Imperio acadio
las Escrituras y mesopotamia; sumeria,asiria y babilonia civilizaciones perdidas
El Imperio acadio fue un gran reino de Mesopotamia formado a partir de las conquistas de Sargón de Akkad. Mantuvo su mÔximo esplendor entre los siglos XXIV y XXII a. C. (2.334 a 2.192 a.C.) en los que se sucedieron cinco monarcas: el propio Sargón, sus hijos Rimush y Manishutusu, su nieto Naram-Sin y el hijo de éste, Sharkalisharri que gobernaron un total de 141 años.
Los dominios del Imperio acadio se extendieron a toda la cuenca del Tigris y Ćufrates, Elam, Siria y segĆŗn las inscripciones aĆŗn mĆ”s allĆ”, hasta el LĆbano y la costa mediterrĆ”nea. SegĆŗn dichas incripciones se llegarĆan a realizar incursiones hasta Anatolia y el interior de los montes Zagros y el imperio controlarĆa el comercio del golfo PĆ©rsico hacia Magan (posiblemente OmĆ”n) y la región del valle del Indo.
Las ciudades de Mesopotamia se llenaron de monumentos y estelas conmemorativas que hablaban de la grandeza del nuevo imperio y en la escritura se produjo un importante avance de la lengua acadia, que se convirtió en la lengua administrativa del Estado.
Historia
Antecedentes
La infiltración pacĆfica de los semitas en las ciudades sumerias alcanza ahora densidad suficiente para que aquĆ©llos obtengan la supremacĆa polĆtica del paĆs. Cabe incluso atribuir esta supremacĆa a una inmigración repentina y masiva: “Es indudable que se produjo una gran afluencia de gentes en la Ć©poca en que Sargón se hizo rey. No pudo ser una lenta infiltración de familias interesadas en ganarse la vida en un paĆs mĆ”s venturoso, por mucho que asĆ lo sugiera el relato del nacimiento y ocupación del hĆ©roe. Este nunca fue un ordinario ensi de ciudad, dispuesto a comprometer a las ciudades vecinas en una lucha por la supremacĆa. En vez de eso edificó una nueva capital y esta albergaba a sus guerreros y a sus familias, no a una mezcolanza de gentes sacadas del Kish. La ciudad se convirtió en centro de la parte septentrional del paĆs, que en adelante se conocerĆa como Sumer y Accad. Este proceso solo pudo producirse por una población consciente de sus diferencias e incluso de la hostilidad de la población vernĆ”cula” (C.J. Gadd, en Cambridge Ancient History, fasc. 17, 1966 p.33)Desde 3000 a. C. los semitas se habĆan ido extendiendo desde sus orĆgenes en Arabia hacia el norte, con otros grupos diferentes como los amorreos. No hay muestras de que estas migraciones se produjesen de forma traumĆ”tica, sino que parece tratarse mĆ”s bien de un proceso gradual.2 3 En Mesopotamia los mĆ”s importantes fueron los acadios, presentes en el Ć”rea del norte de la región, en la que se incluĆa la ciudad de Kish. En esta ciudad se sabe que Sargón desempeñó algĆŗn puesto de responsabilidad. Culturalmente, Sargón era semita ya que se sabe que su lengua era el tambiĆ©n semita acadio.
