En el
siglo VII, tras las predicaciones de
Mahoma y las conquistas de los primeros
califas (a la vez líderes políticos y religiosos, en una religión -el
islamismo- que no reconoce distinciones entre laicos y clérigos), se había producido la unificación de
Arabia y la conquista del
Imperio persa y de buena parte del
Imperio bizantino. En el
siglo VIII se llegó a la
península ibérica, la
India y el
Asia Central (
batalla del Talas -
751-
victoria islámica ante China tras la que no se profundizó en ese
Imperio, pero que permitió un mayor contacto con su civilización,
aprovechando los conocimientos de los prisioneros). En el occidente la
expansión musulmana se frenó desde la
batalla de Poitiers (732) ante los francos y la mitificada
batalla de Covadonga ante los asturianos (
722). La presencia de los musulmanes como una civilización rival alternativa asentada en la mitad sur de la
cuenca del Mediterráneo,
cuyo tráfico marítimo pasan a controlar, obligó al cierre en sí misma
de Europa Occidental por varios siglos, y para algunos historiadores
significó el verdadero comienzo de la Edad Media.
27
Manuscrito
árabe ilustrado del siglo XIII. La representación de figuras solo se
consiente en algunas interpretaciones del islamismo, pero se prohíbe
mayoritariamente. Esta prohibición incentivó otras artes, como la
caligrafía. Esta ilustración representa a
Sócrates (
Sughrat).
La recuperación y difusión de la cultura clásica grecorromana fue una
de las principales aportaciones del islam medieval a la civilización.
Desde el siglo VIII se produjo una difusión más lenta de la
civilización islámica por sitios tan lejanos como
Indonesia y el
continente africano, y desde el
siglo XIV por
Anatolia y los
Balcanes. Las relaciones con la India fueron también muy estrechas durante el resto de la Edad Media (aunque la imposición del
imperio mogol no se produjo hasta el siglo XVI), mientras que el
océano Índico se convirtió casi en un
Mare Nostrum árabe, donde se ambientaron las aventuras de
Simbad el marino (uno de los cuentos de
Las mil y una noches de la época de
Harún al-Rashid).
28 El tráfico comercial de las rutas marítimas y caravaneras unían el Índico con el Mediterráneo a través del
mar Rojo o el
golfo Pérsico y las
caravanas del desierto. Esa llamada
ruta de las especias (prefigurada por la
ruta del incienso en la Edad Antigua) fue esencial para que llegaran a occidente retazos de la ciencia y la cultura de
Extremo Oriente. Por el norte, la
ruta de la seda cumplió la misma función atravesando los desiertos y las cordilleras del
Turquestán. El
ajedrez, la
numeración indo-arábiga y el concepto de
cero, así como algunas obras literarias (
Calila e Dimna) estuvieron entre los aportes hindúes y persas. El
papel, el
grabado o la
pólvora,
entre las chinas. La función de los árabes, y de los persas, sirios,
egipcios y españoles arabizados (no solo islámicos, pues hubo muchos que
mantuvieron su religión cristiana o judía -no tanto la
zoroastriana-)
distó mucho de ser mera transmisión, como testimonia la influencia de
la reinterpretación de la filosofía clásica que llegó a través de los
textos árabes a Europa Occidental a partir de las traducciones latinas
desde el
siglo XII,
y la difusión de cultivos y técnicas agrícolas por la región
mediterránea. En un momento en que estaban prácticamente ausentes de la
economía europea, destacaron las prácticas comerciales y la circulación
monetaria en el mundo islámico, animadas por la explotación de minas de
oro tan lejanas como las del África subsahariana, junto con otro tipo de
actividades, como el
tráfico de esclavos.
La unidad inicial del
mundo islámico, que se había cuestionado ya en el aspecto religioso con la separación de
suníes y
chiíes, se rompió también en lo político con la sustitución de los
Omeyas por los
Abbasíes al frente del califato en el
749, que además sustituyeron
Damasco por
Bagdad como capital.
Abderramán I, el último superviviente Omeya, consiguió fundar en
Córdoba un emirato independiente para
Al-Ándalus (nombre árabe de la
península ibérica), que su descendiente
Abderramán III convirtió en un califato alternativo en el
929. Poco antes, en el
909 los
Fatimíes habían hecho lo propio en
Egipto. A partir del
siglo XI
se producen cambios muy importantes: el desafío a la hegemonía árabe
como etnia dominante dentro del islam a cargo de los islamizados
turcos, que pasarán a controlar distintas zonas del Medio Oriente (
mamelucos,
otomanos), o de
kurdos como
Saladino; la irrupción de los cristianos latinos en tres puntos clave del Mediterráneo (reinos cristianos de la
Reconquista en Al Ándalus,
normandos en el sur de Italia y
cruzados en Siria y Palestina); y la de los
mongoles desde el centro de Asia.
Los eruditos como al-Biruni, al-Jahiz, al-Kindi, Abu Bakr Muhammad al-Razi, Ibn Sina, al-Idrisi, Ibn Bajja, Omar Khayyam, Ibn Zuhr, Ibn Tufail, Ibn Rushd, al-Suyuti,
y miles de otros académicos no fueron una excepción, sino la norma
general en la civilización musulmana. La civilización musulmana del
periodo clásico fue destacable por el elevado número de eruditos
polifacéticos que produjo. Es una muestra de la homogeneidad de la
filosofía islámica sobre la ciencia, y su énfasis sobre la síntesis, las
investigaciones interdisciplinares y la multiplicidad de métodos.29
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