron del Sahel). De hecho, se habla de un PaleolĆ­tico Medio PerimediterrĆ”neo.22 El Medio Oriente tiene cuevas tan emblemĆ”ticas como Shanidar (Irak), con su cĆ©lebre tumba del Hombre de las Flores; Kebara, Amud y Mugharet et-Tabun (Israel), la Ćŗltima ofrece una secuencia casi completa del PaleolĆ­tico Medio, y ambas estĆ”n asociadas a inhumaciones neandertales; Teshik-Tash (UzbekistĆ”n), donde se ha identificando la tumba de un niƱo neandertal, Amrit y Dederiyeh (Siria), Ras Beyruth (LĆ­bano), etc., Ć©stos Ćŗltimos sin restos humanos, sólo con abundante industria lĆ­tica.
Ejemplo de la transformación lítica desde el Mustero-Levalloisiense hasta el Auriñaciense levantino
En Mugharet et-Tabun (Monte Carmelo, Israel), las industrias lĆ­ticas mĆ”s antiguas son las del PaleolĆ­tico Inferior (Achelense final y Yabrudiense); en ellas aparecen piezas de lascas de «Tradición Wadi-Mughara». El nivel que se le superpone es el de industrias lĆ­ticas muy modernas, laminares, auriƱacoides, pero de tradición Levalloisiense, este tipo de herramientas a veces ha sido deniminado Amudiense, pero su identidad es controvertida. En el techo de la secuencia hay tĆ­picas industrias musterienses, virtualmente idĆ©nticas a las europeas y asociadas a restos neandertalienses.
En consecuencia, existe una circunstancia excepcional en el PaleolĆ­tico Medio del Levante del MediterrĆ”neo oriental. Y es que las herramientas musteroides no son las Ćŗnicas ni las mĆ”s antiguas de la zona. En efecto, el valle del rĆ­o JordĆ”n (que, realmente, es una fosa tectónica hidrológicamente endorrĆ©ica) parece haber recibido una temprana visita de humanos modernos, incluso antes de que apareciesen los neandertales. Los datos, en cualquier caso, reflejan la tempranĆ­sima aparición de un tipo de herramientas lĆ­ticas modernas (similares a las del PaleolĆ­tico Superior europeo), a partir del 56 000 a. C. (como mĆ­nimo y, si aceptamos la existencia del Amudiense la fecha alcanza los 70 000 aƱos, es decir, mucho antes que en Europa), emparentada con la tradición Levallois, pero claramente auriƱacoide (como hemos mencionado en la secuencia de Tabun): al principio aumenta el nĆŗmero de buriles, hojas de sĆ­lex y raspadores, puntas de ChĆ¢telperron... (Todos estos artefactos son mĆ”s propios del PaleolĆ­tico Superior que del PaleolĆ­tico Medio) y, a partir del lascado tipo levallois, va desarrollĆ”ndose la extracción laminar de hojas. Como hemos indicado, estas industrias lĆ­ticas, a medio camino entre Levallois y AuriƱaciense, han sido datadas en Boker Tachtit (NĆ©guev) entre 47 000 y 38 000 aƱos de antigüedad, pero se imbrican estratigrĆ”ficamente con restos musteroides. El fósil director es la punta del Emireh, en realidad una variante laminar de la punta Levallois. AsĆ­ aparece la cultura Emiriense, que es una transición muy temprana al PaleolĆ­tico Superior. Ɖste puede considerarse ya instalado en el 40 000 a. C., es decir, desde fechas muy tempranas. Todo parece sugerir que los seres humanos modernos pasaron por el valle del JordĆ”n dejando una huella de profundas consecuencias.
Restos humanos de Primitivos modernos y Neandertales procedentes del valle del JordƔn en Israel
Respecto de los fósiles humanos, el valle del JordĆ”n es particularmente conocido por una serie de restos que comparten rasgos comunes entre «Neandertales clĆ”sicos»; y cromaƱoides o humanos modernos. Ɖstos a veces han recibido el apelativo de «Neandertales progresivos», aunque en este texto se utilizarĆ” mĆ”s el tĆ©rmino «Primitivos modernos». Los mĆ”s interesantes, aunque no los Ćŗnicos, son los casi Ć­ntegros restos de las cuevas de Skhül, Qafzeh, Amud y Mugharet-el-Zuttiyeh, con una antigüedad datada entre 100 000 y 90 000 aƱos,23 aunque haya quienes retrotraĆ©n la fecha mucho mĆ”s24 (recuĆ©rdese que la sepultura neandertal de Kebara tiene 60 000 aƱos como mĆ­nimo). Al contrario que los «Neandertales clĆ”sicos», estos «Primitivos modernos» no se extinguen, sino que enlazan sin solución de continuidad con los humanos modernos, tanto en el aspecto fisĆ­co, como culturalmente. A grandes rasgos, estos «Primitivos modernos» se distinguen de los «Neandertales clĆ”sicos» en que tienen el rostro mucho mĆ”s pequeƱo, menos prominente, sin espacio retromolar en el maxilar,25 la frente alta y con mentón (aunque la capacidad craneana es similar, la estructura de la cabeza: esplacnocrĆ”neo/neurocrĆ”neo, es muy diferente).
Lo que no estĆ” resuelto es si estos «Primitivos modernos» de Oriente Medio son una avanzadilla en su camino hacia Europa (como hemos dicho, hay quien afirma que estos seres humanos modernos llegaron a Oriente Medio antes que los Neandertales26 ). Ambas especies estaban en franca expansión, una venĆ­a de Europa occidental y la otra de Ɓfrica, y se encontraron aquĆ­, donde los restos hallados parecen un hĆ­brido, resultado de relaciones fĆ­sicas y/o culturales entre ambas especies.27 Lo Ćŗnico comprobado es que los estratos arqueológicos en muchas cavernas (particularmente Mugharet et-Tabun y Amud) alternan industrias lĆ­ticas mustero-levalloisienses de lascas (que se asocian a los «Neandertales clĆ”sicos»), junto a otras herramientas laminares auriƱacoides mĆ”s avanzadas, sin que pueda afirmarse cuĆ”les son las mĆ”s antiguas. Posiblemente convivieron durante miles de aƱos.
Línea del tiempo del Paleolítico Medio en el Próximo Oriente
  • PaleolĆ­tico Superior: Hasta hace unos veinte aƱos, nuestro conocimiento del PaleolĆ­tico Superior del mediterrĆ”neo oriental estaba principalmente fundamentado en los trabajos de Neuville y Dorothy Garrod, realizados en cuevas y abrigos rocosos de Galilea, Monte Carmelo y la zona de Judea. Esta clasificación de Neuville (1934) admitĆ­a un Ćŗnico linaje evolutivo dividido en varias fases:
  • Fase I de Neuville: Emirense (punta de El-Emireh) —50 000/38 000 a. C.—
  • Fase II de Neuville: Ahmariense (punta de El-Wad) —38 000/32 000 a. C.—
  • Fases III de Neuville: AuriƱaciense levantino inicial o Anteliense inferior —32 000/27 000 a. C.—
  • Fases IV de Neuville: AuriƱaciense levantino medio o Anteliense superior —27 000/22 000 a. C.—
  • Fase V de Neuville: AuriƱaciense levantino final o Atlitiense —22 000/14 500 a. C.—
Sin embargo, los estudios actuales prefieren referirse a dos corrientes culturales paralelas diferenciadas, entre otros motivos, por la tecnología lítica aunque ambas incluyen en su panoplia la producción de microlitos. AdemÔs, se ha revisado y corregido la cronología:
  • Como hemos seƱalado anteriormente, la cultura Emiriense se considera la transición entre el PaleolĆ­tico Medio y el PaleolĆ­tico Superior . Esta transición se documenta muy bien en Boker Tachtit, a partir de 44 000 a. C. (aunque tambiĆ©n, Ksar Akil, ambos en el desierto del Neguev, LĆ­bano). Paulatinamente el mĆ©todo Levallois evoluciona hacia tĆ©cnicas modernas de extracción de largas hojas de sĆ­lex, a partir de las cuales se elaboran las tĆ­picas puntas del Emireh, buriles y las denominadas lames Ć  chanfrein. La cultura de Emiriense parece desaparecer en torno a 36 000 a. C.
  • Ahmariense:28 Esta cultura estĆ” datada entre 36 000 a. C. y 22 000 a. C. Aparentemente deriva del Emiriense y es posible que, a su vez, genere un Kebariense temprano (o Kebariense laminar, 22 000 a. C.-13 000 a. C.). Se caracteriza por una tecnologĆ­a fuertemente laminar: de hojas y hojitas, en cuyo instrumental abundan las piezas de dorso, y los cuchillos, pero el fósil director es la punta de base retocada o punta de El-Wad. En cambio, escasean los buriles, por lo que las piezas óseas son de factura muy diferente a las AuriƱacenses, habitualmente confeccionadas con estos utensilios especializados.
Utensilios típicos de la tradición Ahmariense
  • AuriƱaciense Levantino:29 Se da entre el 32 000 a. C. y el 18 000 a. C., y suele dividirse en tres fases (Anteliense inferior, Anteliense superior y Atlitiense). Deriva, quizĆ”, del controvertido Amudiense o, mĆ”s seguramente, procede del AuriƱaciense europeo oriental (Bacho Kiro, Bulgaria).30 Se caracteriza por la riqueza de productos carenados: nĆŗcleos carenados, raspadores carenados y buriles en hocico, con varios levantamientos sucesivos. Los nĆŗcleos se destinan a la obtención de grandes lascas y gruesas hojas que servirĆ”n de soporte para raspadores, buriles y hojas con retoque escamoso. Estos utensilios se reutilizan y se afilan una y otra vez, adquiriendo un aspecto romo, en hocico, con retoques escaleriformes, hasta que, finalmente son desechados por su excesivo desgaste. Entre el utillaje lĆ­tico laminar, mĆ”s escaso, destacan las hojas de sĆ­lex con retoque continuo junto a microlitos similares a las hojitas de Dufour europeas, pero con el dorso curvado. TambiĆ©n hay, por supuesto, industria ósea, destacando especialmente las azagayas biapuntadas y los punzones de hueso.
Utensilios tƭpicos del AuriƱaciense Levantino (Anteliense y Atlitiense)
Línea del tiempo del Paleolítico Superior en el Próximo Oriente
Durante la transición entre el Paleolítico Superior y el Epipaleolítico se produce un importante cambio conceptual. Las herramientas líticas mÔs antiguas se obtienen con procesos operativos especializados, al objeto de obtener microlitos laminares. Al comenzar el Epipaleolítico, en cambio, el método no se destinó a obtener hojitas, sino hojas para microlitos geométricos, apareciendo la técnica del microburil y las primeras puntas de flecha con retoques planos cubrientes (todos estos rasgos apuntan a que en el Mesolítico surge la invención del arco).