Hacia el 2340 a. C. Sargón fundó la ciudad de AgadĆ© en las proximidades de Kish, posiblemente al norte. Su localización aĆŗn no ha sido determinada por los arqueólogos, aunque se especula que podrĆa haber estado hacia la confluencia de los rĆos Diyala y Tigris, en las afueras del actual Bagdad.4 5 Los motivos de la fundación de AgadĆ© no estĆ”n claros. Es probable que Sargón se rebelase contra su seƱor en Kish y decidiese establecer un nuevo centro de operaciones.1 Tampoco se conoce con seguridad que ocurrió en Kish. Tal vez Sargón la tomó antes de lanzarse hacia a la conquista las tierras del sur o tal vez fue Lugalzagesi de Umma, que habĆa formado un imperio local en el Ć”rea del sur.1
Las conquistas de Sargón
Mapa de la extensión del Imperio acadio con las conquistas de Sargón y las principales revueltas posteriores. Para la tradición posterior mesopotÔmica, Sargón y su nieto, Naram-Sim,
se convertirĆ”n en los modelos arquetĆpicos de emperador. Sobre el
primero se proyectarƔn las virtudes a seguir, convirtiƩndole en mito;
sobre el segundo, el antimodelo del emperador agotado en sofocar
rebeliones que pierde el beneplƔcito de los dioses.3
Tras esto se lanzó a la conquista del resto de ciudades sumerias. Tomó Ur, Lagash y Umma, con lo que ya controlaba tantas tierras como habĆa hecho Lugalzagesi. Con el dominio de toda la Baja Mesopotamia asegurado, continuó sus campaƱas atacando a los Elamitas de los montes Zagros, en el actual IrĆ”n, y realizó incursiones en la ciudad de Mari (en la actual Siria) y Ebla, ya a pocos kilómetros del MediterrĆ”neo, llegando, segĆŗn las inscripciones, a las montaƱas de los cedros: esto es, al actual LĆbano, y tal vez hasta Anatolia.1 3
Sargón se convirtió asĆ en el primer monarca histórico que consiguió unificar toda la cuenca de la Mesopotamia bajo un mismo mandato. Pese a que es probable que esta unidad fuese mĆ”s teórica que real, la figura de Sargón fue un referente constante para los monarcas que, posteriormente, tratarĆan de repetir su hazaƱa. De hecho, en Ć©pocas posteriores se le conoció como Sargón el Grande. Pero su reinado y el de sus sucesores no estuvieron exentos de problemas ya que poco antes de su muerte sufrirĆa una revuelta general en las ciudades conquistadas.3
Pese a estas dificultades, durante el reinado de su nieto y sucesor, Naram-Sim (2260 - 22231 ), el imperio alcanzó su mĆ”xima extensión territorial: en los lĆmites occidentales incorporó las regiones de Alepo, en la actual Siria, y el entorno de TrĆpoli, en la costa mediterrĆ”nea cananea del actual LĆbano; en los orientales conquistó Susa y en el norte se expandió por Anatolia. Sin embargo hubo un pueblo al que Naram Sim no consiguió conquistar pese a que guerreó contra ellos y les infligió algunas derrotas. Eran los guti, que habitaban los montes Zagros y que atacaban y saqueaban continuamente las tierras del valle.6 El nuevo rey tuvo que enfrentarse ademĆ”s a numerosas rebeliones.
En algún momento de su reinado parece que Naram-Sin fue deificado. El motivo, según una inscripción en una estatua, fue por petición de su pueblo a los dioses, después de que el rey ganase nueve batallas contra las que se le rebelaron "desde los cuatro confines del mundo". Los dioses concedieron y se le construyó un templo en Agadé, que hasta entonces no estaba dedicado a ningún dios.1
Tras la muerte de Naram Sim, su sucesor e hijo, Å arkaliÅ”arri (2223 - 2198) vio incrementada la presión sobre el imperio: Elam se rebeló, conquistando varias ciudades del sur de Mesopotamia. Posteriormente sufrirĆa invasiones por parte de los amorreos, a quienes lograrĆa vencer, y de los guti a los que inicialmente tambiĆ©n reducirĆa. Sin embargo el imperio estaba muy desgastado y tras su muerte las ciudades del sur de Mesopotamia se independizaron. Tras esto, los dominios del antiguo imperio quedaron reducidos al Ć”rea circundante de la antigua capital, AgadĆ©.1
Historia segĆŗn fuentes tradicionales
Un mito, el primero en el tiempo, parecido al de otros antiguos caudillos surgidos de la nada, un funcionario semĆtico al servicio de Urzababa, rey de Kish, forma un partido con gentes de su estirpe, organiza un ejĆ©rcito, depone a Urzababa y levanta una ciudad que darĆ” nombre a su pueblo y a su imperio. Accad o AgadĆ©. El nuevo dominador se da a sĆ mismo un nombre de significación polĆtica: Sargón (transcripción bĆblica del acadio Å arrukenu, “rey verdadero”).Otro mito rodea su infancia de ninbo portentoso: hijo de un “nómada de la montaƱa” y de una especie de vestal, viene al mundo en Azupiranu (“ciudad del azafrĆ”n?”). En la necesidad de desprenderse del niƱo, su madre lo abandona en un cesto en aguas del Ćufrates. Un palmero lo recoge; lo crĆa como hijo y enseƱa su oficio. Sargón serĆ” jardinero, y asĆ lo acredita la Lista de Reyes. Mas aquĆ viene de nuevo un agente sobrenatural, Ćŗnico modo de explicar su meteórica ascensión: la diosa Istar, prendada del muchacho, lo introduce en la corte de Kish, donde llega a copero del rey Urzababa. Un buen dĆa, Ć©ste le ordena realizar un acto que raya la impiedad, “cambiar las ofrendas de bebidas en el Esagila”. Sargón desobedece y se hace aĆŗn mĆ”s obsequioso con la divinidad. Como consecuencia de ello el dios Marduk decide privar de su trono a Urzababa y dĆ”rselo a Sargón.
Pero el cambio de poderes no parece haber sido inmediato, pues entre los mĆ”s interesados en la intriga median cinco reinados en Kish. SerĆa durante estos cuando Sargón construyó Accad, la capital de su principado.
Los hechos que le llevaron a la soberanĆa del paĆs entero no pueden ordenarse en el tiempo, por falta de datos; pero guiĆ”ndose por la lógica parece natural que el primer enemigo a eliminar fuese Lugalzagesi. De su guerra contra Ć©ste sabemos que despuĆ©s de unas preliminares conversaciones y desafĆos, Sargón tomó por sorpresa la ciudad de Uruk, derrotó dos veces a generales de su adversario, y en una tercera batalla venció y capturó al propio Lugalzagesi, que fue llevado prisionero al templo de Enlil en Nippur como testimonio de la complacencia de los dioses en el triunfo del nuevo seƱor. Ur, Lagash y otras ciudades que seguĆan a Lugalzagesi cayeron seguidamente a consecuencia de campaƱas que se describen con la misma o parecida fórmula “batalló con el nombre de X; lo derrotó; asestó el golpe a su ciudad y destruyó sus muros” Tras la toma de LagaÅ” , Sargón “lavó sus armas manchadas de sangre en el mar”. La caĆda de Umma, Ćŗltimo foco de resistencia puso en sus manos toda Sumer.
Tras la dominación del paĆs, Sargón eleva sus miras al extranjero. La ruta de sus conquistas occidentales comienza en Tuttul (actual Kit, a unos 150 Km. al oeste de Bagdad); sigue con la toma de Mari y culmina con la anexión de Siria y el LĆbano tras la conquista de Iarmuti (al sur de Byblos) y Ebla (cerca de Alepo) y alcanza “el bosque de los cedros” y las MontaƱas de Plata (Amanus)” . Fuentes posteriores como el texto que acompaƱa al “Mapa Babilónico del Mundo” (en el museo BritĆ”nico) aƱaden a todo esto una expedición erizada de peligros y obstĆ”culos hasta la ciudad anatólica de Purushkhanda, en Capadocia, donde una corporación de mercaderes oprimida, recabó y obtuvo su protección.
La crónica tardĆa de las glorias y desventuras de Akkad, asĆ como los llamados textos augurales (fórmulas para arĆŗspices que citan ejemplos del pasado), arrojan una sombra amenazadora sobre el dorado colofón de la era sargónida. SegĆŗn ellas, antes de concluir su reinado de 56 aƱos, Sargón vio levantarse contra Ć©l a todos los pueblos de su imperio. La situación llegó al extremo crĆtico de que los acadios se vieron cercados en su capital; “pero Sargón salió al campo de batalla, los derrotó, los amontonó, y arrolló sus dilatadas huestes”. La organización y administración del imperio se prestaba a esto levantamientos generales o parciales contra el poder central. Todos los sucesores de Sargón hubieron de afrontar el mismo problema, sin encontrar para Ć©l mĆ”s solución que la fuerza de las armas. Dos de sus hijos, RimuÅ” y ManiÅ”tusu, le suceden. Por contradicciones de las fuentes aĆŗn no se sabe cuĆ”l de ellos es el primero en reinar; parece ser que RimuÅ”, aunque no era el primogĆ©nito. Al comienzo de sus nueve aƱos de gobierno, RimuÅ” sofoca una rebelión de las ciudades sumerias, capitaneada por Kaku, prĆncipe de Ur, y reconquista el territorio oriental de Warakhshe, aliado con Elam en su contra, como antes habĆa estado en contra de su padre. Los botines de esta campaƱa debieron de ser inmensos, pues RimuÅ” repartió trofeos por todo el imperio. Pero sus triunfos militares no bastaron para mantenerlo en el trono mucho tiempo; una conspiración de sus cortesanos, a lo que no sabemos si su hermano fue ajeno o cómplice, lo hizo sucumbir.