MesolĆ­tico en Oriente Medio

Comenzó hace unos 15 000 aƱos en Mesopotamia y Egipto, al finalizar la Ćŗltima glaciación. El cambio climĆ”tico provocó en la zona un proceso de desertización que, lógicamente afectó a las costumbres de sus habitantes, aunque de modo paulatino. TambiĆ©n es posible que el cambio climĆ”tico no fuera el Ćŗnico desencadenante del proceso, sino sólo un elemento mĆ”s que estimuló al ser humano en su progreso. En cualquier caso, al principio, la caza y la recolección continuaron siendo fundamentales; pero, al reducirse las Ć”reas ecológicamente productivas en las riberas de los rĆ­os, lagos y oasis, la relación entre especies animales y/o vegetales con las comunidades humanas se hizo mĆ”s Ć­ntima. En esta zona crecĆ­an espontĆ”neamente el trigo y la cebada, y abundaban las manadas de ovejas, cabras y toros salvajes. El nomadismo se transformó, forzosamente, en semisedentarismo, la caza se convirtió en simbiosis (los humanos cazaban a sus piezas al tiempo que las protegĆ­an de otros competidores ecológicos, como reserva de comida) y la recolección se tornó en forrajeo organizado. Esta fase se llama, en el Oriente Medio, Kebariense. En este periodo, como acabamos de ver, se inventó el arco y las flechas cuyas puntas pueden estar elaboradas con una sola pieza lĆ­tica foliĆ”cea (la tĆ­pica punta de flecha), o con varias incrustadas en un astil (es decir, microlitos laminares llamados puntas de Kebarah y microlitos geomĆ©tricos).
Inhumación Natufiense de Nahal Me'arot, Israel
Posteriormente la recolección adquiere mayor importancia, surgiendo la cultura mÔs significativa del Mesolítico medio-oriental, el Natufiense, localizada en las cercanías de Wadi-en-Natuf (un arroyo en territorio palestino), caracterizada por el sedentarismo (existen pequeños poblados con casas circulares de adobe y silos para el grano), el forrajeo sistemÔtico y especializado en cereales, asociado a microlitos de tipo dientes de hoz, junto a morteros, piedras de moler, etc. En el Natufiense casi cualquier pequeña lasca alargada es aprovechada para obtener utensilios de diversas clases; es decir, aumenta la economía de gestos, pero, aparentemente, la técnica lítica se degrada. Sin embargo, esto podría interpretarse como una flexibilización de la economía, ya que los productos obtenidos son menos especializados, pueden usarse con diversos propósitos, no sólo como herramientas de caza, o por elaborarse in situ, para una necesidad puntual.
Línea del tiempo del Epipaleolítico/Mesolítico en el Próximo Oriente
NeolĆ­tico Natufiense Kebariense PaleolĆ­tico Superior