Los comienzos del principado de ManiÅ”tusu parecen haber transcurrido en calma, mĆ”s tarde un levantamiento de dos de los inquietos territorios orientales, Anshan y Serikhum, lograron resistir el ataque de ManiÅ”tusu; el rey enemigo fue llevado preso al templo del Sol, en Sippar. Ni Anshan ni Serikhum estĆ”n localizadas con precisión, aunque figuran mucho en la historia del Elam (se ha supuesto situada cerca de Susa). Respecto a Serikhum aĆŗn se sabe menos, pero su problema interesa a la investigación pues una variante del texto dice “Anshan y la ciudad de Meluįø«įø«a” y se plantea que estuviese situada en el valle del Indo. Comprobada la intensa relación entre la cultura india de Mohenjo-Daro y la mesopotĆ”mica, particularmente en la Ć©poca de Akkad, el problema adquiere una dimensión extraordinaria, pues una entente entre Elam y el lejano valle del Indo rebasa las posibilidades consideradas tradicionalmente.
Naram-sin fue hijo y sucesor de Manishtusu, y nieto por tanto de Sargón. La historiografĆa mesopotĆ”mica posterior nosabĆa cual de los dos –el nieto o el abuelo- era el mĆ”s admirable. Se le atribuye un reinado de 37 aƱos , pero con una cronologĆa tan endeble como la de Sargón. Es patente que hubo de batallar a fondo, lo mismo en el oeste (Siria y Anatolia) que en oriente de sus dominios. AquĆ sus mĆ”s encarnizados enemigos fueron los guti y los lullubi, remotos antepasados tal vez de los actuales kurdos y luristanĆes, que han conservado algo de nombres y mucho carĆ”cter de aquellos indómitos montaƱeses. Parece seguro que Naram-sin logró subyugar a estos y otros enemigos, pero tambiĆ©n que al tĆ©rmino de su reinado el imperio estaba tan dĆ©bil que solo el puƱo fĆ©rreo del monarca lograba mantenerlo unido. De todas maneras, con Naram-sin culmina el concepto acadio de monarquĆa. Cualquiera de sus medidas de gobierno pesaba tanto sobre el estado de sus sĆŗbditos, determinaba de tal manera las condiciones de su existencia, que no es de extraƱar que se le considerase un dios. Naram-sin es, en defecto, el primer rey mesopotĆ”mico que antepone a su nombre el signo reservado hasta entonces a los dioses (dingir), y que consciente y a prueba de sus vasallos le invoquen como el “dios de Akkad”. Ćl es tambiĆ©n el primero que en soberbia afirmación de dominio universal, se titula “Rey de las cuatro partes (del Mundo)”, Sumer y Akkad, Elam, Subartu (Alta Mesopotamia) y Amurru.
El hijo y sucesor de Naram-sin, es llamado Å arkaliÅ”arri, que significa “rey de todos los reyes”. Sin embargo, el primero de sus tĆtulos oficiales, “Rey de Akkad”, refleja una triste realidad de unos dominios mucho mĆ”s exiguos que los de su padre. El imperio comienza a desmoronarse. En 25 aƱos de reinado, Å arkaliÅ”arri se jacta de haber detenido en Basar (actual Yebel-el Bishri) una invasión de amoritas procedentes de Siria, y de haber realizado victoriosas campaƱas contra Gutium, el paĆs de los belicosos montaƱeses a quienes Naram-sin no habĆa logrado mantener mĆ”s que en precaria sujeción. Pero a pesar del pomposo lenguaje de las crónicas oficiales, los guti desencadenaron el ataque fatal para los acadios. Si la capital misma no fue destruida del todo, quedó en cierto grado tan mal parada que ni mĆ”s tarde se conocĆa su emplazamiento y a dĆa de hoy siguen sin haberse identificado sus ruinas. Los inventarios regios citan despuĆ©s de Å arkaliÅ”arri algunos nombres de reyes fantasmales, y la Lista, siempre tan lacónica, se pregunta con triste retórica “¿quiĆ©n era rey? ¿quiĆ©n no era rey?”