NeolĆ­tico en Oriente Medio

Hace algo mÔs de 10000 años las innovaciones que se dieron llegaron a ser tan notables que se habla de la Revolución del Neolítico en el Oriente Medio, es decir: los territorios de Mesopotamia (actualmente, Irak) y CanaÔn (actualmente, Israel y Palestina); accesoriamente podríamos incluir también el valle del Nilo (Egipto), Líbano, el norte de Siria y el Sudeste de Anatolia (Turquía). Debido a la morfología de la región originaria, ésta ha sido denominada Creciente Fértil.
Los habitantes de Oriente Medio fueron los primeros en domesticar animales (ganaderĆ­a: sobre todo, ovejas, cabras y vacas (la caza no se abandona del todo, pero ahora serĆ” algo secundario), asĆ­ como en cultivar plantas: (agricultura: sobre todo, centenoSecale cereale—, cebadaHordeum hexastichum—, trigoTriticum dicoccum— y otros cereales). La evidencia mĆ”s antigua de trabajos agrĆ­colas se da en Tell Abu Hureyra (Siria), hace 11 000 aƱos; mientras que los primeros animales domĆ©sticos fueron los ovicĆ”pridos en Zawi Chemi Shanidar (Irak), hace unos 10 500 aƱos.
El Creciente FƩrtil
Desde el Creciente FƩrtil, el Neolƭtico se fue extendiendo por Asia (hacia la India y China), Ɓfrica (sobre todo, en Egipto) y por Europa a travƩs del MediterrƔneo; las consecuencias del Neolƭtico afectaron a toda las regiones habitadas:
Neolitico-agricultura.svg
Neolitico-ganaderia.svg
  • Se inventan nuevos utensilios: el arco y las flechas, hoces de piedra, azadas, hachas pulimentadas, molinos, morteros, cucharas... Pero fundamentalmente, se originó la cerĆ”mica y el tejido.
La cerĆ”mica aparece en una fase avanzada del NeolĆ­tico, de modo que hay un largo periodo llamado «precerĆ”mico». Las primeras cerĆ”micas conocidas son las de Kalat Jarmo (KurdistĆ”n), que datan del 6750 a. C., asĆ­ como las de Tepe Guram y Tepe Serdam (Irak), fechadas en el 6500 a. C. Previamente se utilizarĆ­an cestos impermeabilizados con barro o zulaque («bitĆŗmen»).
  • Al convertirse en agricultores, los grupos humanos se asientan en lugares fijos para vivir todo el aƱo, es decir, se fundan los primeros poblados estables: sedentarización. AdemĆ”s de la aldea protoneolĆ­tica de Jericó (fechada por el mĆ©todo: 14C en 9551 a. C.), como otros ejemplos podemos citar Eynan (Israel), Zawi Chemi Shanidar (Irak) y Tepe Asiab (IrĆ”n).
  • La agricultura y la ganaderĆ­a supusieron un aumento en la producción de alimentos y la cerĆ”mica permitió almacenar y transportarlos fĆ”cilmente. Por primera vez sobraban alimentos y otros productos necesarios, denominados excedentes.
  • La posibilidad de que todos los miembros de la comunidad pudiesen participar en diferentes labores productivas asĆ­ como la existencia de excedentes favoreció el gran aumento demogrĆ”fico, la población se multiplicó por diez (el mundo pasó de tener unos diez millones de habitantes a cien millones)
  • La sedentarización mĆ”s el crecimiento demogrĆ”fico hacen que las primeras aldeas, a veces, generen el nacimiento de autĆ©nticas ciudades: Jericó (Cisjordania) ostenta el honor de ser considerada la primera ciudad del mundo (con unos 2000 habitantes en 8000 a. C., aproximadamente), pero podemos citar otras como Ƈatal Hüyük y HaƧilar (Anatolia), Kalat Jarmo (KurdistĆ”n), Hassuna y Samarra en Irak, Ras Shamra y Tell Halaf (Siria), etc. Este proceso desembocarĆ” en el nacimiento de las primeras civilizaciones urbanas (civitas = ciudad).
  • Comenzó la división del trabajo, es decir, los oficios especializados: agricultores, ganaderos, artesanos (panaderos, ceramistas, carpinteros, albaƱiles...) Los que tenĆ­an excedentes comenzaron a intercambiarlos con quienes tenĆ­an trabajos distintos y productos diferentes: Nace el comercio (trueque). En la zona que nos ocupa se comerciaba sobre todo con azufre, sal y zulaque del mar Muerto, conchas del mar Rojo, obsidiana de Anatolia, malaquita del mar Caspio, etc.
  • Estos intercambios no serĆ”n sólo locales, los habrĆ” tambiĆ©n regionales. AsĆ­ germinan las primeras rutas comerciales estables que comunican los nuevos poblados entre sĆ­. Resultando una nueva profesión, el mercader. El mejor ejemplo estĆ” en el yacimiento de Al Beidha (Jordania) y Ba'ja, donde las excavaciones exhumaron un autĆ©ntico bazar del sĆ©ptimo milenio.
  • Todos estos cambios originaron diferencias sociales (ricos y pobres); tambiĆ©n aparecen las primeros personajes con autoridad que organizaban la vida del poblado: surgen los gobernantes y sacerdotes (autoridad moral). Los mĆ”s ambiciosos terminan acaparando las riquezas y estableciendo relaciones de dominación local y posteriormente regional.
  • Las diferencias tambiĆ©n aparecen entre poblados. Unos son mĆ”s prosperos que otros, y sus gobernantes lucharĆ”n, a veces, por apropiarse de las tierras limĆ­trofes, el acceso al agua, por controlar las rutas principales y el comercio, etc. Los conflictos entre poblados vecinos se convierten en autĆ©nticas guerras, con ellas surgen los primeros ejĆ©rcitos y sus lĆ­deres militares, que se enriquecen en cada victoria, nace asĆ­ la nobleza y la monarquĆ­a.

Línea del tiempo del Neolítico en el Próximo Oriente
Edad de Bronce calcolĆ­tico OligarquĆ­a Uruk El Obeid cerĆ”mica Trueque Ƈatal Hüyük Jericó (Cisjordania) Jericó (Cisjordania) Simbiosis Domesticación Estratificación social Mercado Domesticación Historia CalcolĆ­tico NeolĆ­tico NeolĆ­tico MesolĆ­tico
En el Próximo Oriente la Edad de los Metales coincide con la aparición de documentos escritos y el nacimiento de las primeras civilizaciones, por lo que éstas deberían incluirse, estrictamente hablando, en la Historia. Pero, como las fases iniciales del Calcolítico son previas a las primeras tablillas incisas y no hay ruptura cultural, en esta enciclopedia se incluyen procesos que se dieron en tiempos plenamente históricos.

Referencias y enlaces

AmƩrica

La Edad de Piedra es mucho mĆ”s tardĆ­a y tiene su propia idiosincrasia. Su relación con Asia viene dada por el hecho de que la teorĆ­a mĆ”s aceptada es que el poblamiento humano de AmĆ©rica se produjo desde Siberia a travĆ©s de Estrecho de Bering. La cuestión mĆ”s discutida es: ¿cuĆ”ndo? La glaciación de Wisconsin (Würm) provocó un descenso del nivel marino que, unido a la existencia de placas de hielo proporcionó un paso transitable sobre el estrecho de Bering entre ambos continentes denominado puente de Beringia. No siempre era posible atravesarlo, se ha estimado que al menos los humanos pudieron pasar en dos ocasiones en las que habĆ­a una ruta libre de hielo: la primera duró unos 4000 aƱos y la segunda unos 15 000 aƱos; luego desapareció el puente con lo que la migración no tuvo retorno. Este puente segĆŗn los cientĆ­ficos se habrĆ­a formado hace 50 000 aƱos. A tenor de estos datos, han surgido dos teorĆ­as sobre cuĆ”ndo fue poblada AmĆ©rica por primera vez por el ser humano:
Los amerindios vivieron aislados del resto de la humanidad durante 40 000 aƱos, estos grupos humanos tuvieron que adaptarse a ocho tipos de clima distintos, se diversificaron en mĆ”s de 300 tribus, con mĆ”s de 2000 lenguas diferentes y desarrollaron, al menos, una docena de civilizaciones excepcionales. No es, pues, adecuado usar la misma terminologĆ­a ni la misma periodización en AmĆ©rica que en el Viejo Mundo. No se trata de un capricho chovinista, es la respuesta a una realidad arqueológica:

Prehistoria de AmƩrica
Mayas Modernidad Periodo PosclƔsico de AmƩrica Periodo ClƔsico de AmƩrica Periodo Formativo de AmƩrica Periodo Arcaico de AmƩrica Periodo Arcaico de AmƩrica Paleoindio Historia Metales Neolƭtico Mesolƭtico Paleolƭtico

NorteamƩrica y MesoamƩrica

Punta de lanza tipo Clovis
en Nuevo MƩxico Estados Unidos
En 1958, los arqueólogos Gordon Willey y Philip Phillips propusieron las siguientes etapas para Norteamérica y Mesoamérica:
  • Periodo LĆ­tico (equivalente al PaleolĆ­tico Superior de Viejo Mundo), comprende desde la llegada de los primeros americanos hasta hace unos 10 000 ó 12 000 aƱos (segĆŗn el paradigma teórico defendido). Dentro de este periodo hay dos fases:
    • Una fase inicial de cazadores-recolectores indiferenciados, con restos muy escasos, caracterizado por una industria lĆ­tica similar a la del Viejo Continente (cantos tallados, lascas musteroides, bifaces...) y sin puntas de lanza; los ejemplos mĆ”s seguros de gran antigüedad son los yacimientos estadounidenses de Topper, «Lewisville» y «American Falls», por un lado, y en MĆ©xico «El Cedral» y «Tlapacoya», por otro.
    • La segunda fase, de cazadores avanzados, es de hace unos 13 000 aƱos; cuando, surgen las culturas con raspadores, hojas de sĆ­lex, buriles..., y elaboradĆ­smas puntas de lanza: por ejemplo, en NorteamĆ©rica suele destacarse la cultura Clovis, Folsom y El Plano (Nuevo MĆ©xico), aunque, por supuesto, hay muchas mĆ”s. Estas culturas con puntas foliĆ”ceas se interpretan como pueblos eminentemente cazadores, al principio de grandes presas; pero, la evolución a puntas cada vez mĆ”s pequeƱas indica que esta paleofauna se va extinguiendo y que los grupos de cazadores se van adaptando a una fauna cada vez mĆ”s pequeƱa.
  • Periodo Arcaico (equivalente, pero no exactamente igual al MesolĆ­tico de Viejo mundo), un complejo periodo en el que se producirĆ­a la transicĆ­on a la agricultura del maĆ­z a partir de la recolección intensiva de vegetales. Esta fase abarca zonas geogrĆ”ficas mĆ”s amplias, casi toda NorteamĆ©rica y MesoamĆ©rica (donde, a veces, se usa el tĆ©rmino pre-mexicano), como motor esencial de la evolución posterior. En el norte, en zonas circumpolares, sobreviven pueblos cazadores recolectores (forrajeadores) bajo la denominación Arctic tradition; mientras que las grandes praderas del centro suelen incluirse en la denominación Cultura cochise (con sus tres fases: Sulphur Springs, Chiricahua y San Pedro: 5000 a. C.-200 a. C.)). En estos pueblos la caza sigue siendo fundamental y se documenta la invención del arco, hacia el aƱo 1000 a. C.
Mano recortada en mica Cultura Hopewell Estados Unidos