Significación polĆtica del Nuevo Imperio
De cualquier manera que se juzgue el imperio de los acadios, es obligado reconocer que su rĆ©gimen rompió los moldes del antiguo estado-ciudad. El rey es ahora el centro del mundo civilizado; en sus manos se concentran todos los hilos de una vasta organización estatal; nada cae fuera de su autoridad y jurisdicción. Para imponerse dispone de un nutrido ejĆ©rcito permanente y de una red burocrĆ”tica sostenida en primer lugar por sus representantes personales en la capital y en las ciudades del imperio. Los altos jefes del ejĆ©rcito y de la administración constituyen lo mĆ”s selecto de la nueva sociedad, son los “5400 hombres que a diario comen delante de Sargón”. Dentro de una mayorĆa de acadios hay constancia de la presencia de sumerios en esta hueste selecta, de personas que por motivos diversos habĆan acreditado lealtad al nuevo rĆ©gimen o tenĆan razones muy poderosas para mostrarse adictas al mismo.Uno de los pasos dados por Sargón tuvo consecuencias para la posterior cultura mesopotĆ”mica: la sustitución del sumerio por el acadio como lengua escrita. Aunque a veces textos vayan acompaƱados de versiones sumerias, el predominio de una lengua sobre la otra va ganando terreno hasta dejar al sumerio arrinconado en el ritual religioso y los textos cientĆficos. La lengua hablada se mantuvo aĆŗn unos siglos en las ciudades del sur, pero su suerte era ya irreversible, desde el segundo milenio toda Mesopotamia hablaba ya lenguas semĆticas. Para sostener la burocracia y el ejĆ©rcito el tesoro real tenĆa que poseer enormes riquezas. Uno de los medios de pago acreditados consistĆa en la cesión, por parte del rey, de terrenos de su propiedad a miembros de la administración estatal, para que estos los explotasen por su cuenta a cambio de un diezmo de sus productos. El llamado Obelisco de Maishtusu acredita que el rey paga un justo precio a sus propietarios legales por tierras adquiridas con este fin, y que ademĆ”s se cuida de que las personas que pudieran resultar perjudicadas por esas medidas encuentren medios de vida conforme a sus necesidades.
Aun siendo escasa la documentación llegada a nosotros indica que el rĆ©gimen de los acadios no resultaba opresivo para sus sĆŗbditos. Los prĆncipes y gobernadores de los estados sometidos solĆan mantener sus puestos, salvo en casos de declarada enemistad como el de Lugalzagisi. Los estados acadios tenĆan que acatar ciertamente a un representante del emperador, respaldado por una fuerza mĆ”s o menos numerosa, pero la autoridad y el gobierno interior quedaban en manos de sus propios magistrados. Solo en puntos de mayor valor estratĆ©gico los acadios estaban mĆ”s presentes. Ha de tenerse en cuenta que la creación del imperio no habĆa sido dictada por el heroico o romĆ”ntico afĆ”n de gloria que parte de las fuentes explican, sino a unas circunstancias económicas mĆ”s prosaicas tal vez, pero no menos determinantes. Mesopotamia carecĆa de los elementos de riqueza que sostenĆan la civilización antigua en lo material; la piedra, la madera y los metales. Las fuentes documentales de las campaƱas de Sargón no encubren cuales eran sus objetivos primordiales: el Bosque de los Cedros, las MontaƱas de la Plata y los territorios del Este, ricos en piedras, vulgares y preciosas. Nada mĆ”s lógico por tanto que contemplar la dilatada expansión de Acadia en función de un propósito de posesión y control de esas fuentes de producción y de los caminos por donde esas riquezas afluirĆan a la nueva metrópoli. A los muelles de Akkad amarraban barcos de todo el mundo cargados de mercancĆas; los caminos del imperio se estimaban por el constante ir y venir de caravanas, como acreditan multitud de testimonios. La seguridad del sistema de transportes estaba confiada a las guarniciones de los grandes centros regionales y de los principales nudos de comunicación.