Cabeza olmeca gigante procedente de San Lorenzo de TenochtitlƔn
  • Periodo Formativo (que serĆ­a el equivalente al tĆ­pico NeolĆ­tico) destaca por novedades como la agricultura, la ganaderĆ­a, la cerĆ”mica... Entre los 5000 a. C. y los 1000 a. C. aparecen ya los poblados estables gobernados por una poderosa casta sacerdotal. La cerĆ”mica mĆ”s antigua del continente data del aƱo 3500 a. C., aproximadamente. Los Olmecas serĆ­an la evolucionada cultura de este periodo. Puesto que las fases posteriores se incluyen en el llamado Periodo ClĆ”sico de las culturas precolombinas (en el que ya aparecen las grandes civilizaciones mesoamericanas y andinas), a menudo se ha llamado «pre-ClĆ”sico». Es por tanto el Ćŗltimo perĆ­odo de la Prehistoria de esta zona de AmĆ©rica, pues a partir de entonces ya aparecen documentos escritos, por lo que podrĆ­an denominarse ya culturas protohistóricas.
    • Las culturas de OasisamĆ©rica: antes del 3000 a. C. parece ser que varios pueblos mesoamericanos cuya economĆ­a estaba basada en el cultivo del maĆ­z, el frijol y la calabaza, emigraron hacia el centro-sur del oeste americano (OasisamĆ©rica), constituyendo un rico nĆŗcleo cultural que, siglos despuĆ©s, darĆ” lugar a Cultura de los Cesteros (Basquet makers) que, a su vez dio lugar a las culturas de los Anasazi y sus similares Hohokam y Mogollón que, actualmente se conocen como Indios Pueblo.
    • Los constructores de montĆ­culos de NorteamĆ©rica: En las boscosas tierras orientales de NorteamĆ©rica (Ohio) nacen por estas fechas los primeros constructores de tĆŗmulos llamados Cultura Adena (1000 a. C.-200 a. C.), cuyo monumento mĆ”s conocido es el TĆŗmulo de la Serpiente (Cincinnati). Tras Adena se inicia una dinastĆ­a de civilizaciones tumulares que jalona una amplia zona del centro-este de Estados Unidos (cuencas del Misisipi-Misuri-Ohio), destacando la cultura Hopewell (200 a. C.-500 dC), y los Constructores de montĆ­culos del MisisipĆ­ (900-1500 de nuestra era), que crearon numerosas ciudades, como la de Cahokia, que estaba protegida por una muralla, y con monumentos pĆŗblicos y religiosos levantados sobre grandes tĆŗmulos.
    • Los Olmecas son la civilización mĆ”s avanzada del momento, surgen poco antes del 1500 a. C. y desaparecen poco antes del comienzo de nuestra era, aunque su influencia pervive en pueblos olmecoides posteriores. Los Olmecas practicaban la agricultura, conocĆ­an la cerĆ”mica, eran sedentarios y contaban con una organización muy avanzada y con claras diferencias sociales. Sus restos se extienden por toda MesoamĆ©rica, probablemente porque su comercio era muy activo. Sin embargo, salvo excepciones, apenas desarrollaron la vida urbana, aunque tienen grandes santuarios religiosos como los de San Lorenzo o La Venta, y un tipo de escultura monumental muy caracterĆ­stica: las cabezas gigantes. No tenemos datos de si crearon un imperio, no hay pruebas de la existencia de un ejĆ©rcito olmeca, ni de batallas, sólo que los pocos centros urbanos que se conocen estaban protegidos por murallas y situados en colinas de fĆ”cil defensa. Los olmecas legaron a sus sucesores el calendario solar, y un conjunto de sĆ­mbolos que puede considerarse ya escritura arcaica.
    • Periodo Maya Pre-ClĆ”sico: Hay una relación muy estrecha entre los Olmecas y el nacimiento de la civilización Maya. Sus periodos iniciales (los dos Ćŗltimos milenios anteriores a nuestra era) aĆŗn pueden considerarse prehistóricos. Surgen grandes centros urbanos con monumentos elevados sobre pirĆ”mides y plataformas de piedra, existen importantes diferencias sociales y el comercio exterior es muy intenso. Aparecen importantes innovaciones en el trabajo de la obsidiana y el jade, asĆ­ como de la cerĆ”mica (aparece la cerĆ”mica pintada).
De hecho, toda MesoamĆ©rica puede considerarse un «Ć”rea cultural con intensa profundidad temporal»:
sus civilizaciones comparten rasgos étnicos y lingüísticos, plantas cultivadas,
un calendario ritual de 260 dĆ­as y conceptos religiosos parecidos.
Sin embargo, la mejor forma de distinguirlas son las manifestaciones artĆ­sticas,
la cerÔmica, la artesanía, la religión y la organización política.
Se aconseja, para ampliar información, la lectura del artículo específico sobre Mesoamérica