DespuƩs del imperio
La lista Real Sumeria menciona seis reyes mĆ”s despuĆ©s de la muerte de Sharkalisharri, los cuales es posible que reinasen en AgadĆ©. Esta ciudad habĆa adquirido caracterĆsticas de gran capital, por lo que es probable que su supervivencia resultase poco viable tras la pĆ©rdida del territorio imperial. Se sabe que finalmente los nómadas gutis, que habitaban las montaƱas próximas a AgadĆ©, tomaron la ciudad y posiblemente toda la región septentrional. En el sur las ciudades prosperaron y es posible que las reformas realizadas por los sargónidas les beneficiasen finalmente.7 1Influencia
Inscripción de Naram-Sin que narra la construcción del templo de Marad por su nieto Lipit-Ili hacia 2250 a. C.
Entre las leyendas de su nacimiento destaca la que se deja entrever en la lista Real Sumeria. SegĆŗn esta leyenda, Sargón habĆa sido hijo de un jardinero del palacio del rey de Kish que ascendió al cargo de copero. En un momento dado los dioses deciden que el reinado de Ur-Zababa, el hasta entonces rey, debe finalizar, recayendo la realeza en Sargón.
Otra leyenda narraba que Sargón habĆa sido hijo de una sacerdotisa en —puesto que solĆan ocupar mujeres de la realeza— y un extranjero de las montaƱas. Su madre habrĆa dado a luz en secreto y dejado al reciĆ©n nacido en un cesto de mimbre flotando en el rĆo. La corriente habrĆa arrastrado a Sargón hasta ser recogido por un aguador de nombre Aqqi, que le enseñó el oficio de jardinero. Su ascenso al puesto de rey se habrĆa debido a que la diosa Ishtar le habrĆa tomado cariƱo mientras ejercĆa de jardinero.
Sobre su sucesor mĆ”s cĆ©lebre, Naram-Sin el mensaje de las leyendas era bastante bien diferente. AsĆ, una leyenda sumeria narraba que la caĆda del Imperio acadio se habĆa debido a la pĆ©rdida de favor del dios Enlil. Naram-Sin, conocedor de esto a travĆ©s de un sueƱo, espera durante siete aƱos (siete aƱos representan simplemente una cifra muy grande) a que los dioses cambien de parecer. Pasado ese tiempo el rey desespera y dirige a su ejĆ©rcito al templo de Enlil y lo destruye, arrojando al fuego las vasijas sagradas. Como represalia, el dios castiga a la ciudad con la llegada de los bĆ”rbaros gutis de hĆ”bitos nómadas, que arrasan la ciudad y hacen retroceder a la región a los tiempos de antes de que las ciudades fuesen construidas.1
Cultura
La estela de Naram-Sim conmemora la victoria del monarca acadio contra el pueblo de los lullubi de los montes Zagros. La imagen representa a un rey casi mitológico, del doble del tamaño de sus soldados. 2250 a. C.6 3
La escritura de esta lengua siguió un modelo desarrollado en el Ć”rea de Ebla, en la actual Siria, que adaptaba la escritura cuneiforme a la lengua semita. Este modelo de escritura fue el mĆ”s utilizado en la administración del Imperio acadio, si bien se mantienen numerosos documentos e inscripciones bilingües, escritas tanto en acadio como en sumerio.1 AsĆ, aunque la lengua sumeria siguió siendo utilizada es probable que las conquistas de Sargón y su prestigio, diesen un impulso fundamental a la lengua acadia, facilitando que en los siglos posteriores se impusiera finalmente el acadio.6
Arquitectura
Los posibles restos de las ciudades de Akkad y de Sippar siguen sepultados en lugares ignotos. Este desconocimiento completo de los que en su dĆa fueron centros principales del imperio acadio nos priva de posibilidad de contemplar y enjuiciar aquellos monumentos que mejor pudieran reflejar su estilo y concepciones arquitectónicas. En tanto que no se produzcan descubrimientos en este sector, hemos de contentarnos con obras de restauración llevadas a cabo por los acadios en edificios antiguos, como es el caso del Palacio y el Templo de Tell Asmar, y con un par de ejemplos de edificios de nueva planta, magnĆficos ciertamente los dos en capitales provinciales del Imperio: Tell Brak, en Siria, y Asur, en el corazón del futuro territorio de los