SudamƩrica

Al hablar de las primeras civilizaciones sudamericanas, coexisten dos puntos de vista acerca del origen de las grandes culturas andinas; por un lado, quienes sostienen que la cuenca del Amazonas constituyó un ente aislado e independiente de las costas del PacĆ­fico y que las culturas andinas evolucionaron autónomamente: por otro lado, se han descubierto intensas relaciones comerciales y movimientos migratorios de gran amplitud entre la AmazonĆ­a y los Andes, incluso, algunos historiadores sostienen que los fundadores de las grandes civilizaciones andinas eran pueblos amazónicos cultivadores de mandioca y batata, asĆ­ como pescadores fluviales que ocuparon la Puna y los valles. En SudamĆ©rica la periodización resulta mĆ”s compleja, a menudo se habla de un gran periodo denominado PrecerĆ”mico (cc. 20 000 a. C.-2 000 a. C.) que engloba el «periodo LĆ­tico», o «Paleoindio», y el «periodo Arcaico». Pero la disparidad de denominaciones es muy grande, por lo que se simplificarĆ”.
  • El Paleoindio suele ser el tĆ©rmino preferido, antes que «periodo LĆ­tico», pero parece responder a la misma dinĆ”mica: una primera fase de industrias peor conocidas y mĆ”s rudimentarias, propias de culturas poco diferenciadas; y una segunda fase, cuyo fósil director son las puntas de proyectil, es decir, puntas de lanza foliĆ”ceas magistralmente trabajadas.
    • La primera fase (Periodo ProtolĆ­tico) tiene yacimientos cuya antigüedad es muy discutida —tal es el caso de «Pedra Furada» (Brasil) que roza los 50 000 aƱos; y «Monte Verde II» (Chile), con unos 33 000 aƱos—. Sin embargo estĆ” muy bien documentada en cuevas algo mĆ”s recientes, como las de «Taima-Taima» en Venezuela, «Garzón» en Colombia, «Pikimachay» en PerĆŗ... En «Pikimachay» se documentan restos de ocupación humana de mĆ”s de 17 000 aƱos, perdurando hasta cerca de 14 000 aƱos de antigüedad. La cueva de «El Guitarrero» (PerĆŗ), excavada por el norteamericano Thomas Lynch (de la Universidad de Cornell) en los aƱos 70, completarĆ­a con su estratigrafĆ­a todas las etapas de ocupación de esta fase de la Edad de Piedra.
    • La segunda fase (cazadores avanzados) parece coincidir con una expansión humana hacia el sur. Las puntas foliĆ”ceas de lanza especializadas para la caza de grandes presas en SudamĆ©rica suelen ser del tipo Cola de pescado, aunque se parecen mucho a las norteamericanas tipo Clovis. Estas herramientas cinegĆ©ticas todavĆ­a no aparecen en la gruta de «Ghachi», ubicada cerca de San Pedro de Atacama (Chile), del 13 000 a. C.; pero ya estĆ”n presentes en la fase de Guitarrero I (PerĆŗ), con 15 000 aƱos de antigüedad. MĆ”s al sur, tambiĆ©n en Chile, se hallaron restos de viviendas y artefactos con unuos 12 500 aƱos de antigüedad («Monte Verde I», en las cercanĆ­as de Puerto Montt). TambiĆ©n destacan «Jobo», en Venezuela, y «El Inga», en Ecuador. Desde Chile parece haberse poblado la zona de Santa Cruz (Argentina), donde se han hallado restos lĆ­ticos que se remontan a 11 000 a. C., y por fin se llega a la Tierra del Fuego en el 7000 a. C. («Cueva Fell», Chile).
Panorama del sitio PrecerÔmico de El Caral (Perú).
  • El periodo PrecerĆ”mico: hace unos 7000 aƱos posee indicios de agricultura, ganaderĆ­a e, incluso, los primeros poblados estables (con ellos se desarrolla la primera arquitectura y el arte), algunos de los cuales se convierten en centros religiosos de peregrinación, destacando entre todos las ciudad de El Caral (PerĆŗ), con una fecha inicial superior al 2600 a. C. Durante este perĆ­odo se completa la colonización humana de SudamĆ©rica, comenzaron a consumir mĆ”s intensamente los recursos del mar. Un hecho particular de la agricultura americana es la inmensa variedad de especies agrĆ­colas cultivadas, en nĆŗmero superior a las del Viejo Mundo; ademĆ”s, muchas de estas plantas son tĆ”n difĆ­ciles de cultivar que en algunos casos no se sabe cómo pudo ocurrir. Aparte del maĆ­z, tambiĆ©n se cultivó algodón, mandioca, batata, frĆ­jol, tomate, coca, quina, quinoa, papa, tabaco, cacao, chumbera, siendo la lista interminable. Sólo dos carencias provocaron el estancamiento agrĆ­cola de AmĆ©rica respecto del Viejo Mundo, que no poseĆ­an arados ni ruedas. La ganaderĆ­a, al contrario que la agricultura, se aplicó a muy pocas especies: el perro, el pavo, el conejillo de Indias y, como animales de carga los camĆ©lidos; es decir, la llama, la alpaca, la vicuƱa y el guanaco, animales exclusivos de SudamĆ©rica, cuya potencia no es suficiente para trabajar con arados. En el Viejo Mundo, la domesticación de animales es muchĆ­simo mĆ”s rica y variada, y el arado permitió avances impensables en AmĆ©rica.
  • El periodo Agro-alfarero y metalĆŗrgico: Las culturas de SudamĆ©rica tienen ricos ejemplos en el periodo llamado CerĆ”mico o Agro-alfarero:
Figurita de tradición chibcha
Los Chibchas serĆ­an los mĆ”s antiguos pobladores de (PanamĆ” y Colombia) con mĆ”s de 5000 aƱos de antigüedad y una persistencia cultural notable, pues los espaƱoles todavĆ­a pudieron conocerlos, aunque ya en fase de decadencia. Fueron grandes constructores y agricultores, aunque su fama les viene, sobre todo, por su habilidad para trabajar el oro, ya en el primer milenio antes de Cristo. MĆ”s al sur encontramos la cultura de Norte Chico, en PerĆŗ, desde 3000 a. C. a 2000 a. C., que constituirĆ­a el antecedente mĆ”s directo de la Cultura ChavĆ­n, coetĆ”nea de los Olmecas en MesoamĆ©rica). En realidad, la Cultura ChavĆ­n es el mĆ”ximo referente preincaico de SudamĆ©rica, con un desarrollo entre 900 a. C. y 300 a. C. El centro de esta cultura es el santuario andino de ChavĆ­n de HuĆ”ntar, aunque esta cultura dominó todo el territorio peruano. La envergadura de las construcciones chavĆ­n indica una compleja diferenciación social, eficaz administración, activo comercio y una alta tecnologĆ­a agrĆ­cola y cerĆ”mica. La cultura ChavĆ­n fue sustituida hacia el aƱo 300 dC por la Cultura mochica o Moche, destacada por sus labores de irrigación y sus Huacas, o pirĆ”mides escalonadas de adobe. Sin embargo, los mochicas no formaron un estado, aunque su sociedad estaba fuertemente jerarquizada. En realidad, el primer estado andino es el Imperio Huari, fundado hacia el aƱo 700. Los Huari dominaron los Andes hasta que fueron sustituidos por los ChimĆŗ, cuya capital fue ChanchĆ”n, una inmensa ciudadela de adobe y tapial situada en PerĆŗ. Los ChimĆŗ fueron conquistados por los incas hacia el aƱo 1470.
Como Ćŗltimo ejemplo de la prehistoria americana vamos a citar a los Constructores de Cerritos (Uruguay), quienes con unos 4800 aƱos de antigüedad crearon una cultura menos espectacular, pero muy interesante. Sus aldeas eran circulares, con una plaza central rodeada de chozas de madera, construidas sobre montĆ­culos («cerritos»), habĆ­a tambiĆ©n montĆ­culos de desechos detrĆ”s del cĆ­rculo de cabaƱas que, probablemente, estuvieron protegidas por una empalizada (al estilo de las alceas circulares amazónicas). Al parecer, las aldeas formaban grandes conglomerados que podrĆ­an constituir autĆ©nticas ciudades.
Icono de esbozo
Los Andes centrales y sureƱos son otra de las grandes Ɣreas nucleares americanas:
las expresiones culturales y políticas mÔs logradas de su evolución son la ciudad y el estado.
La sucesión de culturas y lugares es inabarcable en un artículo de esta naturaleza, pero todas ellas manifiestan
un desarrollo muy complejo, producto de un largo proceso autóctono de experimentación y descubrimiento.
Se aconseja la lectura del artĆ­culo especĆ­fico sobre Ɖpocas preincaicas para ampliar información

VƩase tambiƩn:

Referencias y enlaces externos

  • North Pacific Prehistory es una revista acadĆ©mica especializada en arqueologĆ­a del nordeste asiĆ”tico y AmĆ©rica del Norte.
  • Bernal, Ignacio (1984). «Los Olmecas». Historia de las Civilizaciones antiguas (II): Europa, AmĆ©rica, China, India. Arthur Cotterell, ed. Editorial CrĆ­tica (Barcelona). ISBN 84-7423-252-X.
  • Clairborne, Robert (1977). Los primeros americanos. Lito Offset Latina SA (MĆ©xico DF). Libros TIME-LIFE.
  • Clark, John E., coordinador (1994). Los Olmecas en MesoamĆ©rica. Ediciones del Equilibrista SA (MĆ©xico DF). ISBN 968-7318-22-8.
  • Conrad, Geoffrey W. (1984). «Los Incas». Historia de las Civilizaciones antiguas (II): Europa, AmĆ©rica, China, India. Arthur Cotterell, ed. Editorial CrĆ­tica (Barcelona). ISBN 84-7423-252-X.
  • Vitale, Luis (1991). Historia de nuestra AmĆ©rica. Los pueblos originarios. Centro de Estudios Latinoamericanos, Santiago de Chile: Ediciones CELA. ISBN [[Special:BookSources/9567172012 - Versión en PDF|9567172012 - [http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/sys/epo/g.pdf Versión en PDF]]] |isbn= incorrecto (ayuda).
  • Vives, Pedro A. coordinador (1990). AmĆ©rica entre nosotros (catĆ”logo de la exposición). Talleres GrĆ”ficos PeƱalara SA (Madrid). ISBN 84-86956-07-2.
  • Willey, Gordon R. (1984). «Los Mayas». Historia de las Civilizaciones antiguas (II): Europa, AmĆ©rica, China, India. Arthur Cotterell, ed. Editorial CrĆ­tica (Barcelona). ISBN 84-7423-252-X.

Europa

La Edad de la piedra europea suele dividirse en tres etapas, siguiendo las propuestas de John Lubbock en 1865:
El NeolĆ­tico en Europa
  • NeolĆ­tico, la Ćŗltima fase o Edad Moderna de la piedra: el NeolĆ­tico llega a Europa desde el Próximo oriente a travĆ©s de la cuenca MediterrĆ”nea en el sexto milenio. Aunque se sospecha la existencia de un neolĆ­tico precerĆ”mico, fundamentalmente ganadero, la primera gran civilización mediterrĆ”nea plenamente neolĆ­tica es la de CerĆ”micas impresas Cardiales (en el mapa: color verde intenso). Su fósil director es una serie de cerĆ”micas decoradas con impresiones de conchas de berberecho (Cerastoderma echinatum) que aparecen tanto en la orilla africana como en la europea, desde Dalmacia a la penĆ­nsula IbĆ©rica. En el quinto milenio esta civilización es sustituida por otra originada en el Danubio llamada de CerĆ”mica de bandas (verde claro en el mapa), cuya influencia se extiende por el Rin hasta la costa atlĆ”ntica (amarillo en el mapa). Es entonces cuando se produce un cambio fundamental en las culturas europeas. Cerca del aƱo 4 000 a. C. aparece en el sur de Portugal la civilización de los constructores de Megalitos. Esta civilización sobrepasa los lĆ­mites de la Edad de la Piedra, ya que perdura durante el CalcolĆ­tico (en una fase que se ha denominado Neo-EneolĆ­tico, por la dificultad de establecer una división clara). Desde Portugal y otros puntos de la costa atlĆ”ntica, el fenómeno megalĆ­tico se extiende por toda Europa occidental, evolucionando hasta el 2500 a. C., ya que, como hemos dicho, perdura durante la edad de los metales). Los constructores de megalitos vivĆ­an en poblados fortificados, situados en lugares de fĆ”cil defensa (como colinas).
Menhir de
Saint-Macaire (Francia).
El dolmen de Axeitos, en Galicia, EspaƱa.
Un monumento megalítico es una construcción formada por piedras toscamente trabajadas y de tamaño gigantesco (de varias toneladas), de ahí su nombre: megas: gigante y, lithos: piedra. Hay varias clases de monumentos megalíticos:
  • Menhir: es una gran piedra puesta de pie que marcarĆ­a un lugar simbólico, posiblemente sagrado.
  • Alineamiento: es un conjunto de menhires dispuestos en fila.
  • Crómlech: es un conjunto de menhires puestos en cĆ­rculo. Se supone que el alineamiento y el crómlech eran templos al aire libre, con posibles referencias astronómicas.
  • Milladoiro: amontonamiento de piedras y bloques de diverso tamaƱo que seƱalarĆ­a un lugar sagrado.
  • Dolmen: Es el monumento mĆ”s complejo. Se trata de un lugar para enterrar a los muertos de la tribu; constaba de un corredor o pasillo de entrada y de una cĆ”mara funeraria, ambos construidos con grandes lajas de piedra, todo ello cubierto por un montĆ­culo de tierra y cascotes llamado tĆŗmulo. El dolmen es como una pequeƱa montaƱa artificial, con una cueva en su interior, tambiĆ©n artificial. Todos los difuntos eran depositados en la misma cĆ”mara funeraria, ya que se trataba de un lugar de enterramiento colectivo; junto a los difuntos se depositaban ofrendas funerarias (armas, comida, joyas...)