asirios.El gran edificio excavado en Tell Brak, construido y utilizado para depósito de mercancĆas en el centro de la cuenca del Kabur, se fecha en la Ć©poca de Akkad porque sus adobes ostentan el nombre de Naram-sin. Basta mirar un momento su plano, para comprender que no es una realización gradual, con un nĆŗcleo al que se van aƱadiendo postizos para satisfacer nuevas necesidades, sino una creación Ćŗnica, racional, calculada de antemano hasta sus mĆnimos detalles. Como observa Moortgat, los acadios tendieron a moldear la realidad en hormas preconcebidas, segĆŗn pone bien de manifiesto su esquema de las “Cuatro Partes del Mundo”; las ideas deben imponer sus perfiles a las cosas, el espĆritu a la materia. El palacio de Tell Brak es un elocuente testigo de su mentalidad. Aquella impresionante mole, de 111 por 93 metros, debĆa parecer a los pueblos de la llanura de siria un sĆmbolo pavoroso de la autoridad acadia. Sus muros exteriores, de diez metros de espesor, lo ceƱĆan de un cinturón infranqueable. El plano dice lo que era: un depósito de mercancĆas y tributos, organizado alrededor de cuatro patios, uno de ellos mucho mayor que los otros tres. Su Ćŗnica puerta, de once metros de ancho, daba a un espacioso zaguĆ”n, flanqueado por los lugares de administración; del zaguĆ”n se pasaba a un patio de cuarenta metros de lado. Hay que imaginar allĆ a las caravanas descargando sus fardos, pasada la inspección de los escribas estacionados en el portal. DespuĆ©s de descargadas en el patio, las mercancĆas eran depositadas en los almacenes, ordenados como un casillero de huecos, todos en la misma altura, aislados o por parejas en torno a cuatro patios. Los almacenes recibĆan de estos la luz y la ventilación. El edificio no parece haber tenido mĆ”s planta que la excavada y quizĆ”s unas torres de defensa a los lados de su Ćŗnica puerta, algo mĆ”s altas que los restantes muros, para servir de atalayas. En el Templo de Abu, en Tell Asmar, los acadios introdujeron un cambio significativo:dividieron la cella en dos mitades por medio de un grueso muro transversal, con abertura en el centro, de manera que una vez pasado la puerta exterior del santuario, el visitante se encontraba en una antecella. Para ver la estatua y los altares del dios, el visitante debĆa dar unos pasos y colocarse en el eje central del edificio. El nuevo sistema rompe con la tradición del acercamiento por el eje acodado, y mĆ”s aĆŗn indica la disposición tĆpica de los templos neosumerios, en los que la cella propiamente dicha serĆ” una estancia mĆ”s ancha que larga. Un solo ejemplo no basta para determinar si el nuevo sistema fue general entonces, pero en todo caso la reforma introducida en el Templo de Tell Asmar tiene el valor posible de antecedente de una solución llamada a imponerse mĆ”s tarde.
Durante el Imperio acadio se siguió la costumbre sumeria de levantar grandes estelas y monumentos conmemorativos escritos en lugares especiales de las ciudades. Con estas obras se demostraba el poder del imperio y se publicitaban sus éxitos militares. En el arte acadio, la figura central de la obra se representa en mayores proporciones que el resto de la composición, que generalmente contiene escenas dramÔticas. Un buen ejemplo es la estela de Naram-Sin, donde el monarca, coronado por un casco de cuernos que indica su carÔcter divino, tiene el doble de tamaño que las demÔs figuras.1
Predecesor: PerĆodo DinĆ”stico Arcaico |
Historia de Mesopotamia--
Imperio acadio 2334 a. C.–2192 a. C. |
Sucesor: Renacimiento sumerio |
VƩase tambiƩn
Referencias
- «Protagonistas de la Historia - Ficha Sharkalisharri». http://www.artehistoria.jcyl.es/. 2007. Consultado el 7 de mayo de 2007.
BibliografĆa
- Antonio Blanco Freijeiro. Arte Antiguo del Asia Anterior pp.105-114. Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla 1972.
- Mario Liverani. El mundo antiguo
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