VƩase tambiƩn

Referencias y notas


  • C. J. Thomsen expone en 1836 el sistema de las Tres Edades para clasificar los materiales prehistóricos: Edad de Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro.

  • Sala, R. (2005a). «Las principales secuencias pliocuaternarias». En Carbonell, E. HomĆ­nidos: las primeras ocupaciones de los continentes. Barcelona: Editorial Ariel. pp. 135–160. ISBN 84-344-6789-5.

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  • Alimen, Marie-Henriette, avec la collaboration de JosĆ© Zuate y Zuber (1978). L'Evolution de l'AchulĆ©en au Sahara Nord-Occidental (Saoura - Ougarta - Tabelbala). CNRS, Meudon, Francia.

  • Cagliani, MartĆ­n (2006). «Noticia: La bĆŗsqueda del neandertal en Ceuta» (Mundo Neandertal edición). Beccar, Buenos Aires, Argentina: (recopilación de artĆ­culos de prensa especializada). Consultado el Acceso el 7 de septiembre de 2006.

  • En muchos de los restos se ha comprobado que los incisivos eran extirpados voluntariamente (como ocurre con algunas tribus primitivas actuales; es lo que se denomina avulsión de incisivos).

  • Tixier, Jacques (1976). Le campement prĆ©historique de Bordj Mellala, Ouargla, AlgĆ©rie. Paris, Ɖditions du CREP.

  • Chapa Brunet, Teresa y Delibes de Castro, GermĆ”n (1983). «El NeolĆ­tico». Manual de Historia Universal. Tomo I. Prehistoria. Editorial NĆ”jera, Madrid. ISBN 84-85432-06-1 (pĆ”ginas 272-274) |isbn= incorrecto (ayuda).

  • Las primeras excavaciones permitieron estudiar las caracterĆ­sticas raciales de los esqueletos badarienses egipcios, llegando a la conclusión de que se trataba de un pueblo mestizo, medio africano, medio asiĆ”tico, lo que inducĆ­a a pensar en una neolitización causada por la llegada de inmigrantes. Sin embargo, los recientes estudios del profesor Eugen Strouhal han cambiado por completo la visión del asunto, este antropólogo sostiene que los badarienses son negros autĆ©nticos, procedentes del corazón de Ɓfrica, de modo que el origen del neolĆ­tico egipcio sigue siendo tema de controversia: Strouhal, Eugen (1992). Life of the Ancient Egyptans. University of Oklahoma Press. ISBN 0-8061-2475-X.

  • Roche, HĆ©lĆØne (1982). «Hadar et les industries prĆ©acheulĆ©ennes d'Afrique orientale». Bulletin de la SociĆ©tĆ© PrĆ©historique FranƧaise. Tomo 79  (nĆŗmero 6). ISSN 0249-7638.

  • Leakey, Richard (1981). La formación de la humanidad (volumen I). Ediciones Orbis, S.A., Barcelona. ISBN 84-7634-174-1.

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  • Mitchell, Peter (1988). «The Late Pleistocene Early Microlithic Assemblages of Southern Africa». World Archaeology. Vol. 20  (No. 1). ISSN 0043-8243.

  • Estas fechas marcan el evento paleomagnĆ©tico de Olduvai-Gisla, ya que bajo los fósiles mĆ”s antiguos, yacĆ­a una colada basĆ”ltica (llamada superficie de Mashavera, de polaridad normal) con 1 850 000 aƱos de antigüedad, sobre la que descansaba el estrato con los restos humanos, lĆ­ticos y paleontológicos. Encima de los estratos fosĆ­liferos la polaridad ya era negativa, lo que indica el fin del evento: GeologĆ­a de Dmanisi

  • La industria lĆ­tica de Dmanisi

  • Leroi-Gourhan, AndrĆ© (1980). «El PaleolĆ­tico Medio». La Prehistoria. Editorial Labor SA (Barcelona). ISBN 84-335-9309-9 (pĆ”ginas 27-34) |isbn= incorrecto (ayuda).

  • de la Torre SĆ”inz, Ignacio y DomĆ­nguez-Rodrigo, Manuel (2000). «El PaleolĆ­tico Medio en el Próximo Oriente. Una sĆ­ntesis regional. versión en PDF». Complutum 11. Universidad Complutense (Madrid). pp. 9–27. ISSN 1131-6993.

  • OrĆ­genes de los Humanos Modernos: ¿Multiregional o Fuera de Ɓfrica?, por Donald Johanson

  • Holton, Nathan E. (2002). «Tabun C2, The late migration hypothesis and Circum-Mediterranean Gene flow». The Tabun C2 mandible: an assessment of mandibular ramus and retromolar space morphology. Department of Anthropology of the Northern Illinois University (Dekalb, Illinois). Chapter Six.

  • Nazareth y Palestina hace 100 000 aƱos, por Juan Luis Arsuaga

  • Neanderthals and Modern Humans in Western Asia

  • Lithic Use-Wear Analysis of Early Ahmarian el-Wad Points: an Example from Southern Jordan, por John K. Williams

  • Levantine Aurignacian Technology and Subsistence, por John K. Williams

  • Tradicionalmente se considera que Europa occidental es el nĆŗcleo originario del AuriƱaciense, pero Ćŗltimamente este aspecto se estĆ” cuestionando. Lo cierto es que no se sabe dónde surgió el AuriƱaciense ni como se extendió hacia Oriente Medio. Belfer-Cohen, Anna y Bar-Yosef, Ofer (2006). «The geography and chronology of carinated core chaĆ®ne opĆ©ratoire». Core Reduction, ChaĆ®ne OpĆ©ratoire, and Other Methods: The Epistemologies of Different Approaches to Lithic Analysisst. 71° Annual Meeting of the Society for American Archaeology, San Juan (Puerto Rico). PĆ”ginas 3 y 4.

    1. Se hace camino al andar (sobre la expansión de los seres humanos modernos) por Juan Luis Arsuaga

    Enlaces externos

    Prehistoria del Viejo Mundo
    Edad de Piedra Edad de los Metales
    PaleolĆ­tico MesolĆ­tico
    Epipa-
    leolĆ­tico
    NeolĆ­tico Edad del Cobre
    (excepto Ɓfrica negra)
    Edad del Bronce
    (excepto Ɓfrica negra)
    Edad del Hierro
    PaleolĆ­tico inferior PaleolĆ­tico medio PaleolĆ­tico superior


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